Versos del 1 al 12
Se presenta al destino humano, expresado de dos formas distintas:
1. Es imposible averiguar el destino del ser humano y de la creación, el temor del Señor, que ya comentábamos en Eclesiastés 7, 1-14. 18.
2. Una misma suerte toca a todos. La conclusión a la que llega se encuentra en los versos del 7 al 10, idéntica a la expresada en la sección anterior y en otros lugares ya comentados, disfrutar de las acciones cotidianas.
De todos los temas tratados, el más insistente en este apartado es el de la muerte.
Qohelet coincide en el verso 5 con la enseñanza tradicional más clásica, que afirmaba que la muerte era un lugar sin esperanza “sheol”, oscuridad (Números 16, 30-33; 1 Samuel 28, 8-14; Isaías 14, 9-11; Job 10, 21-22; Salmo 88, 12).
Se separa de algún movimiento contemporáneo suyo, posible precursor de Daniel 12, 2 e Isaías 26, 19, cuyas creencias terminaron triunfando, por ejemplo, que los justos recibirían una recompensa después de la muerte.
A estas alturas del libro, la experiencia del Eclesiastés ya nos es familiar, comprobamos de nuevo que sus reflexiones no están exentas de sentido común, ni realizadas al margen de la realidad.
La imposibilidad de conocer el destino de las personas, la muerte que iguala a todos y parece destruir todas las cosas, la justicia no retribuida al menos en esta tierra, son algunas de sus conclusiones.
Quizá lo más importante de su enseñanza sea la afirmación de que, aun contando con la sabiduría recibida desde antiguo, esta no es determinante en sus observaciones y resultados.
¿Acaso no ha sido la religión, en sus más variadas realizaciones, un factor que ha entenebrecido la imagen y la experiencia de Dios?.
Versos del 13 al 18
Más vale maña que fuerza. Ejemplo claro de ironía es este pequeño apartado, en el que Qohelet contrasta la sabiduría popular de los refranes con la experiencia real.
Para él, lo mismo que para otros textos tardíos del Antiguo Testamento como Sirácides (Eclesiástico o Sirácida) 13, 23, la verdad se relaciona de hecho con el poder, y contra esta realidad se dirige precisamente su irónica y mordaz crítica.
La parábola de los versos 14-15 podría ser histórica o no. Habrá que entenderla más bien, al igual que en otras ocasiones, como un recurso para expresar su enseñanza.
Curiosamente, todavía empleamos el refrán que da título a esta sección con mucha frecuencia. ¿Expresa nuestro deseo de encontrar la sabiduría?.
El Eclesiastés también busca la sabiduría y parece que se encuentra con simples alardes, mientras se busca el reconocimiento y la estima social.
Habremos de delimitar más claramente los términos “sabiduría” y “sabio”, como él mismo hace, sin caer en el error de relacionarlos con la fuerza o el poder.