Versos del 1 al 20
Nacimiento de Yeshúa. Lucas enmarca el nacimiento de Yeshúa en unas coordenadas históricas concretas, en un período de dominio romano, y en una coyuntura histórica precisa.
La realización de un censo con todo lo que ello implicaba, no interesa si estas coordenadas “históricas” coinciden realmente.
Lo importante para Lucas y su comunidad es que en un punto de la historia del tiempo y del espacio se verifica un nacimiento muy particular: el del Mesías.
Lucas hace coincidir este nacimiento en Belén en los mismos días que José y María han realizado un viaje a la pequeña ciudad llamada precisamente “Ciudad de David”.
Es también muy importante señalar las circunstancias materiales en que nace Yeshúa.
Para el evangelista, esto no es circunstancial, se trata de un acto supremo de la Voluntad Divina, así ha querido YEHOVAH que se desarrolle este acontecimiento.
Prueba de ello es la aparición del ángel a los pastores, el anuncio exclusivo del nacimiento de alguien que ya Lucas presenta como “Salvador”, “Mesías” y “Señor”.
El coro celestial y la movilización de ellos hasta donde está María para adorar al niño.
Pese a la humildad del cuadro en el pesebre, hay algo que le da a todo el ambiente una luminosidad y una espectacularidad especial, la alegría de todos, lo cual motiva a la glorificación y la alabanza a YEHOVAH.
En medio de todo, Lucas resalta otro detalle: todo esto, María lo medita y lo conserva en su corazón (vs 19).
Versos del 21 al 40
Circuncisión y presentación de Yeshúa, Bendición de Simeón, Alabanza de Ana, De vuelta a Nazaret.
Los padres de Yeshúa, fieles al mandato de YEHOVAH, cumplen con tres ritos establecidos por la Ley: la circuncisión del niño a los ocho días de nacido (Levítico 12, 3; Génesis 17, 10-14).
Momento en el cual se le imponía el nombre a la criatura; la presentación en el Templo por tratarse del primogénito varón (Éxodo 13, 2.12.15) y la purificación de la madre.
Mediante la circuncisión, el varón israelita queda incorporado al pueblo de la alianza; se trata por tanto de un sello, una marca en la carne como señal de pertenencia.
La presentación del primogénito varón tenía como finalidad consagrar a todos los primogénitos a YEHOVAH Dios. Según el criterio que todo primer fruto, tanto de humanos como de animales y vegetales, pertenece a YEHOVAH (Éxodo 13,2).
Por último, la purificación establecida por el Levítico apuntaba directamente a la pureza ritual y cultural, nada tenía que ver con el aspecto moral.
Estas diligencias en Jerusalén sirven de marco a Lucas para llevar más lejos el efecto de la presentación del niño.
No se trata simplemente de mostrar a los padres de Yeshúa cumpliendo con las normas y preceptos de YEHOVAH o de demostrar que ya desde su infancia Yeshúa quedó inserto en el pueblo de la alianza y de las promesas.
Sino más bien de subrayar el profundo significado que tiene Yeshúa para el pueblo, en esta ocasión lo pone en labios de Simeón (vs 28-35) y de Ana (vs 36-38).
Versos del 41 al 52
El niño Yeshúa en el Templo. La centralidad de este relato está en el doble diálogo entre Yeshúa y los ancianos del templo y el de Yeshúa con sus padres.
La ocasión sirve para que Lucas defina dos cosas.
Una: la paternidad divina de Yeshúa, primeras palabras de Yeshúa en el evangelio de Lucas, “mi Padre”.
Segunda: la declaración por parte de Yeshúa del destino que dará a su vida: “los asuntos de mi Padre”.
Aunque ésta no es precisamente la ocasión para que Yeshúa se lance a su ministerio público, ya Lucas anticipa desde aquí lo que moverá a su protagonista a la acción, los asuntos del Padre, su plan o proyecto, su reinado.
Nadie entiende nada, nadie discute nada, ni siquiera sus propios padres, María guardaba todo esto en su corazón; algún día entenderá.
Por lo pronto, queda un primer pincelazo del modelo de discípulo dócil a la Palabra que Lucas quiere presentar desde la imagen de María, pero por ahora regresan a Nazaret donde Yeshúa seguirá creciendo “en el saber, en edad y en gracia delante de YEHOVAH y de los hombres” (vs 52).
DIOS ES GRANDE Y MISERICORDIOSO.