Versos del 1 al 15
Sana a un enfermo en la piscina de Betesda. Muchos comentaristas ven en los versos 3-4 sólo una aclaración que ilustra el sentido del verso 7.
El evangelista contempla, a manera de panorámica, una multitud de ciegos, cojos y lisiados, ellos no pueden celebrar la Fiesta.
El movimiento de las aguas evoca la visión de los huesos secos de Ezequiel 37.
El evangelista se fija en un tullido, de 38 años, lo que significa toda una generación.
Yeshúa devuelve la salud a este muerto viviente, pero no por el agua, sino por su Palabra.
Este milagro acontece en día de descanso “shabbat” y Yeshúa ordena al tullido que se lleve su camilla, con lo cual quebranta un precepto del Misná.
Para el evangelista se trata del verdadero “shabbat”: la culminación de la obra creadora de YEHOVAH Dios, que se realza con la presencia sanadora de Yeshúa.
En cambio, para las autoridades judías se trata de una trasgresión de la ley.
Versos del 16 al 30
Autoridad de Yeshúa. Los judíos se fijan más en la trasgresión del “shabbat” que en la sanación del tullido y empiezan a perseguir a Yeshúa.
Esta persecución también llegará a sus discípulos (Juan 15, 20).
Yeshúa se defiende, en lugar de situarse en la casuística de la ley rabínica, se ubica en su puesto junto a YEHOVAH, que trabaja siempre, en un presente eterno: “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo” (vs 17).
Yeshúa no es sólo señor del “shabbat”, como afirman los sinópticos (Marcos 2, 28), se sitúa en relación de comunión plena con el Padre, en continuidad de trabajo permanente, quien nunca descansa de crear y cuidar del mundo.
Declara que su actividad no procede de sí mismo, sino del Padre, quien es soberanamente activo y generoso, por amor actúa.
Según la Fe judía, YEHOVAH ejercitaba dos obras supremas, resucitar a los muertos y juzgar.
Pero YEHOVAH Dios las comunica a su Hijo, le otorga su potencia vivificadora y su poder de juzgar (vs 23).
El verso 24 es el punto culminante de esta escena, quien cree en el Hijo tiene vida eterna (Juan 3, 16.36).
Versos del 31 al 47
El testimonio de YEHOVAH legítima a Yeshúa. Yeshúa ha impartido una enseñanza con una pretensión inaudita; ahora trata de legitimarla.
Con ello intenta, al mismo tiempo, robustecer la Fe de los que creen en Él y desenmascarar los pretextos de la incredulidad de los judíos.
La idea dominante es la del testimonio. Se presentan diversos testimonios que acrediten su autoridad, el Bautista, sus obras, las Sagradas Escrituras, Moisés.
En medio (vs 37), en posición central, está el gran testigo que hace posible los restantes testimonios: el Padre (Juan 8, 13-19).