Mosqueteros de Yehovah

Juan Capítulo 4

Versos del 1 al 45

Yeshúa y la samaritana, trata de la conversión del pueblo samaritano que de la misma samaritana.

Según datos del Antiguo Testamento, el pueblo samaritano se había formado con cinco tribus que repoblaron Samaría después de ser conquistada por Asiria.

Cada tribu trajo sus propios dioses, aunque después dieron culto a YEHOVAH, el DIOS de Israel (2 Reyes 17, 24-34).

Al comienzo del relato, la mujer se pone al mismo nivel que Yeshúa: Tú judío; yo samaritana (vs 9).

Yeshúa le recuerda su ignorancia (vs 10), sugiriéndole el don del agua viva.

Dos veces la mujer llama a Yeshúa “Señor” (vs 11. 15), conforme aumenta su respeto hacia Él; al final los papeles se invierten cuando ella le pide de esa agua viva.

La petición de la mujer buscaba que Yeshúa le hiciera la vida más fácil.

Cuando Yeshúa le habla de sus cinco maridos, los cinco dioses originales de los samaritanos, la mujer se reconoce pecadora y le reconoce como profeta (vs 19).

Sin embargo, en el plano religioso, la mujer insiste en que YEHOVAH es el marido de Su Pueblo, ya que sus antepasados, los Patriarcas, le habían adorado en tierras de Samaría.

Yeshúa anuncia a la mujer que en el futuro la adoración no estará ligada a lugares sino a una persona.

A Él mismo, el nuevo Templo de YEHOVAH y será un culto en espíritu y de verdad, algo que proviene del corazón movido por YEHOVAH y que se revelará en acciones concretas de vida.

La samaritana reconoce a Yeshúa como Mesías, pues Él se lo revela. Éste es el único caso en que Yeshúa revela abiertamente su identidad.

Lo hace a una mujer de raza despreciada; escoge a una pecadora y no a una santa, porque YEHOVAH suele escoger a los últimos.

De este modo, la mujer se convierte en apóstol y mensajera de la Buena Noticia para su gente.

Cuando los samaritanos conviven con Yeshúa, también llegan a reconocerlo como Mesías, pero no sólo de los judíos, sino también de todo el mundo (vs 42).

Después, Yeshúa vuelve a Galilea, y de esta manera el evangelista cierra el viaje emprendido en Juan 4, 3.

El dicho del rechazo a un profeta en su propia tierra anticipa al rechazo que va a experimentar Yeshúa por sus paisanos, en contraste con la acogida de los samaritanos.

Versos del 46 al 54

Sana al hijo de un funcionario real. Presenta a Yeshúa salvando a pesar de la distancia.

Nuestro Señor Yeshúa se encuentra preparando la casa, pero presente en su Palabra.

Si creemos en Su Palabra, Él nos da la vida. Leyendo con cuidado el texto griego, constatamos que todo el relato está construido en dos trípticos.

Asumen la forma de dos contendientes enfrentados. Uno está dominado por la presencia de la “muerte” (46. 47. 49), el otro por la presencia de la “vida” (vs 50.51.53).

¿Cuál de los dos prevalecerá?.

La Fe es la clave, ella hace pasar de la muerte a la vida. Quien cree en la Palabra de Yeshúa pasa de la muerte a la vida, no en el futuro, sino en el mismo momento de creer.

Yeshúa no promete su vida para después; no dice sanará o vivirá, sino “tu hijo sigue vivo”.

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