Mosqueteros de Yehovah

Hechos de los Apóstoles Capítulo 22

Versos del 1 al 30

Discurso de Pablo. En medio de la agitación que sigue a su arresto, Pablo logra hablar con el oficial romano y deshacer el malentendido.

Él no es un cabecilla de revoltosos anti romanos, sino un respetable ciudadano de la ciudad de Tarso.

Acto seguido y contra toda verosimilitud histórica, Lucas nos presenta a Pablo pronunciando un discurso al pueblo.

Es difícil imaginar al oficial romano concediendo la palabra a un preso en aquellas circunstancias y más difícil aún que la masa alborotada guardara silencio.

Por otra parte, el discurso no alude a las circunstancias del tumulto popular.

Más que una defensa personal del Apóstol, se trata de una apología de su misión a las naciones.

Comienza aludiendo a sus intachables credenciales de judío hasta el punto de convertirse en perseguidor del “Camino”, en oposición a las leyes de los hombres.

Después, presenta su conversión en la ruta hacia Damasco y el nuevo rumbo que tomó su vida tras encontrarse cara a cara con Yeshúa resucitado, quien le escogió para ser su testigo ante todo el mundo.

Pablo ve en este acontecimiento el designio del DIOS YEHOVAH de nuestros padres (vs 14).

Menciona el nuevo rito del perdón (vs 16), el bautismo que satisface la supresión del pecado por la muerte y resurrección de Yeshúa Ha Mashiaj.

Pablo reserva para el final el recuerdo de la visión que tuvo en el Templo, años atrás, en la que Yeshúa le apremia a salir de Jerusalén ante el fracaso de su testimonio en la ciudad y le envía a “pueblos lejanos” (vs 21).

Esta declaración constituía una provocación inaceptable para oídos judíos.

Equivalía a decir, que fue en el mismo Templo de Jerusalén donde Yeshúa rechaza al Templo como lugar del anuncio de la Palabra de YEHOVAH y que esta misma Palabra se construirá un nuevo Templo (un pueblo nuevo) entre los paganos (Hechos 20 ,32).

La reacción no se hizo esperar, con gritos y gestos piden la muerte de Pablo y que los romanos sean los ejecutores.

El comandante se entera que el preso es ciudadano romano, dato confirmado por el mismo Pablo y la situación cambia de rumbo y de escena.

Pablo es llevado ante el Consejo de los líderes de Israel.

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