Versos del 1 al 16
En los versos 2 y 3 el griego añade aquí un detalle afectuoso a una razón personal. El hebreo no se deja emocionar y se mantiene en el plano de las razones nacionales.
El texto griego nos ha distraído con dos largas súplicas, para compensar la distancia y la tensión perdida, se complace en explotar la situación casi románticamente, con acompañamiento de languideces y desmayos.
La acción se articula con más detalle y con fuertes contrastes de los aspectos y de los sentimientos. Cambia con acierto el punto de vista, introduciendo explícitamente a YEHOVAH DIOS.
El lector se explica fácilmente el primer desmayo de Ester, se está jugando la vida a la carta del humor real, al ver al rey airado se considera perdida.
Cuando Ester da una explicación puramente luminosa, sobrenatural o divina, en los versos del 16 al 17, sin aludir a la ira y al peligro que ha corrido, el lector siente que la respuesta es calculada.
El interés humano amoroso de Asuero por su esposa enriquece la figura original, Judit 10, 1-4.
En el verso 10 “La ira del rey es heraldo de muerte, pero el sabio sabe aplacarle” (Proverbios 16, 14).
“Hijo mío, teme al Señor y al rey, no provoques a ninguno de los dos, porque de repente salta su castigo, y ¿Quién conoce su futuro?” (Proverbios 24, 21-22).
Verso 11 “El corazón del rey es una acequia en manos de Dios: La dirige adonde quiere” (Proverbios 21,1).