Versos del 1 al 14
“Vale más o más vale”. El título de este nuevo apartado resulta muy general, no encuadra el tema del que va a hablar Qohelet, sólo nos indica la forma en que están construidas las frases.
Y es que una de las características de este libro, como ya hemos dicho, es la dificultad para estructurarlo temáticamente.
Una muestra palpable la encontramos aquí, sentencias o grupos de versos que tienen sentido en sí mismos y que raramente dependen unos de otros, son como máximas o proverbios para ser leídos y meditados despacio.
Lo que les une es la expresión “mas vale”, forma clásica utilizada en los libros sapienciales de la Biblia.
Una débil división podría ser:
Versos 1-4: sabiduría y dolor.
Versos 5-7: sabiduría y alabanzas.
Versos 8-10: sabiduría y paciencia.
Versos 11-12: sabiduría y riquezas.
Versos 13-18: sabiduría y temor de Dios.
Tampoco aquí resulta difícil participar de los pensamientos expresados, llenos de sabiduría, experiencia y sentido común.
Resulta fácil encontrar las referencias a la sabiduría clásica del Antiguo Testamento, por ejemplo, el verso 1 es afín a Proverbios 10, 7; 22, 1, donde se hace un paralelo entre “Nombre” y “Perfume”.
El verso 5 es clásico en la educación de los jóvenes (Proverbios 13, 1.18).
En los versos 11 al 12 aparece la unión de sabiduría y riquezas, como en Proverbios 8, 18-21.
Lo más característico de la sabiduría del Antiguo Testamento se expresa en los versos 13-18, el ser humano no puede averiguar los destinos de YEHOVAH DIOS, el sabio es quien se reconoce dentro de los mismos.
Pero las discrepancias de Qohelet respecto a la sabiduría tradicional también son palpables; por ejemplo, en el verso 2 se critica la idea de que la fama se adquiera al final de la vida (Eclesiástico 11,28).
En el verso 7 se indica la dificultad que debe superar el sabio, tal vez, se expresa aquí la debilidad del sabio que no puede soportar serenamente ni la desgracia ni el excesivo favor.
En el verso 10, las palabras acerca del tiempo pasado están en contra de lo expresado por los antiguos sabios, por último, el verso 12 emplea seguramente de forma irónica un proverbio tradicional.
El Eclesiastés acaba de establecer su relación entre la sabiduría y otros asuntos, dolor, alabanzas, paciencia, entre otros.
¿Cuál es la relación que personalmente establecemos nosotros?.
El sabio invita ahora a meditar despacio sus sentencias, no es una sabiduría para aprender, sino para meditar y profundizar.
Versos del 15 al 24
Honradez y sabiduría. Qohelet disputa de nuevo abiertamente con la tradición sapiencial, el verso 15 se muestra en contra de Deuteronomio 4, 40.
Los versos 16-17 aconsejan con ironía no tomarse la vida demasiado en serio, tal vez, por influencia helenística del “justo medio”.
Los versos 23-24 afirman que la sabiduría es inalcanzable, como Job 28, 1-27.
Pero en el fondo, su interés principal sigue siendo, como en la sabiduría clásica, ser sabio, el verso 19 compara la sabiduría y al sabio con el poder, en lo que parece una cita de Proverbios 24, 5.
La mirada a la realidad y a la experiencia es siempre el punto central de la reflexión del Eclesiastés, incluso contra lo que siempre se haya considerado o transmitido como verdadero.
De aquí arranca su crítica, mas también su sincero deseo de alcanzar la verdadera sabiduría.
Versos del 25 al 29
La mujer. El tema de la mujer es muy frecuente en la literatura sapiencial de la Biblia y también de los pueblos circundantes de Israel, Egipto y Mesopotamia.
Generalmente, la valoración que se hace es negativa, la mujer como trampa se encuentra en Jueces 16, 4-6.
Previenen contra la mujer la sabiduría antigua egipcia de “Ptah-hotep” y la más reciente de “Ani”, o el “Diálogo babilónico de un amo con su esclavo” (Proverbios 22, 14; 23, 27-29).
No ha de sorprender, por tanto, lo que Qohelet concluye en esta nueva sección.
Una vez más, hemos de ser conscientes de que debemos interpretar y estudiar, no simplemente asumir, los textos de la Escritura, de otro modo no llegaríamos al centro de lo que quieren expresar.
El Eclesiastés habla como lo hacían sus contemporáneos y en su deseo de alcanzar sabiduría, no teme enfrentarse incluso a las afirmaciones clásicas plenamente asumidas.
El autor plantea que la mujer es motivo de sacrificios para el hombre, como la Ekklesía lo es para Cristo, en lo que respecta en la dureza de su alma, para asumir humildemente la guiatura de la cabeza.
Sabiamente se expresa que YEHOVAH DIOS libra de la mujer insensata, al hombre que verdaderamente se santifica para obedecer a Yeshúa.
Este tipo de comentarios recurrentes en cuanto a la ingratitud de la mujer debe asumirse como el estado general de la Ekklesía, en la prolongación de un estado de rebeldía en el cual se quiere hallar una vida de realización apartando el habito de la mortificación.
¿Por qué en la actualidad tanto la Ekklesía como la mujer dan testimonio de ser infelices?.
La respuesta a esto se haya en su constante aversión en encontrar contentamiento en los designios del Amado, donde en vez de sujetarse, continuamente desea que se le satisfaga según sus demandas y no de acuerdo a la máxima de la sujeción que reviste el respeto.