Mosqueteros de Yehovah

Amós Capítulo 6

Versos del 1 al 14

Tercer ay, lujo y riquezas. Se cierra la lamentación iniciada en 5, 1 y la sección de los oráculos iniciada en el capítulo 3 con este tercer “ay”, que de nuevo tiene tintes de maldición y castigo.

No debemos olvidar que en el contexto político inmediato, Israel está pasando por un buen momento.

Su desagradable vecino del norte, Siria, con su capital Damasco, que había tenido serias pretensiones de invasión y dominio sobre el territorio de Israel, ha recibido un durísimo golpe por parte de Asiria.

Tal coyuntura ha permitido a Israel gozar de un período de relativa paz y tranquilidad, ha recuperado territorios perdidos y conquistado otros nuevos.

Además goza de prosperidad económica, he ahí por qué el profeta llama a Israel con cierta ironía “la primera de las naciones”, pues así se sienten sus dirigentes.

Tal ambiente ha producido la sensación de haber “agarrado el cielo con las manos”.

Pero dicha prosperidad y tranquilidad no son gratuitas, debajo de ellas hay todo un ambiente de empobrecimiento y de desprecio por el pobre que choca con el bienestar y la abundancia de los pocos privilegiados.

El disgusto más grande que siente el profeta, y que pone en labios del Altísimo, es que esta élite no se duele de la suerte del pueblo.

Abundancia de pan, bebida y despilfarro, todo a expensas del pueblo que vive en la miseria.

Los versos 8 al 11 concretan el desenlace fatal de la acusación.

Queda claro que dicho desenlace ha sido causado por los propios responsables de la dirección del pueblo y sus asuntos, porque en medio del espejismo producido por el bienestar mal conducido, permitieron todo esto, su destino se lo buscaron ellos mismos (vs 14).

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