Mosqueteros de Yehovah

Amós Capítulo 7

En los capítulos del 7, 1 al 9, 15 se presentan las visiones. La segunda parte del libro está compuesta por cinco visiones sumamente simples, pero cargadas de mucho significado.

Se intercalan el incidente de Amós con el sacerdote Amasías (Amos 7, 10-17) y un nuevo oráculo contra la clase poderosa del reino del Norte (Amos 8, 4-14)

Para terminar con una especie de confesión de fe, sobre el único señorío de YEHOVAH en la historia.

Conviene resaltar varios elementos de esta segunda parte, organizados como las piezas de un ensamblaje que ayudan a ver la “lógica” armónica de todo el libro:

1. La visión como algo constitutivo del ministerio profético.

2. La urgencia interior del profeta, que lo obliga a hablar “a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella”.

3. Otro elemento constitutivo de la experiencia del profeta es la intercesión.

4. La independencia del profeta respecto al poder y al poderoso de turno.

5. La conciencia de su identificación con la causa del Altísimo, la cual coincide perfectamente con la causa del empobrecido, del marginado, del sin-nada.

6. La experiencia profunda de YEHOVAH, que le lleva a la firme convicción que la palabra que anuncia es Palabra de YEHOVAH.

7. El verdadero profeta no se “gana” la vida profetizando, al profeta asalariado no le importa mucho la causa de YEHOVAH, sino la causa de su amo, que nunca coincide con la causa de los empobrecidos.

Versos del 1 al 6

Encontramos las dos primeras visiones, que poseen, por lo menos, dos cosas en común:

1. Se trata del plan del YEHOVAH para exterminar a su pueblo valiéndose de dos catástrofes naturales, la plaga de las langostas (vs 1-2a) y una sequía (vs 4).

2. Del modo más natural, Amós ejercita el ministerio de la intercesión por el pueblo (vs 2b. 5), ante lo cual YEHOVAH se arrepiente y se abstiene de destruirlo (vs 3. 5).

La intercesión, como sabemos, era otro de los elementos constitutivos del ministerio profético (Jeremías 14, 19-22; 37, 3; 42, 2).

El motivo de la intercesión de Amós coincide con el motivo del arrepentimiento de YEHOVAH: la pequeñez del pueblo.

Pero, ¿sabrá mantener Israel esa conciencia de ser “pequeño” y necesitado de YEHOVAH?.

Versos del 7 al 9

Encontramos la tercera visión, que está relacionada con algo que se había convertido en escena común en Israel, la fabricación de lanzas y espadas para la guerra.

Una buena cantidad de comentadores sólo ven aquí la figura de un hombre que trata de nivelar un muro con la plomada.

Pero el contexto histórico y las palabras que cierran la visión nos ayudan a entender más bien la febril actividad de la industria bélica, donde se utilizaba el estaño o el mineral de donde se extrae dicho metal.

Poseer esta materia prima era claro símbolo de poder militar, con esas mismas armas que se empeña en fabricar Israel, el Señor combatirá a Jeroboám, es decir, a todo el reino del norte.

Muy difícilmente, la imagen de un albañil que nivela un muro con su plomada suscitaría una conclusión de tipo bélico, y más difícil aún, esa misma imagen haría que Amasías enviase emisarios al rey reportando la presencia de un terrorista en el reino.

En esta visión, Amós sabe que no tiene caso interceder. Israel mismo ha elegido su destino en cabeza de sus dirigentes, ni YEHOVAH mismo puede echar para atrás esa decisión.

Israel va a la autodestrucción por su propia voluntad, como de hecho sucede con todos los se creen como el Israel de este período.

Versos del 10 al 17

Amós y Amasías. Cuando la religión depende de la institución política oficial, irremediablemente se presentan incidentes como éste entre Amós, profeta de YEHOVAH  y Amasías, sacerdote a sueldo del santuario del rey.

Las perspectivas son totalmente contrarias, mientras que la voz de Amós, conciencia crítica de un sistema que poco a poco se autodestruye, busca en el fondo salvar al pueblo.

Amasías, con la típica visión obtusa de quien sólo piensa en el poder establecido, no puede sino concluir que se trata de un conspirador, un terrorista que atenta contra la seguridad y la “legitimidad” de la nación.

¡Lo mejor de todo es que, desde su pobre mentalidad, se siente obligado a darle un “buen” consejo al profeta y recordarle que se halla en “el espacio” del rey!.

Semejante atrevimiento hace que Amós revele el origen y sentido de su vocación.

Si Amós fuera profeta a sueldo, lo último que se le ocurriría sería tocar los “intereses” del rey.

Pero por tratarse de un hombre de YEHOVAH, profeta del Altísimo, su acción no puede circunscribirse a espacios “autorizados”, ni su voz puede tener las características de dulce melodía para todo el mundo.

El trágico final del pobre Amasías es premonitorio, así termina la institución religiosa cuando su horizonte se confunde con el horizonte de los opresores.

Aquí hay una clave muy clara que permite o que impulsa a la crítica sana de las religiones modernas.

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