Mosqueteros de Yehovah

1 Tesalonicenses Capítulo 4

Versos del 1 al 12

Vida cristiana. La relación de fraternidad que existe entre los tesalonicenses hace que las exhortaciones con que Pablo se dirige a ellos sean, ante todo, un ruego.

Pero este ruego incluye mandatos e instrucciones que, aunque son del Apóstol, “como les recomendamos” (vs 11), no son propias de él, sino dadas “en nombre del Señor Yeshúa Ha Mashíaj” (vs 2).

El fundamento de las instrucciones morales que les va a dar es la voluntad de Yehovah Dios que “sean santos” (vs 3), lo cual implica un progreso de transformación personal y comunitaria, siguiendo el camino de conducta cristiana que “ya conocen” (vs 2).

El Apóstol llama la atención de los tesalonicenses sobre dos conductas viciosas que se deben evitar: el desenfreno sexual en griego “porneia”, de donde viene “pornografía” y la codicia, vicios que va a fustigar de nuevo en Romanos 1, 29-31 y en 1 Corintios 6, 9-10.

No es que Pablo reduzca toda la moralidad cristiana a la moral sexual, pero sí es cierto que en la sociedad decadente de su tiempo, sobre todo en las ciudades, el desenfreno y la promiscuidad sexual eran la señal más evidente y notoria de una corrupción generalizada.

De ahí que la práctica cristiana de una conducta sexual exigente e intachable fuera tan importante como signo de la sociedad alternativa y contracorriente que el Evangelio había inaugurado.

Para Pablo, la vivencia cristiana de la sexualidad tiene un marco, el matrimonio, y un fundamento: el conocimiento de Yehovah Dios que se traduce en el amor (sacrificio) fraterno que confiere una dignidad sagrada a ambos esposos.

Y como el cónyuge más necesitado de respeto y dignidad es la mujer, el Apóstol exhorta al esposo a “usar de su cuerpo (esposa) con respeto sagrado” (vs 4).

Otro vicio que se debe evitar es la “codicia”, que el Apóstol expresa en el verso 6 con la palabra griega “pragma” y que puede significar, o bien “asunto” referencia eufemística a “adulterio”, o “negocio sucio” explotación económica del prójimo.

Sea cual fuere su significado, tanto la injusticia como el adulterio son una agresión contra la dignidad del hermano o de la hermana, e irán siempre unidas en la condena de Pablo (1 Corintios 6, 9-10).

El Apóstol hace todavía dos recomendaciones más, una respecto al amor mutuo y otra a una vida laboriosa y ordenada.

Como indica la carta segunda a los tesalonicenses, parece que la expectación de la “venida de Yeshúa” inducía a algunos a despreocuparse de los asuntos de cada día, incluso del trabajo, lo cual desacreditaba al pequeño grupo cristiano ante los paganos y los hacía padecer necesidad sin razón.

Versos del 13 al 18

Este pequeño pasaje de la carta sobre el tema de la venida de Yeshúa, es la parte más importante. Lo ha venido anunciando en los capítulos anteriores y ahora quiere precisar y responder a una duda concreta de los tesalonicenses.

Todo el Evangelio que Pablo anuncia está traducido en la urgencia inminente de la venida de Yeshúa. Más que inminencia temporal de días o de años, el Apóstol se ha referido siempre al dinamismo trasformador de la “esperanza cristiana” que se traduce en actitud de expectación, firmeza y vigilancia, como si el Señor estuviera ya llegando de un momento a otro.

El entusiasmo de Pablo daba alas a su esperanza y se veía a sí mismo vivo aún, participando en el triunfo definitivo del Mashiaj (1 Corintios 15, 51; Filipenses 3, 21; Romanos 13, 11).

También sus comunidades, por lo visto, se habían contagiado del entusiasmo del Apóstol. A los veinte años aproximadamente de la muerte de Jesús, los cristianos vivían expectantes, aguardando el “día del Señor” de un momento a otro.

Pablo comienza por rechazar la tristeza como incompatible con la esperanza cristiana, y a continuación explica el motivo: también los que han muerto irán al encuentro glorioso con Yeshúa.

El Padre que resucitó a Cristo hará otro tanto con los que han muerto en Él. Así, los vivos en compañía de los resucitados “seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al encuentro con Yeshúa” (vs 17).

Los datos descriptivos están tomados del repertorio de la literatura apocalíptica: ángel y trompeta (Mateo 24, 31; Isaías 27, 13), bajada del cielo y arrebato en nubes (Daniel 7, 13).

Este párrafo se puede comparar con un texto posterior de la primera carta a los Corintios (1 Corintios 15).

El objeto de la esperanza es vivir para siempre con Yehovah Dios, quien “llevará con Yeshúa a los que murieron con él” (vs 14).

Más adelante lo repite: “y así estaremos siempre con el Señor” (vs 17).

Esta esperanza ya se apuntaba en el Antiguo Testamento: “me colmarás de gozo en tu presencia, de delicias perpetuas a tu derecha” (Salmo 16, 11); ahora se revela en Yeshúa Ha Mashiaj y sostiene a la comunidad cristiana en su peregrinación terrena.

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