Mosqueteros de Yehovah

1 Tesalonicenses Capítulo 3

Versos del 1 al 5

Preocupaciones apostólicas de Pablo. La ansiedad y preocupación del Apóstol por los tesalonicenses son evidentes en toda la carta.

La situación no era para menos, desde que puso su pie en Grecia fue constantemente perseguido, lo cual le mantuvo apartado de ellos.

En Filipos, las autoridades le invitaron a abandonar la ciudad (Hechos 16, 39); tuvo que escaparse de Tesalónica con la ayuda de los hermanos (Hechos 17, 10); tuvo que huir también de Berea (Hechos 17, 14-15) hacia Atenas, donde su predicación no dio los resultados que él probablemente esperaba (Hechos 17, 32).

Mientras tanto, la pequeña comunidad cristiana de Tesalónica estaba en peligro a causa de la presión y agresividad de sus mismos conciudadanos paganos.

¿Se mantendrían firmes en la Fe?, ¿Había fracasado toda su misión en Europa?.

Solo e impotente en Atenas, Pablo decide enviar a Timoteo a Tesalónica, quizás portando una carta de ánimo. Su fiel colaborador no es conocido en la ciudad, pues no participó en la evangelización de los tesalonicenses, habiéndose quedado en Filipos (Hechos 17, 14).

Esto hará que pueda pasar desapercibido y no despertar sospechas. Y como los tesalonicenses no conocen a Timoteo, Pablo lo presenta y lo recomienda: es un “hermano nuestro, ministro de Yehovah Dios para la Buena Noticia del Mashiaj” (vs 2), capaz de exhortar, animar y consolidar a los hermanos.

El Apóstol está aludiendo a la tribulación que le afecta tanto a él como a su comunidad, afirmando que “tienen que sufrir estas cosas” (vs 3), como si les dijera que sólo cargando la cruz pueden ser seguidores de Yeshúa crucificado.

En su iniciación cristiana, los tesalonicenses ya han sido preparados para las tribulaciones, de ahí que la situación presente puede describirse con un lacónico: “y así ha sucedido, como ustedes pudieron comprobarlo” (vs 4b).

Versos del 6 al 13

Buenas noticias de Tesalónica. El regreso de Timoteo con las buenas noticias que le trae de Tesalónica hace irrumpir a Pablo en una emocionada acción de gracias.

Su aprehensión y ansiedad acerca de la fuerza de la fe de los tesalonicenses y de la dudosa opinión que podrían tener de él, su evangelizador, carecían de fundamento.

De evangelizador, Pablo pasa a sentirse evangelizado: “nos sentimos revivir por su fidelidad a Yeshúa” (vs 8) y “por el gozo que nos hacen sentir ante nuestro Yehovah Dios” (vs 9).

Su comunidad, de la que el Apóstol dudaba, es la que da consuelo, nueva vida y gozo a un apóstol que atravesaba un período de soledad y desaliento.

El amor que le une a los tesalonicenses es al mismo tiempo capaz de comunicarse a todos. Semejante amor, no por interés egoísta, es don de Yehovah Dios.

A este amor universal les exhorta el Apóstol, que no es sino la respuesta cristiana y misionera a aquellos que les causan dolor y tribulación.

Pablo termina esta primera parte de la carta como ha terminado los capítulos precedentes (1, 10; 2, 19), es decir, abriendo a la comunidad el horizonte último de la historia “cuando venga nuestro Señor Yeshúa con todos sus santos” (vs 13), cuya esperanza los mantendrá firmes en la tribulación presente.

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