Mosqueteros de Yehovah

1 Tesalonicenses Capítulo 2

Versos del 1 al 20

Ministerio de Pablo en Tesalónica. Recordando emocionado su actividad misionera entre los tesalonicenses, las palabras de Pablo tienen algo de autodefensa y apología de su ministerio y mucho de manifestación de afecto.

Reitera expresiones como “saben, conocen, son testigos”, en una especie de amable complicidad: aunque ya lo saben… yo les digo.

El conjunto es una especie de autobiografía apostólica, escrita por Pablo en un momento de cierta ansiedad o aprehensión con respecto a la comunidad.

Tuvo que marchar muy pronto de Tesalónica (Hechos 17, 1-8), sin haber podido regresar a visitar a sus fieles, y teme que algunos le hayan podido confundir por un charlatán de tantos que abundaban en aquella época.

Esta autodefensa, como veremos, resultó innecesaria.

Pablo habla de su vocación de apóstol, confirmada por sus sufrimientos en Filipos (Hechos 16, 16-40); describe sus sanas intenciones en la predicación, sobre todo su desinterés, los charlatanes itinerantes de la época lo hacían por dinero, y también la buena acogida que los tesalonicenses le dispensaron y el éxito de su trabajo misionero entre ellos.

Su actitud ha sido de entrega, como de una nodriza, como de un padre, como de alguien dispuesto a dar la vida.

En cuanto a su método de predicación, lo suyo ha sido “proponer” más que “imponer”. Y algo muy importante, Pablo sabe que el anuncio evangélico tiene que ir respaldado por una vida intachable, y así menciona su trabajo manual para no ser gravoso a sus evangelizados que frecuentemente eran pobres.

Quizás se refiera a su oficio de tejedor de tiendas de campaña, tal como nos narra Hechos 18, 3.

En el ambiente griego, el trabajo manual era considerado humillante, cosa de esclavos (2 Corintios 11, 7), pero Pablo está dispuesto a todo por el bien del Evangelio.

Retoma la acción de gracias (1,5-6) para exponer en concreto la tribulación sufrida. Pero antes completa y enriquece la doctrina sobre la Palabra del Evangelio que se ha referido antes (1, 5).

La Palabra del predicador del Evangelio es palabra humana, pronunciada por Pablo; pero es también “Palabra de Yehovah Dios” y, como tal, activa por sí, independiente de cualquier resorte humano de persuasión.

En cuanto a las penalidades sufridas, éstas vinieron de los paganos que ponían trabas e incluso perseguían a sus paisanos conversos.

Pero a Pablo parece dolerle más la hostilidad de los judíos (Salmo 55, 14-15).

Las duras expresiones que usa se han de entender a la luz de los acontecimientos narrados en Hechos 17 que ocasionaron su huida precipitada de Tesalónica.

Se refiere a aquellos judíos que se resisten a aceptar el Evangelio y luchan contra su difusión. Ellos, a quienes equipara a Satanás, le están impidiendo regresar a la ciudad.

Pero aunque esté separado físicamente de los tesalonicenses, los lleva en el corazón y esta comunión mutua se manifestará como su gloria y su Corona el Día de la Venida de Yeshúa.

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