Versos del 1 al 23
Diez promesas. Podríamos denominar este capítulo como un “oráculo múltiple”, porque son diez oráculos en uno solo.
Para intentar entenderlo mejor podemos reducirlo a un esquema muy sencillo, promesa-exigencias-efectos hacia el futuro.
El profeta parte de una actitud de YEHOVAH, ÉL está celoso por Sión, arde en deseos de volver a habitarla (vs 2), y decide volver, por tanto, promete establecerse en ella (vs 3) y poblarla de nuevo (vs 4-5).
Aunque para muchos sea algo imposible lo que YEHOVAH piensa realizar (vs 6), ÉL está decidido a salvar a su pueblo, ÉL mismo hará volver a los dispersos (vs 7), con ellos promete restablecer en primer lugar la Alianza: “ellos serán mi pueblo, yo seré su DIOS YEHOVAH auténtico y legítimo” (vs 8).
Con la restauración de la Alianza vienen las promesas de un cambio de situación, que comienza con la normalización de las relaciones interpersonales o, si se quiere, intergrupales (vs 10).
Cambio de situación en lo que atañe al necesario bienestar y prosperidad (vs 12), que se traduce en bendición (vs 13) y paz (vs 15), elementos esenciales del “shalom” hebreo y del “salam” árabe.
Estas promesas, fruto de la decisión divina, implican unos compromisos efectivos (vs 16-19) que tienen que ver tanto con la relación con los demás, justicia y rectitud (vs 16. 17a), como con las relaciones con YEHOVAH (vs 17b. 19).
Las promesas inquebrantables de YEHOVAH y el esfuerzo del pueblo por cumplir sus compromisos, traerán efectos propios a la vida interna (vs 9-15).
Y a la vida externa, muchos otros se animarán a regresar, pero también pueblos y naciones de otras lenguas llegarán hasta Jerusalén atraídos por las obras de YEHOVAH DIOS; allí le adorarán y pedirán también ellos su protección (vs 20-23).