Versos del 1 al 8
Juicio de Jerusalén. La intención del oráculo contra las naciones de Sofonías 2, 4-15 era hacer entender a Judá que a ella también podría pasarle lo mismo.
Sin embargo, no se dio por enterada, no escarmentó (vs 1), entregada como estaba a toda clase de delitos y pecados, desde los príncipes y dirigentes hasta sus profetas y sacerdotes (vs 3).
Como no escarmentaron con el castigo infligido a las demás naciones (vs 6-7), ahora YEHOVAH acusará y castigará a su pueblo como al resto (vs 8).
La mención en el verso 3 de los príncipes ha hecho pensar en el período en el cual gobernó en Jerusalén una junta real, dado que Josías era apenas un niño cuando heredó el trono
Por ello, se supone que Sofonías ejerció su ministerio profético en tiempo de Josías, aunque no propiamente de su reinado.
Versos del 9 al 20
Restauración. De la amenaza de destrucción universal se pasa súbitamente a la promesa de salvación.
El castigo, por tanto, no es de destrucción total, sino un remesón purificador.
Los versos 9-10 anuncian la purificación universal que luego se concreta en la salvación centrada en Jerusalén, lugar adonde vendrán todos los adoradores del Señor a presentar sus ofrendas.
Lo harán sin ninguna vergüenza por los delitos pasados, porque YEHOVAH habrá arrancado de cada uno su soberbia (vs 11).
La otra imagen que comenzará a mostrar Jerusalén está fundada sobre un pequeño resto fiel con el que eYEHOVAH comenzará a cumplir sus promesas (vs 12-13).
Este resto, también llamado pueblo pobre y humilde, es la antítesis del pueblo que describió en versos 3-4.
Éste sí hará posible la inauguración de una nueva época marcada por la justicia, la paz, la tranquilidad y la alegría de sus habitantes.
En medio de ellos estará el Altísimo como buen pastor buscando y reuniendo de nuevo al redil (vs 19)