El Salmo 115 continua con la colección de los salmos Hallel (Salmos 113 al 118) entonados por los judíos durante las celebraciones de la Pascua.
Por lo tanto, son parte de los himnos entonados por Yeshúa Ha Mashiaj y sus discípulos en la noche que fue traicionado, arrestado y antes de su crucifixión (Mateo 26, 30 y Marcos 14, 26).
Es especialmente importante el considerar el Salmo en el corazón y los labios de Yeshúa en ese gran momento.
En lo concerniente a la estructura del Salmo, la opinión de la mayoría de los estudiosos es que este Salmo es litúrgico, con la intención de ser cantado por grupos alternados de adoradores, los Sacerdotes, el Sumo Sacerdote y el Pueblo.
Versos del 1 al 2
Alabanza y una Oración sutil, el cantante del Salmo 115 entendió que cuando YEHOVAH DIOS hace cosas maravillosas, la Gloria no debe ser dada al Pueblo de DIOS “no a nosotros”, incluso si ellos fueron, de alguna manera, parte activa del trabajo.
La Gloria debe ser dada a YEHOVAH DIOS y a Su Santo Nombre.
Solo la misericordia de YEHOVAH DIOS significa que ÉL es digno de alabanza y de Gloria y no su Pueblo que es el que recibe esta misericordia.
Podemos agregar su verdad, porque la verdad está fundamentada en ÉL y no en su Pueblo.
De nuevo en los Salmos, la misericordia se traduce de la gran Palabra hebrea “hesed”, la cual puede ser entendida como “la gracia de YEHOVAH”, Su Amor Leal, de Pacto para su Pueblo.
Cuando Juan escribió después, Gracia y Verdad vinieron a través de Cristo Jesús (Juan 1,17), lo escribió con la misma idea del salmista y la vio perfectamente cumplida en Jesús.
Esta es una oración de forma artística, la petición es hecha de forma sutil pero poderosa.
El salmista le pide a YEHOVAH DIOS, que libere a Su Pueblo para que pueda ser glorificado en medio de las naciones y los gentiles no tendrán ninguna razón para pensar que DIOS se ha olvidado de ellos.
Versos del 3 al 8
La exaltación de YEHOVAH DIOS por encima de los ídolos de las naciones, en el mejor de los casos, las naciones adoraban a seres imaginarios y a la proyección de sus propios deseos y lujuria, en el peor de los casos, las naciones adoraban espíritus demoníacos.
Aun así, YEHOVAH, el DIOS del Pacto de Israel es diferente, vive y reina en los cielos y soberanamente todo lo que quiso ha hecho.
“Nuestro DIOS está en los cielos” (vs 3), donde debería de estar, muy por encima de la burla de los mortales, escuchando todas las vanas palabrerías de los hombres, pero mirando con una burla silenciosa a los edificadores de Babel.
El salmista expone la locura de la idolatría, hombres adorando estatuas de plata y oro que ellos mismos hicieron “obra de la manos del hombres” (vs 4), los ídolos están diseñados según la imagen de los hombres (boca, ojos, nariz, manos, pies y garganta).
Sin embargo, no pueden hacer con esas partes lo que sus creadores hacen con ellas, hablar, ver, oír, oler, palpar, andar o siquiera balbucear. ¡Los hombres adoran cosas que tan obviamente están por debajo de ellos!.
El salmista entendió que cuando los hombres adoran cosas por debajo de ellos, los humilla, ellos empiezan a perder la fuerza de su propia habilidad para percibir e interactuar con el mundo.
Todos los que los hacen o que confían en los ídolos tendrán esto como su destino y los dioses falsos siempre humillan a los hombres, nunca los enaltecen.
Es virtualmente una ley espiritual “nos volvemos como lo que adoramos”.
Cuando adoramos al único YEHOVAH DIOS verdadero quien reina en justicia, el DIOS perfectamente revelado en Yeshúa Ha Mashiaj, nos volvemos más como ÉL, cuando adoramos a los falsos y vanos ídolos, nos volvemos más como ellos.
La adoración sin duda generará similitud, un dios lujurioso y cruel hará que sus devotos sean iguales.
Los hombres hacen a sus dioses de acuerdo a su imagen, los dioses hacen a los hombres conforme a la suya, el mismo principio que degrada a los idólatras exalta a los cristianos a la imagen de Cristo.
Versos del 9 al 11
Un llamado a Confiar en el Señor, conocer la locura de la idolatría debería de renovar nuestra confianza en el verdadero YEHOVAH DIOS y obligarnos a mirarlo a ÉL como nuestro “socorro y escudo”.
En esto tenemos algo del corazón de Pedro cuando dijo, “Señor, ¿A quién iremos? Si solo tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6, 68).
Vemos que la exhortación del cantante no era solamente a creerle a YEHOVAH, sino también a confiar en YEHOVAH.
Esto va más allá de simplemente creer que ÉL es digno de confianza, sino a colocar nuestro creer, nuestra confianza y nuestra dependencia en ÉL y no en nosotros mismos o en los ídolos.
A pesar de nuestras muchas decepciones al mirar a otros lados en busca de socorro y escudo, nosotros somos muy rápidos en repetir los errores.
Necesitamos escuchar el sentido común de la exhortación para no mirar a ningún otro lado por ayuda y protección.
Podemos imaginarnos a un idólatra teniendo que ayudar o proteger al ídolo que hizo o compró, es mucho mejor tener un DIOS que puede ser nuestro socorro y escudo.
Si el Pueblo de DIOS como un todo tiene que confiar en el Justo Juez, entonces aquellos que son llamados sus siervos deben de confiar en ÉL aún más.
Era justo y correcto para toda la casa de sacerdotes, para toda la casa de Aarón, el considerar al DIOS de Israel como nuestro socorro y escudo.
Aquellos que realmente respetan y reverencian a YEHOVAH DIOS deben de tomar el paso lógico de confiar en YEHOVAH.
Este tercer grupo “los que temen a YEHOVAH” (vs 11) puede referirse a los gentiles que aman y honran al DIOS de Israel pero que no se volvieron judíos.
En el Nuevo Testamento estas personas son conocidas como los que temen a DIOS (Hechos 10, 1-2; 13, 16; 13, 26) y el título puede venir de pasajes antiguos como este.
El Antiguo Testamento reconoce a los gentiles que honran al DIOS de Israel (1 Reyes 8, 40-41; Isaías 56, 6).
El pensamiento de llamar a aquellos que temen a YEHOVAH “los que temen a DIOS”, gentiles que honran al DIOS de Israel, llamándolos a confiar en el Altísimo deben de haberle sonado especialmente dulce a Yeshúa en la noche de la última cena, sabiendo que tan grande la cosecha entre los gentiles sería próximamente.
Versos del 12 al 13
La confiada garantía de aquellos que hacen al Señor su apoyo y su escudo, el salmista sacó del pasado de fidelidad de YEHOVAH DIOS y lo uso como una razón para su confianza a sus futuras bendiciones.
ÉL no nos ha olvidado en el pasado y no nos olvidará en el futuro, que el Todopoderoso recuerde a su Pueblo, es igual a Bendecirlos.
Las bendiciones son pronunciadas sobre aquellos que fueron llamados a confiar en el Señor en los versos del 9 al 11, todos los que confían en ÉL serán bendecidos, los pequeños y grandes.
Versos del 14 al 15
Una Bendición es pronunciada, en el mundo del antiguo Israel muchos veían a los ídolos de las naciones en busca de fertilidad para incrementar los campos, el ganado y la familia.
Al darle las bendiciones a aquellos que temen y confían en el Señor, el salmista reconoce a YEHOVAH DIOS como la verdadera fuente de tales bendiciones, extendiéndolas incluso a sus hijos.
Una vez más en este salmo, YEHOVAH es exaltado por encima de los ídolos de las naciones, ÉL solo es el que hizo los cielos y la tierra.
Versos del 16 al 18
Cielo, tierra y la alabanza desde ahora y para siempre, el salmista reconoce la autoridad de YEHOVAH DIOS como Creador tanto del cielo como de la tierra (verso 15).
Reconoce el dominio continuo del Altísimo sobre los cielos, el cielo azul, el cielo de las estrellas y el cielo donde YEHOVAH DIOS mora.
Aunque DIOS tiene autoridad sobre la tierra como su Creador, le ha dado un dominio significativo de ella a los hijos de los hombres.
El salmista sin duda tenía en mente la concesión que DIOS le dio a Adán y a sus descendientes de dominio sobre la tierra, Génesis 1, 26-30; 2, 19-20.
Este dominio dado por YEHOVAH DIOS significa que los hombres y las mujeres deben de utilizar la tierra y sus recursos para el bien de la humanidad y como sabios y fieles mayordomos, podemos usar, pero no debemos desperdiciar ni destruir.
Sus voces ya no se escuchan entre los vivos, cualquier coro celestial al que se unan, ahora están ausentes del coro terrenal y su alabanza ya no testificará más a aquellos que rechazan y se resisten al DIOS verdadero.
Cuando Yeshúa Ha Mashiaj entonó esto con sus discípulos (Mateo 26, 30; Marcos 14, 26), podemos considerar la profundidad de los sentimientos del Mesías, quien cantó sabiendo que no volvería a cantar esto con sus discípulos de nuevo.
Dada la percibida falta de certeza de alabanza en la siguiente vida desde la perspectiva del salmista, la grandeza de DIOS y las impactantes bendiciones que ÉL le ha dado a la humanidad.
YEHOVAH es digno de ser alabado desde ahora y para siempre, es algo a lo que el Pueblo de DIOS puede decir “¡Alabado sea DIOS!” (Aleluya).
Puede tener el sentido, en esta vida y en la próxima, podemos decir que esto nos enseña que solamente hay dos tiempos en los que tenemos que alabar Aleluya, “desde ahora y para siempre”.