Mosqueteros de Yehovah

Lucas Capítulo 20

Versos del 1 al 8

La autoridad de Yeshúa. Durante el ejercicio de su ministerio, lejos de Jerusalén, los adversarios de Yeshúa siempre fueron los fariseos y los escribas o juristas.

Éstos intervienen por última vez en el momento de la aclamación de Yeshúa como Rey, muy cerca de Jerusalén, al pie del monte de los Olivos.

El tipo de conflicto entre fariseos y Yeshúa tenía como base prácticamente todo lo relacionado con aspectos doctrinales, de ortodoxia, la interpretación y el cumplimiento de la Ley.

Ahora los adversarios de Yeshúa adquieren otro rostro y otro motivo de fondo; se trata de los más altos dirigentes: sumos sacerdotes, letrados y ancianos.

Ellos no tienen interés en discutir sobre aspectos doctrinales, sino sobre la autoridad y poder de Yeshúa.

En el diálogo con Yeshúa, ellos salen mal librados porque Él los atrapa en sus propias redes.

Sabemos que este motivo (autoridad y poder) seguirá creciendo dramáticamente y que Yeshúa no estará dispuesto a ceder ni autoridad ni poder.

Porque en su propuesta, estas dos realidades son servicio, amor y entrega, ceder en esto es bendecir el status quo del hombre y no poner en primer lugar a YEHOVAH Dios.

Versos del 9 al 19

Parábola de los viñadores malvados. Yeshúa deja aparentemente sin respuesta la pregunta sobre su autoridad que le han formulado los dirigentes de Israel.

Es obvio que esta parábola es la respuesta a la autoridad con que él enseña, denuncia, anuncia y realiza gestos y acciones.

Yeshúa resume la historia de las relaciones de YEHOVAH Dios con su pueblo, marcadas por la desobediencia, la rebeldía y el rechazo a los profetas.

En cada envío, el Dueño de la viña buscaba que sus arrendatarios rectificaran su modo de proceder, pero éstos siempre hicieron lo mismo.

Por último, el Amo envía a su Hijo Amado, pues guardaba la esperanza que a Él sí lo respetarían y que ahora sí, el proyecto original se encarrilaría de nuevo (vs 13).

Con las palabras del verso 13, Yeshúa reivindica para sí su ser y su misión de Hijo de YEHOVAH y enviado.

De una vez queda claro que la intención del Padre no es que su hijo muera, sino que los arrendatarios recapaciten, asuman que se trata de una última oportunidad para ponerse al servicio del plan de la justicia y de la vida; mas ellos se empecinan en seguir matando.

Versos del 20 al 26

Sobre el tributo al César. Arrestar a Yeshúa se ha convertido en una necesidad para los dirigentes político-religiosos, pero no podían por temor al pueblo.

Lo más práctico era, entonces, tenderle una trampa y buscarle la caída por el lado político civil, para que el representante del poder romano se encargara de Él.

Y así quedar ellos como inocentes ante el pueblo al que tanto temían.

La intención, es hacer que Yeshúa tome partido respecto a un espinoso tema que tenía dividido al judaísmo desde que Roma se había erigido como dueño y amo absoluto también del Cercano Oriente: el impuesto al emperador, causa por la cual ya se habían dado refriegas y revueltas.

La respuesta de Yeshúa es hábil e inteligente y no da lugar para acusarle ni de colaboracionista ni de rebelde.

Antes bien, deja en sus interlocutores un dilema aún mayor, pero con un gran sentido: ellos mismos tienen que establecer según el criterio de la justicia, qué es lo que corresponde a YEHOVAH y qué es lo que corresponde al César.

Versos del 27 al 40

Sobre la resurrección. Los saduceos, que no creían en la resurrección, intentan enredar a Yeshúa con una pregunta de tipo casuístico basados en la Ley del levirato (Deuteronomio 25, 5-6).

La respuesta de Yeshúa hace ver, en primer lugar, que el matrimonio es una realidad temporal, natural y necesaria para la prolongación de la especie.

En segundo lugar, en la resurrección ya no habrá necesidad de una serie de cosas que eran necesarias al ser humano, ya que la resurrección no es la simple prolongación de esta vida con sus necesidades y deficiencias, sino un estado de vida absolutamente pleno donde ya no habrá necesidades que satisfacer.

En tercer lugar, Yeshúa prueba con la Escritura que YEHOVAH es un DIOS de vivos y que por lo tanto la vocación de todo hombre y mujer es llegar a compartir esa vida plena con YEHOVAH.

Versos del 41 al 44

Sobre el Mesías y David. Yeshúa parece hacer notar una contradicción, si el Mesías debía ser hijo de David, ¿cómo es que David lo llama “mi Señor”?.

El Mesías no es inferior a David porque sea “consanguíneo” suyo, es cierto que “desciende” de él por genealogía, pero antes que nada, es el Hijo de YEHOVAH Dios, Su enviado.

Así lo ha manifestado el mismo YEHOVAH en las escenas del bautismo y de la transfiguración de Yeshúa.

También en la parábola de los viñadores homicidas queda establecido que Yeshúa es el hijo amado, el predilecto (vs 23).

Versos del 45 al 47

Invectiva contra los letrados. Yeshúa cierra estas controversias con una advertencia a sus discípulos, en presencia de todo el pueblo, donde quedan al descubierto las actitudes interiores de los letrados y en general de los dirigentes religiosos.

La advertencia o sano consejo es no dejarse llevar por las apariencias de estas personas, porque en realidad son unos codiciosos llenos de envidia y de egoísmo que aparentan agradar a YEHOVAH.

Pero al mismo tiempo no tienen el menor escrúpulo para practicar las peores injusticias.

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