Mosqueteros de Yehovah

Judit Capítulo 4

Versos del 1 al 3

La noticia de que Holofernes destruía y saqueaba los templos cayó como una bomba sobre Israel. El texto supone la unidad nacional.

Tanto los de “Judá” como los “hijos de Israel”, forman parte de la nación hebraica.

No se alude al reino del Norte (Israel) ni al del Sur (Judea), sino al pueblo que adora a un mismo DIOS YEHOVAH en su Templo de Jerusalén.

A pesar de su mucho temor, sabrán reaccionar hasta morir con tal de impedir que Holofernes repita en Jerusalén lo que hizo con los pueblos que se le rindieron.

El pánico de los judíos era tanto más explicable porque recientemente habían subido de la cautividad y se había reunido el pueblo en Judea en torno al Templo.

¿Pertenece el verso 3 al texto original? En dicho verso se mencionan tres acontecimientos:

1) Regreso de la cautividad.

2) Reagrupación del pueblo en Judea.

3) Purificación del templo y de su mobiliario.

¿De qué cautividad y repoblación habla el autor? Del famoso exilio de Babilonia y de la repoblación de Judea bajo la égida de Esdras y Nehemías.

Impresionados por consideraciones religiosas, reaccionaron los judíos y decidieron morir antes que ver saqueado y destruido el Templo de YEHOVAH DIOS.

Si el pueblo judío está dispuesto a morir para defender a YEHOVAH DIOS y su Templo, ¿no “les protegerá el Altísimo y será con ellos” (Judit 5, 21) al ver su buena disposición?

Versos del 4 al 5

Se enviaron mensajeros a toda la región de Israel para anunciar el propósito de resistir a Holofernes.

Llevaban los enviados la orden de que se ocuparan las cimas de los montes, se adueñaran de los desfiladeros de las montañas, se amurallaran las ciudades y se hicieran provisiones.

Se menciona en primer lugar la “región de Samaría”, porque se hallaba amenazada directamente. Ninguna alusión a la enemistad existente entre samaritanos y judíos después del exilio (Esdras 4, 1-5; Nehemías 4, 33-35)·

Toda la retahíla de lugares geográficos se suprime en la Vulgata, la cual se limita a decir: “Y enviaron a toda la región de Samaría hasta Jericó”.

No es de suponer que la Palabra de YEHOVAH DIOS tenga mucho interés en dar a este elenco un valor geográfico estricto.

Los israelitas habían segado ya (Judit 2, 27), lo cual nos dice que los hechos narrados tienen lugar en los meses tres y cuatro, pleno verano de Palestina.

Versos del 6 al 8

Habiendo dado el autor un carácter religioso al ataque de Holofernes, era lógico que fuera el sumo sacerdote el que, en nombre de YEHOVAH DIOS, se enfrentara contra el general impío.

Además de su cargo religioso, reunía en su persona la autoridad política suprema de la nación, ayudado en este cometido por un senado, el consejo de ancianos (2 Macabeos 11, 27).

No había en Jerusalén ni rey, ni gobernador, un sacerdote rige los destinos de la nación hebraica.

La sede del mismo estaba en Jerusalén, supone el texto la existencia de un santuario central y nacional en Jerusalén.

El sumo sacerdote Joaquín (Eliacim), figura en la línea de los sumos sacerdotes en Nehemías 12, 10; 12, 26.

Betulia tiene la misión de aplastar la soberbia de Nabucodonosor.

No hay duda de que el texto localiza la ciudad al norte de Samaría, no lejos del desfiladero que conduce a la planicie de Esdrelón.

Según el texto, se hallaba Betulia en la subida de un monte al pie del cual brotaba un manantial (Judit 6, 11; 7, 3. 7), entre la ciudad y el campo de Holofernes (Judit 7, 1-3) se extendía una pequeña planicie.

Judit y su sierva atravesaron el campamento “rodearon el valle y subieron al monte de Betulia” (Judit 13, 10). Se hallaba cerca de Dotán, verso 6.

La corriente más en boga entre los exegetas tiende a localizar Betulia en Sheik Shibell, a 15 kilómetros al noroeste de Sanur y a 8 al sudoeste de Jenin.

Entre Sheik Shibell y Dotán se extiende la planicie de Schael Arrabe, que produce abundantes pastos por las aguas que manan de dos manantiales.

Con los datos que se dan en los capítulos siguientes se puede llegar a una localización más exacta de Betulia.

La orden de Joaquín era de ocupar las pendientes o subidas de la montaña, porque por ellas era el acceso a Judea.

Era fácil impedir el paso de los que dada la estrechez del desfiladero, viniesen obligados caminando de dos en dos.

El tránsito de la planicie de Dotán a Esdrelón es mucho más ancho de lo que supone el texto, cuyas palabras deben entenderse en sentido hiperbólico (como una exageración).

Versos del 9 al 12

Comprende el pueblo que “si no guarda YEHOVAH la ciudad, en vano vigilan sus centinelas” (Salmo 127,1).

La única fuerza efectiva con que contaba Israel era el favor de Su YEHOVAH DIOS, que se había comprometido a no entregar a Su pueblo predilecto en manos de los enemigos, a menos que le fuera infiel.

Bien decía Ajior a Holofernes que, si en Israel no “había ninguna culpa o pecado contra Su DIOS”, pasara de largo y no le molestara, porque Su YEHOVAH DIOS lo protegerá y será con él (Judit 5, 20-21).

La iniciativa de prepararse a la lucha con armas espirituales parte del pueblo. El autor del libro se contagia de este fervor religioso.

Únicamente en este lugar se menciona el acto de revestir el altar del santuario con un saco.

Para mostrar su urgente humillación delante de YEHOVAH DIOS, “extendían sus sacos ante el Señor” (verso 11), a la manera de Ezequías, que los “desplegó ante YEHOVAH DIOS” (2 Reyes 19, 14) las cartas de Senaquerib.

La Ley mosaica sólo prevé un día de ayuno oficial al año, el día grande de la Expiación (Levíticos 16, 29; 23, 27; Números 29, 7).

En los libros de Ester, Tobías y Judit se percibe mejor que en otros la importancia creciente que toma el ayuno en la piedad de los ambientes judíos (Ester 4, 1-3; 9, 32; 14, 2; Tobías 3, 10-11; 12, 8; Judit 4, 8-10; 8, 6; 9, 1; 12, 9).

Versos del 13 al 15

En la Vulgata se representa el sumo sacerdote Eliacim (Joaquín) de viaje por todo Israel, exhortando a todos a perseverar en la oración y en el ayuno, prometiéndoles la ayuda divina.

Los sacerdotes dan ejemplo a los fieles, que se solidarizan con ellos.

El sumo sacerdote, los simples sacerdotes y los levitas clamaban a YEHOVAH DIOS con todas sus fuerzas al ofrecer el holocausto perpetuo y los votos y las ofrendas del pueblo.

En vez de echar la ceniza sobre la cabeza, como los laicos, lo hacían “sobre sus tiaras”, (Éxodo 28, 40; 29, 9).

En este capítulo se describe la reacción del pueblo judío al anuncio de la presencia de Holofernes en sus fronteras.

Pensar en una rendición era temerario, mayormente después de la conducta de Holofernes para con los que pactaron con él.

La oposición bélica que se planea es más ideal que efectiva, la verdadera fuerza del pueblo judío se halla en su vida piadosa y moral.

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