Mosqueteros de Yehovah

Juan Capítulo 2

Versos del 1 al 12

La boda de Caná. No se trata de la crónica de unas simples bodas. Existen demasiadas anomalías en el relato para que lo sea, no se habla de los esposos.

Yeshúa se rehúsa a obrar el milagro, pero luego lo realiza; la abundante agua convertida en vino para tan poca gente; existe una acumulación de términos teológicos: hora, signo, gloria, creer.

Intervienen dos personajes principales: María y Yeshúa.

María no es una figura de relleno o comparsa, ocupa un puesto importante, aunque el protagonismo sea de Yeshúa.

María como mujer justa es modelo de Fe y Obediencia a la Palabra de YEHOVAH.

Ella, en su autoridad impulsa el inicio de la demostración de poder de Yeshúa en su vida pública, por ello, en el diálogo da a entender, que no le esta pidiendo permiso, sino que le está dando una orden expresa de YEHOVAH como su autoridad legal.

María afirma: “Hagan lo que Él les diga”. Recordemos María es tipología de Ekklesía y las madres son referentes fundamental para que los hijos obedezcan a los Padres, el primer nexo del niño es con su Mamá.

Invita a los discípulos a adoptar una actitud de disponibilidad total a Yeshúa, reflejo de la postura del verdadero pueblo de YEHOVAH Dios ante la alianza.

Sus palabras son eco del pueblo fiel: “Haremos cuanto dice YEHOVAH” (Éxodo 19, 8).

Yeshúa ocupa el centro del relato. La nueva revelación, el “vino” que Yeshúa trae es superior al agua de las tinajas de “piedra” (alusión a la Ley, escrita en tablas de “piedra”) del judaísmo.

Pero Yeshúa no trae un sistema doctrinal, sino la manifestación de su misterio, por eso, elige unas bodas.

La alianza mesiánica fue anunciada por los profetas bajo el simbolismo de unas bodas (Oseas 2, 16-25; Jeremías 2, 1-2; 3,1-6; Ezequiel 16; Isaías 54, 4-8) y del mismo modo el Cantar de los Cantares.

El cuarto evangelio da inicio a la actividad de Yeshúa (vs 11) con la alegría de las bodas mesiánicas.

El esposo es Yeshúa y la esposa, la ekklesía, pequeña comunidad que se le une por la Fe.

La Gloria que los discípulos contemplan en Yeshúa es su manifestación como el nuevo esposo mesiánico.

Versos del 13 al 22

Purifica el templo. El tema de este relato es Yeshúa mismo, presentado por el evangelista como el nuevo y definitivo Templo.

Signo mesiánico (vs 13-17). La acción de Yeshúa no parece que sea un acto revolucionario, de hecho, los discípulos no intervienen.

Sin embargo, se cumple la profecía de Malaquías 3,1-2, Yeshúa aparece con poderes divinos para purificar la casa de YEHOVAH Dios.

En este evangelio el sacrilegio se expresa de una manera más viva y dramática que en los sinópticos.

El Templo no es para Yeshúa, sin más, una casa de oración (sinópticos), sino la casa de mi Padre (Juan).

Este celo ardiente por la Gloria del Padre le va a devorar, le va a conducir finalmente a la muerte.

Dichos de Yeshúa (vs 18-22). Los judíos no entienden las misteriosas palabras de Yeshúa (vs 20), están en otro nivel.

Suponen que habla de un templo de piedra, pero se refiere al templo de su cuerpo.

Yeshúa entrega voluntariamente su cuerpo a la destrucción y a la muerte, pero a los tres días volverá a recuperarlo glorioso.

El cuerpo de Yeshúa, muerto y resucitado, se convierte en el lugar donde YEHOVAH Dios se manifiesta, el único centro de oración, el verdadero templo para ponernos en contacto con YEHOVAH.

Más adelante los discípulos se acuerdan y entienden estas misteriosas palabras de Yeshúa.

Se trata de una alusión al Espíritu, memoria viva de la Ekklesía, quien nos hace recordar las palabras de Yeshúa, interiorizarlas y comprenderlas cabalmente (Juan 14, 26).

Versos del 23 al 25

Reacciones ante Yeshúa. Juan generaliza un dato frecuente en la vida de Yeshúa (Juan 4, 45; 20,31), sus signos tenían que despertar la Fe en su persona, pero resultan ambiguos.

Unos creen (como los discípulos en Caná); otros no, porque se quedan en la persona que tiene poderes para hacer milagros y prodigios, y no en el Hijo de YEHOVAH Dios, único objeto de Fe según el evangelio.

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