Versos del 1 al 3
La coronación de espinas es una escena central del pasaje. Ninguna señal de los salivazos, de los golpes en la cabeza que narran los sinópticos.
Juan menciona únicamente lo que tiene sentido para la realeza de Yeshúa.
la La corona de espinas, el manto de púrpura y las palabras: “¡Salud, rey de los judíos!”.
Versos del 4 al 8
¡He aquí al hombre! Pilato saca a Yeshúa escarnecido, con las insignias reales, para que se convenzan los judíos de que en Yeshúa no existe ninguna amenaza política.
No es más que un pobre hombre el así llamado rey de los judíos; es cosa de risa su pretendida realeza. Roma no tiembla por esta clase de reyes.
Pero el evangelista ha visto en esto un sentido profundo.
Este hombre que es Yeshúa, en su debilidad e impotencia, en su más honda y desnuda humanidad, es quien posee el poder de soberano juez, “porque es el Hijo del Hombre”.
Versos del 9 al 12
Diálogo entre Yeshúa y Pilato: sobre el origen de Yeshúa. Yeshúa declara a su juez que toda la autoridad que tiene sobre Él le viene de lo alto.
No hay potestad si no viene de YEHOVAH (Romanos 13,1). De YEHOVAH Dios ha recibido Pilato la autoridad, aunque él no lo sepa.
Si Pilato crucifica a Yeshúa lo hará injustamente.
El mayor pecado lo tienen las autoridades religiosas judías que, viendo, no creen, odian a Yeshúa y le han entregado por propia iniciativa.
Versos del 13 al 16a
Pilato lo entrega a los judíos como rey, ante la protesta generalizada, intenta de modo desesperado liberar a Yeshúa, lo saca afuera y lo sienta en el estrado del tribunal.
En el plano simbólico que contempla el evangelista, este episodio evoca la función ejercitada por Yeshúa.
Coronado y vestido como rey y sentado en el tribunal como juez.
Versos del 16b al 18
Crucifixión y muerte de Yeshúa. Yeshúa manifiesta su gloria consumando su obra de amor, de amor extremo, por sus discípulos.
Distinguimos las siguientes escenas:
Introducción (16b-18). Yeshúa lleva la cruz “por sí mismo”.
Según los sinópticos es Simón de Cirene quien la lleva.
Juan resalta este hecho: Yeshúa porta la cruz como señal de Su Gloria.
La crucifixión se describe de manera rápida. Los acontecimientos en torno a la cruz se manifiestan como signos de la gloria de Yeshúa.
El relato no despierta principalmente compasión ni dolor, sino honda admiración ante el significado de los hechos.
Versos del 19 al 22
Proclamación de la realeza de Yeshúa es declarado rey.
El rótulo de su realeza sobre la cruz está además escrito en los tres idiomas más conocidos, a fin de que “todo el mundo” lo sepa.
“Lo escrito, escrito está”, expresa la realidad profunda de Yeshúa ya reinando y juzgando al mundo desde ahora y para siempre.
La teología de la Cruz aparece como teología de la Gloria.
Versos del 23 al 24
Reparto y sorteo de las vestiduras. Juan concede gran importancia a la “túnica sin costuras, tejida de arriba a abajo, de una pieza”.
Existe una interpretación sacerdotal acerca de la túnica; este tipo de túnica era la que portaba en exclusiva el sumo sacerdote.
Con ello se evoca la muerte de Yeshúa no sólo como rey, sino también como sumo sacerdote.
Pero Juan refiere la mención de la túnica para que se cumplan las Escrituras.
Más bien, es preciso ver en esta túnica, que no se rompe, una alusión a la unidad de la Iglesia.
Asociación de la muerte de Yeshúa con la fundación de su comunidad unida (Juan 10, 16; 11, 52; 17, 11. 20-22; 21, 11).
Versos del 25 al 27
La hora de la comunidad eclesial. Este episodio no describe sólo un acto de piedad filial de Yeshúa hacia su madre, sino una verdadera revelación de su maternidad espiritual.
María se convierte en la madre no sólo del discípulo amado, sino también de todos aquellos a quienes él representa, el conjunto de los creyentes.
María queda así constituida en la “mujer” bíblica, la que da a luz con dolor al Mesías y desde Yeshúa, se convierte en madre universal del género humano.
Existe igualmente una nueva función para el discípulo. Este discípulo es caracterizado por la expresión relativa: “al que Yeshúa amaba”.
Con ello, el discípulo se sitúa en la irradiación del amor de Yeshúa que le transforma. Es el amigo de Yeshúa (Juan 15, 13-15).
Se trata de una persona concreta, pero también asume un carácter representativo: somos todos los cristianos.
Versos del 28 al 30
Cumplimiento de la Escritura. En este momento solemne de “la Hora”, cuando ya Yeshúa ha concluido su obra, su misteriosa sed antes de morir, indica que en adelante la obra de la salvación deberá ser continuada y profundizada por el don del Espíritu.
La misma muerte posee un sentido salvador.
Juan la describe por medio de una de esas expresiones con doble sentido tan frecuentes en él: Yeshúa “entregó el espíritu”.
Con esta expresión, tan extraña en toda la literatura griega, describe la muerte de Yeshúa y el don del Espíritu.
Mediante su muerte Yeshúa inaugura el período definitivo de la historia de la salvación, el tiempo de la efusión del Espíritu.
Versos del 31 al 37
Yeshúa fuente de vida. Los hechos relatados sirven, por su gran alcance simbólico, para hacer comprender la eficacia salvífica de la muerte de Yeshúa.
No le quiebran las piernas. Juan subraya el sentido del acontecimiento: Yeshúa muere como el Cordero pascual de la nueva alianza.
Otro detalle que cobra aún más importancia es el costado abierto por la lanza del soldado, Juan ha visto correr sangre y agua.
La insistencia extraordinaria con la cual testimonia (vs 35), muestra que, a sus ojos, este hecho encierra una relevancia decisiva para la vida de la Iglesia.
El pasaje de Zacarías, al que remite el verso 37, aclara el significado: en los tiempos mesiánicos habrá allí “una fuente abierta” para los habitantes de Jerusalén (Zacarías 13,1).
Es lo que se realiza en la cruz: la fuente abierta es el costado traspasado de Yeshúa, de donde brota el agua viva, símbolo del Espíritu (Juan 7, 37-39).
Esta agua, que es el Espíritu que Yeshúa derrama ya muerto sobre la cruz, no se da sin sangre.
Su muerte, corroborada con el traspaso de la lanza, constituye el principio de la vida.
Versos del 38 al 42
Sepultura de Yeshúa. A diferencia de los sinópticos donde se relata el entierro de Yeshúa sin perfumes, aquí Él es enterrado por los notables judíos con una cantidad insólita de fragancias.
Nicodemo trae más de cien libras de perfumes aromáticos (42 kilos) una exageración!, esto significa que Yeshúa es enterrado como un rey.
Para Juan, la sepultura no es la preparación para la resurrección, sino el final glorioso de Yeshúa como rey.
Unción regia y sepultura honorífica.