Versos del 1 al 20
Lava los pies a los discípulos. El cuarto evangelio ha elaborado el material tradicional previo a la pasión resurrección con tanta novedad que se puede hablar de una “revolución narrativa de Juan”.
El preludio a la pasión es completamente original respecto a los sinópticos, presenta el gesto de Yeshúa de lavar los pies a los discípulos.
Con esto Juan quiere hacer ver que la pasión de Yeshúa no es sino un servicio de amor hasta el extremo: hasta dar la vida por los suyos en obediencia al Padre (vs 1).
La importancia de entender bien este gesto nos anima a profundizar en Él, destacando lo siguiente:
1. Singularidad del gesto. El lavatorio de los pies sólo aparece en este evangelio y era una tarea propia de esclavos y no de personas libres.
Este tipo de gesto algunas veces lo hacían los discípulos a sus maestros en señal de reverencia, pero nunca a la inversa.
2. Narración. El evangelista describe el lavatorio de los pies de manera solemne, a cámara lenta.
“Yeshúa se levanta de la mesa, se quita el manto, toma la toalla, echa agua en un recipiente, se pone a lavar los pies.”
El lavatorio es una acción simbólica o gesto profético; es algo que Yeshúa hace con consistencia y profundidad como un signo, porque es el preludio de su pasión y la clave para su interpretación.
“Un servicio de amor hasta el extremo”.
3. Diálogo con Pedro. Sirve para aclarar el sentido revelador del signo.
Pedro con su reacción no comprende el gesto de Yeshúa; no ve más que la obra indigna de un esclavo.
Yeshúa justifica la incomprensión de Pedro y remite a un entendimiento posterior (vs 7).
Lavar los pies no significa sólo un acto de humildad, sino el acto salvífico que Yeshúa realiza para dar vida al mundo.
4. La comunidad cristiana. Ella es la destinataria del mensaje. Si el lavatorio remite a la cruz, lo que pide el Señor es que el discípulo mire también a la cruz e imite su gesto de amor entregándose en un servicio de amor hasta el extremo, hasta dar la vida por los demás.
El lavatorio de los pies es una revelación, una revolución y un reto.
Revelación: no se trata de una extraña ocurrencia, sino la suprema enseñanza, es el amor que se hace servidor y esclavo. Se arrodilla ante la humanidad, dispuesto a morir en la cruz de cada día, desviviéndose, dando la vida.
Revolución: no puede permitir que ninguna persona se ponga por encima, violente, oprima a otra con la injusticia.
Si Yeshúa se pone de rodillas ante el ser humano y le lava los pies, ningún ser humano por muy señor que sea tiene derecho a dominar a otro y despojarlo de su dignidad humana.
Versos del 21 al 30
Anuncio de la traición. Podemos resaltar cuatro aspectos de esta escena.
1. El amor aprehensivo de los verdaderos discípulos ante la denuncia de Yeshúa, sobre todo del “discípulo amado”.
2. La acción de Satanás que actúa en el corazón del ser humano.
3. El carácter sagrado del acontecimiento. Yeshúa no subyace impotente bajo el golpe de la traición, ni lo toma por sorpresa el plan de Satanás.
Él mismo da la orden de empezar.
4. La consumación de la traición y la salida de Judas coinciden con la noche. “Era de noche” señala el evangelio, porque ya ha empezado la muerte de Yeshúa.
Fuera del cenáculo es de noche; pero dentro, una vez constituida la verdadera comunidad de los discípulos, va a brillar la luz con más fuerza que nunca.
Versos del 31 al 38
El amor fraterno. El amor es, ante todo, un don y revelación de Yeshúa a sus discípulos, antes que una tarea y mandato, “les doy un mandamiento”.
A Él le pertenece, éste es “mi” mandamiento, . Es nuevo no por el tiempo, ya existía el precepto del amor fraterno en el Antiguo Testamento (Levítico 19, 17-18).
Sino porque Yeshúa lo llena de novedad, por su calidad y sus características.
Es un amor sin medida, porque Él nos ha amado hasta el extremo de entregar su vida en obediencia a YEHOVAH Dios por nosotros.