Mosqueteros de Yehovah

Jonás Capítulo 3

Versos del 1 al 10

En Nínive. De nuevo la misma orden de Jonás 1, 2: “Levántate y vete a Nínive…”.

Jonás, más interesado en contemplar el templo de YEHOVAH (Jonás 2,5) que en meterse en campañas misioneras, tiene que ser empujado por la voz de YEHOVAH.

Da la impresión que ha salido del vientre del gran pez y ha permanecido allí estático, postrado en la playa.

Su entrada a Nínive y su predicación no tienen nada de atractivo, no se nota esa pasión del profeta, aquel desenvolvimiento y esa fuerza a que nos acostumbró un Jeremías, un Amós, un Miqueas.

Parece que Jonás recorre la ciudad con una pancarta entre sus manos, silencioso, sin mirar a nadie ni detenerse con nadie.

¡No está en la tierra de sus amores!.

Como quiera que sea, el mensaje de Jonás ha producido lo que él ni se esperaba, ni deseaba.

El revuelo de los ninivitas llega hasta el mismo rey, que no se detiene en confrontar mensaje ni mensajero, la cuestión es urgente.

Debemos esperar a que el rey se pronuncie para poder escuchar de sus labios lo que debió anunciar Jonás, ¡qué paradoja!.

Luego, el “éxito” de la misión no depende siempre de la persona del evangelizador, está en la propia fuerza que tiene la Palabra, en los dinamismos que ella desata, eso que el autor de la carta a los Hebreos describe como espada de dos filos (Hebreos 4, 12).

¡Si siempre estuviera a nuestro alcance este espejo, nos evitaríamos tantos desánimos y tanto estrés en nuestras tareas de evangelización!.

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