Mosqueteros de Yehovah

Job Capítulo 31

Todo este capítulo está ocupado por el solemne juramento de inocencia de Job, fue su respuesta final y explícita a la línea de argumentos adoptada por sus tres amigos.

Versos del 1 al 4

Él no era culpable de lujuria. En esta sección, Job manifestaba que él era un hombre piadoso y perfecto, por lo menos en una escala humana.

Su contexto más amplio era explicar el sentido de injusticia que sentía ante su sufrimiento y humillación y hacer una defensa final delante de sus amigos que lo acusaban de un pecado especial, que lo hacía merecedor de un juicio especial.

En su defensa de su vida recta, Job inició explicando que era un hombre moralmente puro, que no había mirado a una virgen de manera impura ni inapropiada.

Es significativo que en esta larga sección donde Job explica su vida justa, comenzó haciendo notar que cuidaba sus ojos de miradas lujuriosas hacia mujeres jóvenes.

Esto sugiere correctamente, que la habilidad de un hombre de no tener imágenes lujuriosas es un indicador importante de su rectitud general y perfección.

Esto también sugiere que los ojos son un portal para la lujuria, especialmente para los hombres. Es demostrado una y otra vez, tanto por experiencia personal como por estudio empírico.

Cuando un hombre coloca imágenes atractivas, sensuales, que inducen a la lujuria delante de sus ojos, es una forma de juego previo, especialmente considerando que esto a menudo o frecuentemente provoca algún nivel de excitación sexual en el hombre.

En hebreo la misma palabra significaba un ojo y una fuente, para mostrar, dijo uno, que del ojo, como una fuente, brotan el pecado y la miseria.

“Lujuriosamente considero su belleza, hasta que mi corazón esté caliente como un horno con lujurias ilícitas y mi cuerpo esté agitado con esa abominable suciedad”.

Considera la lamentable cadena de la lujuria de David y recuerda cuantos murieron de la herida de su ojo.

La habilidad de Job de controlarse a sí mismo, estaba conectada con un pacto que hizo, un voto, una promesa, un compromiso con sus propios ojos, que no vería a la mujer joven de manera pecaminosa.

El hebreo no dice literalmente que Job hizo pacto con sus ojos. No fue “hecho con”. El pacto aquí fue hecho con YEHOVAH DIOS, contra sus ojos, los cuales son considerados como un enemigo que tiene probabilidad de desviarlo.

En el contexto del autocontrol de Job cuando se trata de lujuria, él consideraba cual era el galardón que le daría de arriba YEHOVAH DIOS.

Entendía que la virgen a la cual se vería seducido a ver, no era el galardón del Altísimo para él, ella y su desnudez no le pertenecían a Job en ningún sentido.

Levítico 18, 1-18, refuerza este principio Bíblico, relata como la desnudez de un individuo “pertenece” a ese individuo y a su cónyuge y no “pertenece” a nadie más.

Por lo tanto, cuando un hombre ve la desnudez de una mujer que no es su esposa, está tomando algo que no le pertenece.

En el contexto del autocontrol de Job cuando se trata de lujuria, también consideraba la naturaleza destructiva de permitirse ser provocado por imágenes seductoras.

Tal vez, consideraba la vida de otros que habían sido destruidos por la lujuria y el pecado sexual que comenzó con excitación visual.

Porque en esos días, él sabía bien, nos dice, “YEHOVAH DIOS ha asignado sus juicios más pesados como la herencia segura de los que infringen la noble ley de pureza que eleva al hombre sobre el bruto”.

El potencial para el quebrantamiento es aún más real en el mundo moderno debido a que los desafíos a la pureza bíblica son aún más formidables.

Con un poco de investigación, comparando el mundo de un hombre en el año 1.500 a.C. con el mundo 2.000 d.C.

· En el 1.500 la edad promedio de la independencia económica del hombre era 16 años, ahora es 26 años.

· En el 1.500 la edad promedio de matrimonio de un hombre era 18 años, ahora es 28 años.

· En el 1.500 la edad promedio de la pubertad masculina era 20 años, ahora es 12 años.

En el contexto del autocontrol de Job en lo que se refiere a la lujuria, era útil considerar que el ojo de YEHOVAH DIOS estaba sobre él todo el tiempo.

La mayoría de los hombres son indulgentes con la provocación visual impía, al menos temporal, engaño de que su conducta no es vista por el Altísimo.

Le ayudaba a Job saber que YEHOVAH DIOS sí veía todos sus caminos.

Versos del 5 al 8

Él no era culpable de falsedad, Job también afirmó su vida perfecta porque vivía una vida en esencia verdadera, no tenía miedo de ser pesado en balanzas de justicia y que su vida sea examinada de una manera honesta.

Job no tenía miedo de invocar una maldición sobre sí mismo, si el verdaderamente no era un hombre honesto.

Estaba dispuesto a ser privado del fruto de su propia labor, si era verdad que se le encontraba falto en las balanzas de justicia del juicio de YEHOVAH DIOS.

Versos del 9 al 12

Job no era un adúltero, la siguiente área de integridad que afirmó tenía que ver con la fidelidad a su esposa dentro del matrimonio.

Entendía que esto tenía más que solo un aspecto sexual, mencionado primero en los Versos 1-4, sino que también incluía al corazón siendo engañado.

Job tocó una verdad importante, que es totalmente posible permitirle al corazón ser engañado por otro.

Estas cosas suceden debido a las decisiones que uno toma, no solo porque han actuado sobre uno con el poder místico o mágico del amor romántico.

Mas bien, Job insistía en que para él tener su corazón engañado por otro sería maldad, iniquidad que han de castigar los jueces, entendía que tenía control sobre a quien le permitía que engañara a su corazón.

Job insistía en que, si había sido infiel en su corazón y en acciones hacia su esposa, entonces se merecería que su esposa le fuera arrebatada y se le diera a otro.

También entendía que permitirle a su corazón ser provocado por otra mujer, que no fuera su esposa traería resultados destructivos.

Muchos hombres que están bajo una opresiva pensión alimenticia o pagos de manutención de los hijos, porque permitieron a su corazón ser provocado por otra mujer han vivido esta afirmación de Job y han visto toda su vida destruida.

Versos del 13 al 15

No trató a sus criados con crueldad, Job continuaba la presentación de su propia rectitud mencionando el trato bueno y compasivo hacia sus siervos.

La bondad de un hombre o una mujer, es a menudo mejor indicada por cómo tratan a los que consideran inferiores a ellos, no como tratan a sus iguales o a los que consideran superiores a ellos.

Una razón por la que Job trataba bien a sus siervos era que entendía que tendría que responder ante YEHOVAH DIOS por sus acciones hacia otros, incluyendo a sus siervos.

Entendía que el Altísimo se interesaba por sus siervos y vengaría cualquier mal trato que se les diera.

Job una vez más mostraba el mismo corazón explicado más tarde en el Nuevo Testamento.

Pablo dio prácticamente la misma idea en Efesios 6, 9, donde dice a los amos que traten bien a sus siervos “Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas”.

Otra razón por la que Job trataba bien a sus siervos era porque reconocía su humanidad fundamental.

Esto era notable y admirable en un tiempo donde era casi universalmente entendido que los siervos y los esclavos eran subhumanos en comparación con aquellos a los que servían.

Versos del 16 al 23

Él no victimizó al pobre o al débil como testimonio adicional a su rectitud, Job insistía en que había sido bueno y amable con los pobres y los desamparados, como la viuda y el huérfano.

De la misma manera de antes, Job invocó una maldición sobre sí mismo si era verdad, que no se había interesado por los pobres como afirmaba haberlo hecho.

Él sabía que, si hubiera sido cruel y opresivo con los pobres y necesitados, ciertamente merecería castigo y esto era parte de su motivación para preocuparse de la manera en que lo hacía, porque temía el castigo de YEHOVAH DIOS.

La mayoría de las buenas obras que Job presenta como evidencia de su rectitud son cosas simples y ordinarias, más que cualquiera de estas acciones solas, es la acumulación de ellas lo que es impresionante.

Versos del 24 al 28

Él no fue avaro ni buscó dioses falsos, Job sabía que a los hombres ricos a menudo se les hacía fácil confiar en sus riquezas.

Por lo tanto, una vez más insistió en que no había hecho de las riquezas su esperanza o su confianza, y tampoco se había alegrado de que sus riquezas se multiplicasen.

Job se refería a que no había participado de la práctica común de adorar al sol, su corazón no se engañó en secreto con la idolatría, la cual aparentemente algunas veces se adoraba con besar la mano.

Es probable, aunque no incuestionable, que Job escribió esto antes que cualquier otro de los libros recibidos de las Escrituras.

Por lo tanto, sabía que la idolatría estaba mal tanto por revelación natural como por consciencia.

Él sabía que como era un DIOS verdadero, entronado en los cielos, era una maldad juzgada negar al Altísimo Soberano y adorar a cualquier otro.

Versos del 29 al 34

Él estaba en general sin culpa, como testimonio adicional a su rectitud personal, Job afirmaba que no se había alegrado cuando sus enemigos habían sufrido o habían sido destruidos.

Esto es una marca de un hombre conforme al corazón de YEHOVAH DIOS, que tampoco se complace en la destrucción del malvado (Ezequiel 33, 11).

Job ni siquiera maldijo a sus enemigos, se abstuvo de la reacción más natural. Era un hombre diligente cuando se trataba de hospitalidad, no permitiría a la visita dormir en la calle y en vez de eso le abría las puertas de su casa.

El argumento básico y consistente de los amigos de Job era que, aunque él aparentaba ser justo, en realidad debía estar cubriendo algunos pecados serios, que dieran sentido a la calamidad que había caído sobre él.

Por lo tanto, Job insistía en que no estaba cubriendo sus pecados como hombre, como Adán, que culpó a Eva y en vano intentó cubrir su pecado.

Job responde la acusación que estaba motivado a ocultar su pecado por miedo a como se vería frente al público.

Los amigos de Job probablemente habían conocido a muchas personas aparentemente justas, que habían ocultado sus pecados y fueron destruidos cuando fueron eventualmente expuestos, asumían que Job era como ellos.

Job aquí justamente protesta que no era como esos hombres que esconden su pecado por miedo a la humillación pública y menosprecio.

Versos del 35 al 37

Job demanda una audiencia con YEHOVAH, interrumpió su defensa de la moralidad y rectitud de su vida.

Probablemente tenía mucho más que podía decir para defenderse, pero puso fin a esa línea de razonamiento e hizo una solicitud dramática con el final de ser escuchado delante del trono de YEHOVAH DIOS.

Job estaba absolutamente convencido de que lo que necesitaba era vindicación o por lo menos una respuesta de YEHOVAH DIOS. Sus amigos habían analizado a fondo su situación y habían llegado a conclusiones totalmente equivocadas.

Ni el mismo Job podía encontrarle sentido, aquí clama a YEHOVAH DIOS por una respuesta por lo que él había hecho.

Esta es la demanda de la que Job se arrepentiría después en Job 4, 4-5, llegaría a darse cuenta de que no tenía derecho a demandar una respuesta de YEHOVAH DIOS y en efecto tenía que sentirse satisfecho cuando el Altísimo pareciera negarle una respuesta.

Esto muestra la profunda, sin embargo, entendible confusión espiritual de Job, sentía que YEHOVAH DIOS era su acusador, su adversario, cuando en realidad era Satanás.

Simpatizamos con Job, sabiendo que no podía ver detrás de esa misteriosa cortina que separaba la tierra del cielo, sin embargo, aprendemos de lo que Job debió haber sabido.

Job, rebasando el límite del que se arrepentiría después, anhelaba tener la acusación del Altísimo en su contra por escrito para poder refutarla, como lo había hecho tan eficazmente con sus amigos.

Estaba tan confiado en lo que sabía de sí mismo, que dijo que se presentaría al supremo Juez como un príncipe.

Versos del 38 al 40

La conclusión de las palabras de Job, testificó de su propia integridad en los términos más solemnes, invocando repetidas maldiciones sobre sí mismo si sus amigos podían realmente demostrar que era un pecador digno de un juicio sobresaliente o disciplina de YEHOVAH DIOS.

Ahora, llama a un testigo más a su favor, su propia tierra y propiedad.

Esto no era inusual en el pensamiento antiguo, la tierra es personificada como el testigo principal de los crímenes cometidos sobre ella. Job está preparado para aceptar las maldiciones sobre Adán (Génesis) y Caín (Génesis).

No es que no haya más palabras de Job en este Libro, él hablará otra vez brevemente en capítulos más avanzados, sin embargo, definitivamente ha terminado de discutir su caso.

Él ya terminó, un hombre más intentará en vano arreglar el problema y entonces YEHOVAH DIOS aparecerá.

Podríamos decir que el Altísimo, silencioso hasta este punto, no podía o no lo haría aparecer y hablar hasta que todos los argumentos del hombre se hubieran agotado.

Este no es un simple epitafio de un escritor, son las palabras concluyentes que Job pronunció, con las cuales informó a sus amigos que no pretendía alargar más la controversia, sino que ahora había dicho ya todo lo que tenía pensado decir.

Hasta donde él sabía la controversia había finalizado. A este punto, hemos alcanzado el final de las expresiones de dolor de Job, el final es silencio.

Esa es la oportunidad de discurso de YEHOVAH DIOS. ÉL a menudo espera hasta que hayamos dicho todo y entonces, en el silencio preparado para tal discurso, ÉL responde.

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