Mosqueteros de Yehovah

Isaías Capítulo 7

Versos del 1 al 9

Primer aviso a Ajaz. Los datos del verso 1 corresponden a la guerra siro-efraimita.

Asiria está ganando cada vez más terreno, Damasco y Samaría quieren obligar al rey de Judá a aliarse con ellos, para atacar juntos a Asiria.

Contra los consejos de Isaías, Judá prefiere pedir ayuda a los asirios.

Éstos apoyan al pequeño reino del Sur, pero le someten a un duro vasallaje, de otra parte, comienzan las invasiones a Samaría que terminan por destruirla en el 722 a.C.

Es práctica habitual del Antiguo Testamento, que en la propia vida de los Profetas se ejemplificara lo que YEHOVAH DIOS haría con su pueblo, así el nombre de su hijo “Shear Yashub”, literalmente, “un resto volverá”.

Anuncia al rey y a los demás habitantes de Jerusalén y de Judá, que un pequeño resto se convertirá y escapará a los castigos previstos (Isaías 4, 3; 10, 21-23).

Versos del 10 al 17

Segundo aviso: el signo de Emanuel, Invasión asiria.

Desesperadamente, Isaías quiere hacer entrar en razón a Ajaz, rey de Judá, para que no se fíe de los poderes humanos.

Para eso le propone pedir una señal directa al Señor. La actitud del rey es ambigua: por una parte parece tener tanto respeto al Señor que teme ponerlo a prueba, pero por otra, parece que ante la inminente amenaza de Damasco y Samaría, confía más en el poder de Asiria.

El costo fue muy alto: el vasallaje de Judá y la destrucción del hermano reino del Norte.

A pesar de todo, el profeta convierte en signo profético el nacimiento de un niño, al parecer del mismo rey.

El niño será llamado Emmanuel que significa “Dios con nosotros” (Isaías 8, 8-10). El sentido del signo es que a pesar de todo, YEHOVAH DIOS mantiene la promesa de proteger a la dinastía real y a todo el pueblo.

Es el anuncio que la Casa de David permanecerá para siempre, con la peculiar señal de una joven virgen embarazada.

Anuncio profético 700 años antes de la concepción inmaculada de Yeshúa Ha Mashiaj por parte de Miriam “María”.

Versos 18 al 25

Nos presentan una serie de cuatro profecías introducidas cada una por la frase “en aquel día” o “en esos días” (vs 18. 20. 21. 23).

Nótese que aquí los actores de guerra ya no son los siro-efraimitas, sino Egipto y el reino del Sur.

La mención, una vez más, de la leche y la miel vuelven a hacer pensar en los días del desierto. El desierto encierra un gran simbolismo.

¿No fue en el desierto donde el Señor creó una nación? ¿No hará falta permanentemente volver al desierto? (Oseas 2, 14-15).

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