Versos del 1 al 13
Vocación de Isaías. Esta visión de Isaías que incluye su vocación, debería estar al inicio del libro.
Parece que a los redactores finales les pareció conveniente colocarla aquí, para encabezar con ella el llamado “Libro del Emanuel”, es decir, Dios con nosotros.
En todos los casos de vocación que nos narra la Biblia hay siempre una constante: Dios llama para confiar una misión; es decir, vocación y misión están íntimamente relacionadas.
La vocación, don gratuito de YEHOVAH DIOS, implica una tarea, un compromiso para el llamado.
La santidad de YEHOVAH DIOS sobrecoge al hombre, es muy característico en Isaías este concepto de la santidad de YEHOVAH DIOS.
No por nada su vocación tiene origen en el lugar más sagrado, en donde el profeta experimenta la presencia tremenda de YEHOVAH DIOS, que le hace tomar conciencia de su indignidad.
Con todo, el sentido de la experiencia de Isaías, es que pese a la absoluta santidad de YEHOVAH DIOS esa santidad no aniquila al ser humano.
Éste puede ir poco a poco alcanzando mejores grados de calidad humana. Calidad de vida y santidad forman parte de la misma vocación humana.
La señal de la presencia del YEHOVAH DIOS es la gran cantidad de humo en forma de nube, como en Éxodo 19, 16 y en Éxodo 40, 34-35.
Nadie que haya visto a YEHOVAH DIOS queda con vida, la presencia tremenda de Dios va a purificar al profeta, que tenía una imagen demasiado mística y sacralizada de YEHOVAH DIOS y Dios no es eso.
Su cercanía al hombre tiene como fin renovarlo, purificarlo de toda deshumanización, pero jamás destruirlo.
Confróntese el resultado de los acercamientos de Yeshúa a la gente, de un modo muy especial el caso de Zaqueo (Lucas 19).
Isaías, transformado por la presencia de YEHOVAH DIOS, se apresura sin dilaciones a ofrecerse para la misión, así como fue obediente Abrahán a su llamado (Génesis 12, 1-4).
En contraste, le había sido anunciado que recibiría la persecución característica, que el mundo ejerce contra los auténticos enviados de YEHOVAH.
Por anticipado el Padre Creador le indicó a Isaías que por más que les anunciara los juicios venideros y aun constatándolos, se harían cada vez mas sordos, ciegos y detractores acérrimos de su llamado profético.