Versos del 1 al 3
Pleito con el pueblo. Al poner en continuidad con los últimos versos del capítulo 49, este corto poema se quiere infundir ánimo y esperanza en quienes todavía no pueden creer en la liberación cercana.
Dios no ha rechazado a Israel para siempre, no se trata de un divorcio, sino de una breve separación.
Tampoco Dios se comportó como deudor que vende a sus hijos para pagar sus deudas (vs 2; Éxodo 21, 7; 2 Reyes 4, 1; Nehemías 5, 5), los entregó para purificarlos, pero ahora los rescata.
Versos del 4 al 11
Tercer cántico del siervo: Sufrimiento y confianza.
Hay un acento nuevo en este tercer cántico del siervo, y es el de ser discípulo fiel del Señor, formado en la escucha de la Palabra (vs 5), para consolar (vs 4).
Su misión es enseñar a todos los que temen al Señor y a todos los que anden extraviados y carentes de claridad (vs 10).
Su misión no será fácil, aquí se explica un poco más el aspecto doloroso de la misión: tendrá que enfrentar incluso la hostilidad y la agresión física, sin embargo, él soportará fielmente (vs 5-6).
Espera el triunfo definitivo que Dios mismo le concederá (vs 9-11). Los padecimientos de este siervo tienen algunos aspectos comunes con los padecimientos de Jeremías (Jeremías 11, 18– 12, 6).
También tiene cosas muy distintas: aquí el siervo sufre en silencio, no se lamenta, ni pide venganza contra sus enemigos y perseguidores (Jeremías 11, 20; 15, 15), pues sabe que el Señor está de su parte (vs 8-9).