Mosqueteros de Yehovah

Hechos de los Apóstoles Capítulo 17

Versos del 1 al 9

En Tesalónica. Dejando ciudades secundarias, los misioneros se encaminan a la capital de Macedonia, Tesalónica hoy Salónica, una ciudad portuaria, rica y abierta, en la que no faltaba la sinagoga judía.

Siguiendo su estrategia misionera guiada por el Ruaj Hakodesh, Pablo se dirige primero a los judíos a quienes explica y muestra que el Mesías tenía que sufrir y resucitar, este Mesías era Yeshúa.

El éxito de la predicación de Pablo en Tesalónica es muy superior al de Filipos. Entre los que se asociaron a Pablo y Silas había judíos, griegos y no pocas mujeres influyentes.

Se nota la presencia de las mujeres, testimonio de su protagonismo en aquellas comunidades cristianas.

Como en otras ocasiones, el éxito provoca la envidia y la acusación de los judíos, muy semejante a la que lanzaron contra Yeshúa (Lucas 23, 2; Juan 19, 12): intentar suplantar al emperador romano con otro rey.

Esta vez, al no encontrar a Pablo y Silas, los amotinados se volvieron contra el anfitrión de los misioneros, Jasón.

Menos mal que las autoridades se dieron cuenta de lo absurdo de la acusación y se contentaron con amonestar a Jasón.

Versos del 10 al 15

En Berea. Se repiten los mismos sucesos que en Tesalónica. La misión de Pablo y Silas termina, como siempre, en persecución.

Esta vez son los judíos venidos de Tesalónica los que se dirigen a Berea, unos 80 Km. de distancia, para impedir la misión de Pablo.

Sin embargo, los convertidos siguen aumentando; entre ellos, vuelve a repetir Lucas, había mujeres importantes.

En Berea se separan los compañeros por un tiempo, de modo que Pablo va a afrontar en solitario el desafío de Atenas.

Versos del 16 al 21

El relato de Atenas está entre los más importantes del libro de los Hechos.

Es el encuentro importantísimo de Pablo con las religiones paganas.

Hasta ahora los predicadores cristianos se han enfrentado con el judaísmo y la Ley, la magia (Hechos 16, 16-18; 19, 12-16), con el politeísmo ingenuo (Hechos 14, 6-18).

Ahora le toca a Pablo enfrentarse con una religiosidad marcada por la filosofía.

A pesar de su decadencia económica y política, Atenas conservaba intacta su aureola cultural, aunque evocaba mucho más de lo que era.

Los filósofos habían reinterpretado la mitología para transformarla en religión purificada.

En aquel momento actuaban en Atenas “la Academia” de Platón; “los peripatéticos” de Aristóteles; “los epicúreos”; “los estoicos” y quizás también “los cínicos”.

Versos del 22 al 34

En el Areópago. En sus tres grandes viajes misioneros, Pablo pronunció tres discursos programáticos: a los judíos en Antioquía de Pisidia, a los líderes cristianos en Éfeso y a los filósofos paganos en Atenas.

Pablo, respetuoso en la escucha, es valiente en el anuncio. Después de captarse la benevolencia de los atenienses, dice sin rodeos que toda la historia pasada de búsqueda de YEHOVAH, del “DIOS desconocido”, ha sido, en realidad, una época de ignorancia. Ha llegado el momento de salir de ella y pasar al arrepentimiento.

La predicación del Apóstol, sin embargo, no fue totalmente ineficaz, dos convertidos: Dionisio, funcionario de la ciudad para la educación y la cultura y Dámaris, ¡otra mujer!.

Éste fue su triunfo indiscutible y la lección que nos transmite. En esto consiste la misión evangelizadora.

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