Versos del 1 al 2
Siendo Nadab y Abiú los dos hijos mayores de Aarón (Éxodo 6, 23), eran los sucesores naturales de su padre en el sacerdocio.
Sin embargo, no retuvieron ese cargo debido a su pecado cometido posteriormente, cuando ofrecieron “fuego extraño” (Levítico 10, 1-2).
Estos setenta (70) ancianos eran por lo general, aunque no necesariamente, hombres de mayor edad.
En este caso, el término designa a aquellos de cierta categoría y posición oficial entre sus hermanos, los que eran cabezas de familias (Éxodo 6, 14. 25; 12, 21).
Representaban al pueblo en su conjunto, al paso que Nadab y Abiú representaban al sacerdocio futuro (Éxodo 28, 1).
Estos dirigentes también representaban a las doce (12) tribus de Israel. Todos debían ascender al monte hasta cierto lugar, pero sólo Moisés, había de ir hasta la cima.
Así los ancianos habían de rendir culto “desde lejos”.
Versos del 3 al 5
A su regreso al campamento, Moisés anunció la legislación registrada en los capítulos 20, 22 al 23, 33 de este libro.
El Decálogo/Ketuvá fue pronunciado por YEHOVAH DIOS mismo, pero las “leyes” fueron presentadas al pueblo por Moisés.
En el versículo 3 Israel aceptó verbalmente al pacto de relación con YEHOVAH DIOS; pero hay un sentido en la que esto simplemente no es suficiente. Ellos debían de hacer cosas específicas para confirmar su pacto con YEHOVAH DIOS.
Primero, la ley de YEHOVAH DIOS debe escribirse. Moisés escribió todas las Palabras de YEHOVAH DIOS.
La Palabra de YEHOVAH DIOS es tan importante, que no se debe dejar como una recolección humana, ni a la naturaleza creativa de la memoria.
Ésta debería de escribirse y necesariamente inscribirse en nuestros corazones (Jeremías 31, 33).
Versos del 6 al 8
Debido a que la sangre simbolizaba la vida de la víctima (Levítico 17, 14), era una parte esencial de cada sacrificio y su aspersión sobre el altar, era un punto focal del ritual común de los sacrificios (Levítico 1, 5; 3, 8).
Ahora bien, la mitad de la sangre era adjudicada al pueblo y la mitad a YEHOVAH DIOS.
La sangre asperjada sobre el Altar simbólicamente ligaba a YEHOVAH DIOS con los términos del Pacto y la que era asperjada sobre el pueblo lo ligaba de la misma manera (Hebreos 9, 18-22).
El Pacto fue hecho cuando la Palabra de YEHOVAH DIOS fue oída y se obtuvo una respuesta.
Nuestro pacto con YEHOVAH DIOS está basado en Sus Palabras y en Sus Términos, no en nuestras palabras y términos.
El Pacto era hecho con la aplicación de la sangre. Mientras la nación recibía la sangre del pacto, el pacto fue sellado.
Entre las naciones de la antigüedad era una costumbre común sellar un Pacto con sangre.
A veces la sangre era la de una víctima, las dos partes solemnemente afirmaban que si violaban el pacto, correrían la suerte de la víctima.
Se suponía que así, el quebrantamiento del pacto se convertía en un asunto de vida o muerte.
Moisés sencillamente eligió asperjar la sangre sobre el Altar y sobre el pueblo.
De allí en adelante, YEHOVAH DIOS, los consideró como su propiedad especial, eran suyos (Isaías 43, 1). Liberados del pecado, nosotros también llegamos a ser siervos de YEHOVAH DIOS (Romanos 6, 22; 1 Pedro 2, 9, 10).
Versos del 9 al 11
Después de la ratificación del pacto, Moisés, Aarón, sus hijos y los ancianos obedecieron la orden de YEHOVAH DIOS de “subir” (Vs 1).
El grupo ascendió hasta una parte del camino, no hasta la cumbre, que sólo Moisés tuvo el privilegio de visitar (Vs 2. 12). Los otros tuvieron que rendir culto “desde lejos“.
Es difícil explicar lo que ellos vieron. Aquí es claro que YEHOVAH DIOS, no es una fuerza impersonal sino una presencia real.
A pesar de que el texto nos dice que vieron a YEHOVAH DIOS, posiblemente vieron una manifestación gloriosa de YEHOVAH DIOS, porque realmente YEHOVAH DIOS no es un humano o no lo conceptualizamos como algo físico, YEHOVAH DIOS es espíritu.
Más bien diríamos que ellos vieron un aspecto de una visión celestial de YEHOVAH DIOS, después de observar el patrón de Isaías o Ezequiel (Isaías 6; Ezequiel 1).
El azul del zafiro puede sugerir que los ancianos vieron el mar de cristal del trono de YEHOVAH DIOS (Apocalipsis 4, 6).
YEHOVAH DIOS no hirió a esos hombres con muerte, pestilencia o ceguera, aunque su impiedad no les daba razón para pensar que podrían ver a YEHOVAH DIOS y vivir.
Versos del 12 al 15
El resto del capítulo narra los cuarenta (40) días cuando Moisés estuvo en Comunión con YEHOVAH DIOS.
Habiendo dado los Diez Mandamientos y las “leyes” del “libro del pacto”, YEHOVAH DIOS procedió a dar instrucciones acerca de la edificación del Santuario que había de ser el lugar de su morada entre los hijos de Israel (Éxodo 25, 8).
Si el hombre es dejado a su propio arbitrio, para determinar los lineamientos tangibles y materiales del culto religioso, puede errar fácilmente.
Como una salvaguardia, le fue mostrado a Moisés un “dechado” de todo lo que había de constituir el culto de ellos (Éxodo 25, 9; Hebreos 8, 5).
Con la inclusión de detalles exactos en cuanto al material, al tamaño, la forma y la construcción de cada objeto.
Estas instrucciones están registradas en el Éxodo 25 al 31. A fin de que Moisés tuviera amplio tiempo para entender y recordar las instrucciones detalladas que le iban a ser dadas, debía estar “allá”, es decir en el “monte”, durante cuarenta (40) días.
En esta ocasión, Moisés fue acompañado por Josué, quien había contribuido a la derrota de los amalecitas (Éxodo 17, 8-13).
Sabiendo que estaría ausente durante algún tiempo, Moisés creyó que era necesario dar ciertas instrucciones a los ancianos acerca de la conducción de los asuntos administrativos durante su ausencia.
Versos del 16 al 18
Los que, como Moisés, caminan por los senderos de YEHOVAH DIOS tienen la certidumbre de protección y seguridad “al abrigo del Altísimo bajo la sombra del Omnipotente” (Salmos 91, 1-2).
Los que se apartan de las sendas de justicia no encontrarán ni consuelo ni seguridad sino justicia retributiva, pues YEHOVAH DIOS se les aparecerá a ellos como “fuego consumidor” (Hebreos 12, 25-29).
La palabra Hebrea es “morar”’, es usada en un sentido técnico, después como el “shekinah” de YEHOVAH DIOS, la manifestación exterior de Su presencia hacia los hombres.
Dejando a Josué, Moisés entró en la nube y permaneció allí “cuarenta días y cuarenta noches“. Durante todo ese lapso estuvo sin alimento (Deuteronomio 9, 9; Mateo 4, 2).
Se reciben los dones estando en comunión con YEHOVAH DIOS. Así fue en el caso de Moisés y así será en nuestro caso.
Además el hecho de que Moisés estuvo a solas con YEHOVAH DIOS sugiere el valor de la oración secreta (Mateo 6, 6).
Aún en el remolino y bullicio de una gran ciudad, la soledad con YEHOVAH DIOS y la súplica silenciosa proporcionan ayuda para hacer frente a los problemas del día.