Versos del 1 al 4
Pi-hajirot es el mismo lugar que Pitóm – (Éxodo 1,11). Pitóm se parece a “pe-satum”, “boca cerrada”, alude a que ningún esclavo podía escapar de la frontera de Egipto. Pi-hajirot significa “boca de la libertad”.
La palabra Pi-hajirot indica que había un lugar donde las montañas formaban una “boca”, una cañada, entre ellas.
Esto nos enseña que el lugar del cruce tenía que haber sido donde había montañas y rocas, lo cual, da pie a pensar que haya sido en el golfo de Aqaba más que el golfo de Suez.
Es más lógico pensar que el monte de Sinaí esté en el norte de Arabia Saudita, según está escrito en Gálatas 4, 25a.
Ahora, hay una buena distancia entre Gosén en Egipto y el golfo de Aqaba, como 350 kilómetros.
El texto del Pentateuco no dice cuánto tiempo necesitaban para llegar hasta el mar. Muy seguramente el cruce del mar se hizo en siete (7) días después de la salida.
El veintiuno (21) del primer mes, en tal caso, coincidiría con el último día festivo de la Fiesta de los Panes sin Levadura.
También, es probable que la mano de YEHOVAH DIOS haya venido sobre ellos de manera que pudieran caminar rápido y no cansarse hasta llegar al mar.
Además, existen indicios geológicos y descubrimientos arqueológicos que hablan a favor de esta teoría.
Versos del 5 al 8
El pueblo de Israel había huido de Egipto. Esto indica que salieron “rápido y prosiguieron con prisa”.
La frase “mano poderosa” en hebreo “yad ramá”, significa “fuerza elevada y evidente”, es decir, tiene un sentido metafórico.
Nos muestra que los hijos de Israel salieron con fuerza y con determinación para no volver, con esa fuerza llegaron al mar.
Versos del 9 al 14
La palabra hebrea para Salvación es “yeshuá” con el acento en la a. El nombre del Mesías es Yeshúa, con acento en la u, significa “Él Salvará”. El nombre Yeshúa es la forma abreviada de Yehoshúa.
La palabra Jesús no tiene ningún significado en el idioma griego. El nombre Jesús es un intento de transliterar el nombre Yeshúa al griego.
Aparece en la LXX (Septuaginta) como transliteración de los nombres Yehoshúa y Yeshúa.
Como los nombres griegos que terminan con “a” son femeninos, cambiaron la “a” por la “s”, que es la forma masculina de los nombres griegos, para que el nombre del Salvador no sonara como mujer.
Versos del 15 al 18
Ante el pueblo, Moisés estaba lleno de Fe, pero ante YEHOVAH DIOS, él clamó en desesperada oración.
Esto era bueno porque Moisés debía de mostrar confianza ante la nación para incitar su Fe.
Versos del 19 al 20
Indudablemente los egipcios llegaron a la proximidad del campamento de los israelitas al terminar un largo día de marcha.
Como un impenetrable muro de neblina que avanzaba del mar, la columna nebulosa se colocó entre los perseguidos y los perseguidores, obligando a estos últimos a detenerse.
Convencidos de que los hebreos no podían escapar, los egipcios pospusieron el ataque hasta el día siguiente.
A veces, tenemos una idea muy pequeña de lo mucho que YEHOVAH DIOS hace, para protegernos de los ataques de nuestros enemigos invisibles.
Sintiéndonos que estamos abrumados debido a un ataque espiritual, pero no podríamos saber cómo sería si YEHOVAH DIOS, retirara Su protección.
Versos del 21 al 22
El cruce del mar, es visto como una “tevilá”, un baño ritual (bautismo). Contiene el simbolismo de “morir” de la vieja vida y “resucitar” a una vida nueva.
En este caso, los hijos de Israel murieron de su dependencia de Egipto y Faraón para depender del Altísimo en todo sentido. Pasaron de un dueño a otro y de un señor a otro.
Se habla aquí, que fueron sumergidos en la nube y en el mar.
El pensamiento es que el pueblo “pasó” de un reino a otro, de la autoridad de Faraón a la autoridad de Moisés.
Pasaron por el “mikvé”, acumulación de aguas, para estar sometidos a las órdenes de Moisés que era rey en Israel.
De la misma manera, la “tevilá” mesiánica implica que una persona muere y entierra su vieja vida bajo la autoridad de satanás, el pecado y el mundo y resucita para una vida nueva bajo la autoridad del Mesías Yeshúa, en obediencia a la Torá, sometida al Reino de los cielos.
Versos del 23 al 28
Cuando los israelitas dejaron la orilla occidental del mar Rojo, siguió la nube y permitió que vieran los egipcios que los hebreos habían escapado.
Los egipcios, avanzaron inmediatamente a la orilla del mar y encontrando, que el pasaje todavía estaba seco, entraron rápidamente y avanzaron en ardiente persecución.
Tan solo, cuando toda la hueste egipcia estuvo en el medio del mar, la columna de nube se convirtió para ellos en una columna de fuego y les reveló su ubicación precaria.
Aquí se habla de la vigilia de la mañana, lo cual significa que pasó entre las dos (2) horas y seis (6) horas de la madrugada.
Si el mar medía unos dieciocho (18) kilómetros de ancho tardarían casi cinco (5) horas en cruzarlo si caminaban con una velocidad de un poco menos que 4 km/h.
Un hombre normal camina unos seis (6) kilómetros por hora, pero tenemos que tener en cuenta que aquí también había mujeres embarazadas, niños y animales.
El cruce del mar duró toda la noche desde que el viento empezó a soplar hasta que el último israelita llegó.
El mar también simboliza la segunda muerte, en el lago de fuego.
Este acto constituye una de las obras de Fe más importantes de la historia de nuestro pueblo.
Versos del 29 al 31
Un “viento tal” ayudado por la corriente, habría llevado los cuerpos de los egipcios ahogados hasta la orilla oriental, Moisés obtuvo armas y corazas para los israelitas.
Al guiar a Israel a través del mar, YEHOVAH DIOS tenía el propósito de fomentar en el corazón del pueblo reverencia y Fe hacia ÉL.
Pero la Fe en el Altísimo estaba inseparablemente relacionada con la Fe en Moisés como su representante, y por esta razón, había sido efectuado el milagro mediante Moisés.
Siendo todavía niños en la Fe, los israelitas necesitaban de milagros y manifestaciones divinas.
El que teme a YEHOVAH DIOS y cree en ÉL se entrega, se somete y es fiel al liderazgo que ÉL ha puesto en su Reino.
Es imposible ser Fiel al Altísimo, sin ser Fiel a las autoridades que ÉL ha puesto.
Si no supiéramos nada de la historia posterior de Israel, llegaríamos a la conclusión de que, de allí en adelante, debió haber continuado su viaje con regocijo.
Confiando en YEHOVAH DIOS de todo corazón y sin demostrar nunca más desconfianza, no importando cuan grande fuera la crisis.
Pero, por el contrario, lo encontramos continuamente descontento con el Altísimo y con Moisés, murmurando contra ellos y despreciando su consejo.
A la par, que contemplamos con asombro la perfidia de los israelitas, no debiéramos apresurarnos a condenar su pesadez de corazón.
Es evidente, que de ninguna manera somos superiores a ellos, si confiamos en YEHOVAH DIOS sólo hasta donde nuestra vista natural puede percibir su voluntad y sus caminos.