Mosqueteros de Yehovah

Deuteronomio Capítulo 3

Versos del 1 al 2

Mientras Israel se acercaba más a la Tierra Prometida, avanzando hacia el oeste, hacia el Río Jordán, pasaron por la tierra de Og, Rey de Basán.

Versos del 3 al 11

Esto le brindó más territorio a Israel para habitar al lado este del Río Jordán y les demostró que por medio del poder de YEHOVAH DIOS, podrían vencer sus grandes enemigos que los enfrentarían del lado oeste del Río Jordán.

Parece ser que Og era el último de “rephaim” en su área, del lado este del Río Jordán.

Tres referencias repetidas para “rephaim” en los primeros tres capítulos, nos demuestra que Israel cuando confiaba en YEHOVAH DIOS, estaba completamente capacitado para derrotar a esta temible raza de guerreros.

También nos demuestra el temor de estos hombres en Números 13, donde se rehusaron por primera vez a ir a la Tierra Prometida, ya no tenían fundamento.

Sus excusas se demuestran más débiles, en comparación de las grandes victorias de la próxima generación.

La cama de Og medía 4, 50 metros de largo y 2 metros de ancho en la medida actual.

Versos del 12 al 17

Estas dos tribus y media decidieron que esta tierra del lado este del Jordán era lo suficientemente buena para ellos y YEHOVAH DIOS lo permitió, si cumplían con las obligaciones establecidas en los próximos versos.

Versos del 18 al 20

Ellos serían los designados a ocupar estas tierras siempre y cuando los hombres que conformaban los ejércitos de estas tribus, cruzaran el Jordán con ellos, para conquistar toda la Tierra Prometida en herencia a los patriarcas.

Versos del 21 al 29

Josué tenía una gran labor que cumplir, traer a una gran nación hacia la tierra en donde no serían bienvenidos y en donde tendrían que pelear para tomar posesión de aquello que YEHOVAH DIOS les había otorgado justamente.

Con este gran reto delante de él, Josué es animado a recordar todo lo que YEHOVAH DIOS ha hecho a aquellos dos reyes (Sijón y Og).

Recordar la fidelidad de YEHOVAH DIOS en el pasado, es la clave para el éxito presente y futuro.

Moisés sabía que YEHOVAH DIOS es rico en Misericordia y Perdón.

Sabía que no había peligro en pedirle a YEHOVAH DIOS, que se retractara de su juicio previo de que Moisés no vería la Tierra Prometida.

Podemos apreciar que tan doloroso era esto para Moisés. Él vivió los primeros cuarenta (40) años de su vida confiado en su propia habilidad de liberar a Israel.

Después pasó los próximos cuarenta (40) años con esa confianza demolida, mientras atendía las ovejas de su suegro.

Pasó los últimos cuarenta (40) años de su vida siendo usado por YEHOVAH DIOS para hacer aquello a lo que había sido llamado a hacer.

Ahora, no era capaz de ver el resultado. Con razón Moisés oró a YEHOVAH DIOS, venía la conclusión de la obra encargada, la conquista definitiva de la Tierra Prometida, pero él no la llevaría a término.

YEHOVAH DIOS no quiso escuchar la apelación de Moisés sobre este asunto.

Por causa de su pecado en Meriba (Números 20), en donde representó de una manera mala a YEHOVAH DIOS, como si estuviera enojado con Israel, cuando no lo estaba.

Moisés ahora no podía entrar a la Tierra Prometida.

Podría parecer que este es un castigo demasiado severo para Moisés.

Pareciera como si después de un pequeño error, él tendría que morir poco antes de entrar a la Tierra Prometida.

Sin embargo, Moisés estaba siendo juzgado por un estándar más estricto por su posición de líder, cabeza de la nación y por que él tenía una relación más cercana y única con YEHOVAH DIOS.

Es justo que los maestros y líderes sean juzgados por un estándar más estricto (Santiago 3, 1).

Pero sí es injusto esperar que un maestro o líder siga un estándar perfecto.

Es verdad que la conducta del pueblo era peor que la de Moisés, pero eso es irrelevante.

Porque Moisés desfiguró la hermosa imagen de la obra redentora de Yeshúa Ha Mashiaj, a través de la roca que proveía agua en el desierto.

El Nuevo Testamento demuestra claramente que esta roca que daba agua y vida era una imagen de Yeshúa Ha Mashiaj (1 Corintios 10, 4).

Yeshúa, siendo golpeado una vez, proveyó vida para todo aquel que beba de Él (Juan 7, 37).

Sin embargo, era innecesario e injusto que Yeshúa fuera golpeado de nuevo, mucho más, ser golpeado tres veces, porque el Hijo del Hombre sufriiría una sola vez (Hebreos 10, 10-12).

Ahora nos podemos acercar a Yeshúa con palabras de Fe (Romanos 10, 8-10).

Así como Moisés debió haber usado solamente palabras de Fe, para dar agua de vida a la nación de Israel.

Moisés “arruinó” esta imagen de Yeshúa que YEHOVAH DIOS quería mostrar.

Moisés era un gran hombre de intercesión, quizás el más grande de toda la Biblia.

Sin embargo, YEHOVAH DIOS dijo “no” incluso a Moisés en su oración.

YEHOVAH DIOS puede llegar a decir que “no”, inclusive a sus intercesores más grandes (Jeremías 15, 1).

Este es el lugar en donde Moisés sería capaz de ver la Tierra Prometida a distancia y después morir y en donde terminaría el libro de Deuteronomio.

Moisés podía tener una mala actitud “Si yo no voy a poder entrar a la Tierra Prometida, es obvio que no me voy a esforzar en entrenar a mi reemplazo”.

Sin embargo, ese no era el corazón de Moisés, él hacía todo lo que podía para amar al pueblo, para prepararlos para entrar y para convertir a Josué en un éxito.

Un hombre de YEHOVAH DIOS, no lo haría de ninguna otra manera.

Moisés tenía el corazón de un pastor verdadero. Él sabía que su ministerio no estaba centrado en él mismo ni en su propia satisfacción, sino en YEHOVAH DIOS y en su pueblo.

De hecho, la muerte de Moisés no está registrada hasta el capítulo 34, así que todo el libro de Deuteronomio se enmarca entre el anuncio de la inminente muerte de Moisés y el anuncio de su muerte real.

Por lo tanto, el libro es, en cierto sentido, el testamento espiritual de Moisés, el gran dador de la Ley de Israel.

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