Versos del 1 al 21
Produce sensación de vértigo para quien no se ha apartado de la impiedad y maldad; aparece la eclosión del mal “in crescendo”. Notemos la progresión en cadena.
De las profundidades del abismo se levanta una humareda; de la humareda surgen saltamontes y esos saltamontes resultan tan dañinos como los escorpiones. Éstos son caracterizados con rasgos grotescos, casi humanos o deshumanizados.
Su rey se llama “Abadón” (el Exterminador), serán tiempos de calamidad, en donde hasta la vida se convertirá en náusea.
Sería preferible, entonces, la muerte; pero la muerte huye. El objetivo de tanta calamidad es por no buscar el arrepentimiento ni la verdadera conversión en el corazón humano hacia su Hacedor.
Los centros de poder opresivo están simbolizados en coronas “como de oro”; en rostros que han perdido todo rasgo de verdad: son ya inhumanos; en cabellos como de mujer, reducida ésta sólo a una fatal seducción; en dientes como de león, aludiendo a la crueldad del ser humano; en el poder de los escorpiones, puestos para hacer daño.
Vemos el mal que invade nuestra historia, pero el mal tiene un origen en la desobediencia a la Palabra de Yehovah, quien es el padre de la mentira.
El Apocalipsis lo designa como el gran Dragón, Diablo o Satanás, aunque este tiempo de calamidad y de persecución tendrá una duración limitada y pasajera.
Con el toque de la sexta trompeta se intensifica la acción corrosiva del mal.
Quedan sueltas las fuerzas naturales que ocupaban toda la tierra, representada en sus cuatro puntos cardinales; y el mal se desencadena a sus anchas, ahogando a la humanidad con su veneno.
Surgen unos caballos cuyo número es incontable (vs 16). Cabalgan en estampida, están provistos de una enorme ferocidad, más adelante se transforman en leones, sus jinetes son apenas entrevistos.
Ambos, caballos y caballeros, forman una unidad ecuestre, casi como centauros de la muerte. Llevan un colorido fantástico, un pelaje diabólico.
Con todo ello se expresa la violencia. Están hechos sólo para dañar, son partícipes de las fuerzas negativas, pues tienen colas como de serpiente.
Quien los mueve y azuza es el Diablo, la serpiente primitiva (12, 3. 14. 15; 20, 2).
Esta visión Yehovah lleva consigo el rechazo de YEHOVAH Dios por ello, en este tiempo es de meditación volver el camino para adorar al único Dios y tenerle a ÉL solo como Señor.