Mosqueteros de Yehovah

Apocalipsis Capítulo 8

Versos del 1 al 5

El séptimo sello y el incensario. Yeshúa Ha Mashiaj, el Cordero, abre el último de los sellos.

La acción se inicia con un silencio de media hora: silencio elocuente ante la sublimidad de Yehovah Dios (Zacarías 2, 17. 4; Esdras 6,39). Todo está preparado.

Las siete trompetas van pronto a resonar. La Ekklesia que lee el libro debe abrirse, desde un silencio atento y receptivo, al misterio y juicio de Yehovah Dios (Sofonías 1, 7).

Un ángel realiza una acción simbólica, mezcla perfume con las oraciones de los santos.

El Mashiaj despliega en la fragilidad de nuestras oraciones la fuerza de su intercesión. Asimismo, el apóstol Pablo ha dicho que, aunque nosotros no sabemos orar, el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad (Romanos 8, 26).

Yehovah Dios cuenta con nuestras oraciones, que son transformadas y asociadas eficazmente a la obra de la salvación, dotada ya la oración de la fuerza divina, tendrá unas consecuencias insospechadas.

El incensario, lleno de fuego, es arrojado a la tierra (Ezequiel 10, 2. 6). Se producen los signos típicos de la teofanía: truenos, relámpagos… Se pone en movimiento el juicio de Yehovah Dios y se oye el toque de las trompetas.

Versos del 6 al 13

Comienzan las siete trompetas. La primera trompeta provoca una colosal tormenta de granizo y fuego, con sangre.

Se insiste en el castigo que simbolizaba el cuarto caballo, el del color verde (6, 8) y se evoca la séptima plaga de Egipto (Éxodo 9, 22-26).

La segunda alude a una convulsión volcánica de dimensiones cósmicas, que recuerda la primera plaga de Egipto (Éxodo 7, 20-21).

La tercera produce una catástrofe de signo astral: una estrella ardiente aplasta la tierra
y emponzoña las aguas, volviéndolas amargas.

El nombre de la estrella es “Ajenjo” o “aguas amargas”, que en el contexto bielorruso traduce la palabra “Chernóbil”, el accidente nuclear de tan vastas y mortíferas consecuencias para la humanidad y la naturaleza.

La cuarta trompeta alude a un eclipse simultáneo de planetas y satélites (Éxodo 10, 21; Joel 3, 4).

Por ser cíclico el cumplimiento de la Palabra de Yehovah Dios, podemos verlo en el pasado como la destrucción de Sodoma y Gomorra y las plagas de Egipto.

Evocando el poder perverso del mal, que realiza una obra opuesta a la primera creación, como una “anti-creación”.

Todo cuanto Yehovah Dios había hecho bueno (la luz, las aguas, la tierra), ahora se menciona en orden inverso, se lo desnaturaliza, el “cosmos” (orden) regresa al “caos” (confusión).

Es un llamado insistente para que no se endurezca nuestro corazón (como ocurría al faraón en Egipto) y la humanidad opresora se convierta.

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