Mosqueteros de Yehovah

Apocalipsis Capítulo 13

Versos del 1 al 18

Las dos fieras. En el presente capítulo aparece simbología animal (bestias, leopardos, cuernos).

Se trata de una denuncia del mal profético que el mismo autor está padeciendo en Patmos y que, como profeta inspirado, ve desplegarse en la persecución contra la Ekklesia.

La primera fiera surge del mar, del oscuro mundo del caos (Génesis 1, 2; Salmo 88, 10-11) como las cuatro bestias que ve el profeta Daniel (Daniel 7): representa la hostilidad hacia Yehovah Dios.

Su aspecto es híbrido, cruce de varios animales feroces.

En la fiera se concentran las bestias anunciadas por el profeta Daniel: es la suma de todos los imperios que habían oprimido al pueblo de Yehovah Dios, esa fiera encarnada en el anticristo que persigue y mata a la Ekklesia.

Juan reconoce que sólo Yehovah Dios se sienta en el trono (4, 2) y que detenta toda autoridad (4, 11), sin embargo, el gran dragón va contra Yehovah Dios y quiere arrebatarle su poder.

Estos tres animales no son sino una burla de la Santa Trinidad.

Frente a Yehovah Dios Padre, al Ruaj Hakodesh y Yeshúa ha Mashiaj se levantan el gran dragón, la primera bestia, y la segunda bestia.

La esencia de esta trinidad diabólica es la perversión: ir contra Yehovah Dios y combatir la Ekklesia con todos los medios a su alcance, con la violencia de la sangre o el engaño de la captación.

La primera fiera con diez cuernos y herida mortalmente, es Yeshúa, el Cordero degollado, pero de pie, a saber, muerto y resucitado (5, 6).

Ante ese grito blasfemo de la bestia, que pretende en su soberbia suplantar a Yehovah Dios y erigirse como dios invicto, Cristo es más grande que el imperio y que la Ekklesia que sufren y son sacrificados serán los verdaderos triunfadores.

La primera bestia posee una enorme vitalidad. No acaba de morir. Es el imperio de Roma pero no se agota en él, se reproduce fatalmente en otros sistemas totalitarios, centros de poder que atentan contra Yehovah Dios y tratan de esclavizar su más viva imagen, el ser humano.

La Ekklesia debe descifrar estos símbolos, discernir los signos de los tiempos, hacer una aplicación en su accionar día a día.

Sólo el Ruaj Hakodesh concede esta inteligencia espiritual para captar lúcidamente el hondo mensaje del libro, y junto a esta labor sapiencial, también se reclama una gran dosis de resistencia para hacer frente y soportar tanta adversidad.

La segunda fiera sube de la tierra, que significa el horizonte donde se desarrolla la historia humana.

En toda su actuación, aparece como una contrapartida del Ruaj Hakodesh de profecía.

Pretende dar voz y vitalidad a la primera fiera, seduce a los seres humanos con los falsos valores del imperio.

La segunda fiera es el espíritu de la mentira, el falso profeta, representa todo el poder de propaganda del estado.

Marca la frente, capacidad de pensar y la mano, capacidad de iniciativa, es decir, crea fanáticos a su sistema cerrado. Impide también el libre comercio de las ideas y de las mercancías.

Crea un falso bienestar para unos pocos adeptos y hace que el resto quede encandilado ante tanta opulencia.

Representa toda ideología esa tremenda fuerza de la propaganda que anula la capacidad de libertad, a fin de lograr un culto idolátrico, y que los hombres vivan como esclavos, al “dictado” servil de cuanto se les diga.

El capítulo acaba con una llamada a la reflexión sapiencial.

Según las reglas de la “gematría”, la cifra 666, leída en caracteres hebreos, da como resultado esta frase: “Nerón César”.

Con ello se alude a que el poder demoníaco de la fiera se encarnó en Nerón, el perseguidor de la Ekklesia, así como en sucesivos emperadores asimismo sangrientos. Uno de ellos: Domiciano.

El Apocalipsis denuncia una atroz persecución; pero al mismo tiempo anuncia un consuelo.

La cifra no llega a la totalidad, que sería exactamente 777 (tres veces siete). Habrá, pues, una persecución cruel, pero será parcial y transitoria.

La Ekklesia no debe venirse abajo en su fidelidad y perseverancia.

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