Mosqueteros de Yehovah

Apocalipsis Capítulo 1

Introducción

Contexto histórico. El Apocalipsis es un libro que refleja con fidelidad el cambio del tiempo, particularmente la acometida del imperio romano contra la Iglesia naciente, en variadas formas de persecución o relegación.

El autor ha visto en los signos de aquellos tiempos de ostracismo y persecución la antítesis de dos mundos irreconciliables, da testimonio de este enfrentamiento a muerte entre la Iglesia cristiana y el imperio romano y de la lucha permanente entre dos ciudades: la nueva Jerusalén y Babilonia.

El Apocalipsis es el libro del testimonio cristiano: de los mártires, de los que no han adorado a la bestia ni a su imagen, de los que han sido excluidos, perseguidos y matados.

Este libro comporta una denuncia contra la idolatría del imperio, que pretende erigirse como Yehovah Dios y exige la adoración a sus adeptos.

Muchas de sus difíciles expresiones son inteligibles desde este trasfondo histórico. Las frecuentes aclamaciones litúrgicas a Yeshúa Ha Mashiaj (6, 8; 12, 10; 13, 10; 15, 4) son una réplica cristiana a los himnos paganos que tributaban una gloria al emperador, concretamente a Domiciano (81-96), quien se creía un dios y exigía culto divino.

El apocalipsis es un libro profético, por eso ha sido el libro más utilizado para manipular, en él hay fidelidad y adulterio, siembra y cosecha, arrepentimiento.

Es un libro profético, vigente, mucho de lo que está escrito en este libro ya se cumplió y se sigue cumpliendo porque los eventos proféticos son cíclicos y así como Sodoma y Gomorra fueron depuradas con fuego lo mismo va a realizar Yehovah Dios para limpiar la tierra de tanta inmoralidad por medio del fuego consumidor en el día en que actúe su Ira , tiene su afianzamiento en Génesis, Daniel, Ezequiel, se ve la siembra y cosecha y el fruto del arrepentimiento que lo cambia todo.

Autor. Quien escribe es el mismo Juan (1, 1. 4. 9; 22, 8) confinado en una isla por confesar a Yeshúa Ha Mashiaj.

Siendo tan frecuente el nombre de Juan, la cuestión de la autoría se presta a múltiples interpretaciones.

En los primeros siglos se le identificó con el apóstol y evangelista. Pero ya en la segunda mitad del s. III se comenzó a dudar e incluso negar su autoría, atribuyendo el libro a otro Juan.

En la actualidad se confirma este libro al “cuerpo joánico” (obras del apóstol Juan), pero son pocos los que atribuyen el libro al apóstol, aunque conserven como válido el nombre de otro Juan.

El autor es de origen judío, mediano conocedor del griego, muy versado en el Antiguo Testamento, especialmente en los profetas, y conocedor de géneros literarios entonces en boga.

Del género apocalíptico, además del nombre, tomó muchos recursos, pero se distanció en puntos fundamentales.

Mientras otros autores apocalípticos se esconden en nombres ilustres del pasado Enoc, Abrahán, Moisés, Isaías, Baruc, y trasforman el pasado en predicción, Juan presenta con su propio nombre, contemporáneo con los destinatarios (1, 19).

Destinatarios, fecha y lugar de composición. Los destinatarios inmediatos son las siete Iglesias de la provincia romana de Asia, a las que el autor se siente particularmente ligado y a las que escribe para compartir sus penas y por el encargo “profético” recibido.

Como Pablo escribía desde la prisión, Juan escribe desde el destierro o confinamiento a unas comunidades que ya saben de hostilidad y acoso, que ya han tenido mártires (2, 13; 6, 9) y que ahora se enfrentan a una gran persecución.

Juan intenta prevenir y alentar a sus hermanos Ekklesia para la grave prueba que se avecina (3, 10), cuando el emperador exigirá adoración y entrega (13, 4. 16-17; 19,20), acto que se replicará en el Fin de los tiempos por medio de un Gobierno Globalizado.

¿A quién se refiere en concreto?.

En el pasado probablemente sea el emperador Domiciano, quien exigió en todo el imperio honores divinos. “Nuestro Dios y Señor”, declaró delito capital el rehusar la adoración y la leyenda lo miró como a un Nerón redivivo (13, 3).

En este caso, el libro habría sido escrito en la segunda parte de la década de los 90, sin embargo, sigue trasmitiendo un mensaje ejemplar a todas las generaciones de la Ekklesia.

Las hostilidades comenzadas en el paraíso (Génesis 3) no acabarán hasta que se cumpla el final del Apocalipsis, la Manifestación Plena de nuestro Yeshúa: “Sí, vengo pronto. Amén” (22, 20).

El Apocalipsis, memoria viva de nuestros mártires, quiere mantener vivo el recuerdo de nuestros mártires (2, 13; 6, 9-11; 7, 9-17; 11, 7-10; 13, 15; 16, 5-6; 17, 6; 18, 24; 20, 4), quienes dieron testimonio de su Fe al igual que el Cordero degollado; y vencieron gracias a la sangre del Cordero (12, 11).

El Apocalipsis suscita una tremenda actualidad en algunos contextos de nuestro mundo, especialmente en América Latina, Asia y África, tierras regadas por la sangre del testimonio cristiano.

Hacer memoria viva de nuestros mártires constituye uno de los más hondos cometidos del libro.

El primer mártir fue Yeshúa ha Mashiaj: el Apocalipsis es el único libro del Nuevo Testamento que lo llama “testigo fidedigno” (1, 5; 3, 14), en estado absoluto; y tras de Él y con él, multitud de mártires, quienes cumplen los preceptos de Yehovah Dios y conservan el testimonio de Yeshúa (12, 17b)

El Apocalipsis, un libro compromiso, es una obra subversiva contra los poderes de todo imperio (el romano en la época en que fue escrito, y a continuación, todo imperio opresor y todo sistema imperialista), que persigue y masacra al pueblo empobrecido por no secundar los valores (o contra valores) que engañosamente presenta.

No podemos olvidar que todo lo que sembramos cosechamos, si obedecemos vivimos en bendición, pero si desobedecemos está en nosotros la maldición.

El Apocalipsis no es un escrito evasivo, apto para soñar y desentenderse de la realidad, sino que es una visión Profética dada por el mismo Yehovah Dios para acrecentar el compromiso de nuestra Fe, que debe ser lúcida, libre de esclavitudes y operante en el servicio del Amor.

El Apocalipsis, el libro de la esperanza de la Ekklesia ante el misterio de la iniquidad, no es un libro ingenuo, fantástico, para entretener la imaginación o para dar rienda suelta a los sueños. Está anclado en la más dura realidad; vive en la historia y la padece.

El libro ofrece una lúgubre simbología que permite ver el dominio de las fuerzas del mal: la violencia, la injusticia y torcimiento del derecho y la muerte cabalgan a lomos de caballos desbocados (6, 3-8).

También ofrece cuadros de pesadillas, como el de la plaga de las langostas (9, 3-12) y la caballería infernal (9, 13-21).

Se asombra con pesar de la presencia devastadora del mal en la historia y descubre el origen demoníaco de tantas ramificaciones negativas.

La Ekklesia sufre persecución, es martirizada en sus miembros.

El Apocalipsis está escrito con la sangre de muchos pobres de espíritu. ¡Su lectura merece respeto sagrado!.

Es el libro de la reafirmación en el Padre Creador. La historia tiene un destino que no acaba ni en el caos, ni en la barbarie, sino felizmente, cumplidamente: en la Justicia del Reino de Yehovah Dios.

El libro muestra que ese Reino se va haciendo presente en esta tierra de fatigas e irrumpirá en todo su esplendor con el advenimiento de la nueva Jerusalén, y vendrá como don de Yehovah Dios para premio y consuelo de la Ekklesia de todos los tiempos.

Contenido

Capitulo 1-3. Yeshúa habla a las Iglesias.

• Autopresentación de Yeshúa Ha Mashiaj resucitado, Señor y dueño de la historia, con un mensaje para la Ekklesia universal (1,1 – 8)
• Juan destinado a anunciar el mensaje (1,9 – 3,22) contenido en las cartas a las siete Iglesias de Asia. Éfeso (2,1-7), Esmirna (2,8-11), Pérgamo (2,12-17), Tiatira (2,18-29), Sardis (3,1-6), Filadelfia (3,7-13), Laodicea (3,14-22) en las que Yeshúa Ha Mashiaj conoce y reconoce, reprocha y amonesta, promete y cumple, pide atención e interpela, llamada solemne a la conversión ante la prueba que se avecina.

Capitulo 4-11. Mirada hacia atrás, Cristo e Israel.

• Adoración a Yehovah Dios como Creador (4,1-11) y adoración al Cordero que es el único digno de abrir el libro (5,1-14).
• Los siete sellos (6,1-8,1).
• Las siete trompetas (8,2-11,19). La victoria de Yeshúa Ha Mashiaj y los suyos es segura, pero pasa por la pasión y la muerte. La cabeza de la ekklesia, el Cordero, fue degollado; sus testigos, asesinados.

Capítulos 12-22. El Porvenir, La Iglesia y el Mundo.

• El conflicto entre la iglesia y los poderes del mal (12,1-14,5).
• Visiones del juicio final (14,6-20).
• Las siete últimas plagas (15,1-16,21)
• Juicio de la capital enemiga y su caída (17,1-18-24).
• La victoria final (19,6-20,15. Vendrá el final glorioso y gozoso de acuerdo al plan salvífico de Yehovah Dios, hacia el cual tiende el curso y el oleaje de la historia.
• Nuevos cielos y nueva tierra (21,1-22,5).
• Epílogo (22,6-21).

El final de la obra como el de nuestras vidas de acuerdo a lo establecido, tiene la forma de una boda del Mashiaj Cordero con la Ekklesia santificada, sin mancha ni arruga sobre la cara.

Capítulo 1

Versos del 1 al 3

Introducción. “Apocalipsis”, en griego, significa “des-velación” o “re-velación” de algo oculto.

Con estas dos palabras se inicia la lectura: “Revelación que Yehovah Dios confió a Yeshúa Ha Mashiaj”.

La centralidad de Yeshúa ha Mashiaj y la riqueza de su misterio son puestas de relieve desde el comienzo del libro (1, 1) hasta el final (22, 21).

A la presentación del libro sigue la proclamación de una bienaventuranza o felicitación.

Es la primera de las siete bienaventuranzas que Juan explica en la obra (1, 3; 14, 13; 16,15; 19, 9; 20, 6; 22, 7; 22, 14).

Ello significa que el Apocalipsis no es un libro terrible, un calendario de desdichas, sino que anuncia de parte de Yehovah Dios una inmensa dicha (el siete quiere decir la suma total) para la Ekklesia.

Esta primera bienaventuranza consiste en proclamar la Palabra de YEHOVAH Dios, escucharla con corazón noble y guardar su mensaje.

Aparece ya la Ekklesia santificada como el grupo destinatario del libro.

Versos del 4 al 8

Mensaje a las siete Iglesias: Saludo. La gracia y la paz divinas se dirigen a toda la Ekklesia (las siete Iglesias de Asia representan a la Ekklesia).

Quien saluda y bendice no es una presencia impersonal, sino la revelación de Yeshúa Ha Mashiaj, la cual Yehovah Dios le dio para manifestarla a Sus siervos, la relación a las cosas que deben suceder pronto, enseguida, enviada y significada por Su ángel a su siervo Juan, el cual ha dado testimonio
Yehovah Dios.

Los “siete Espíritus” (vs 4) no se refieren a siete ángeles destacados, sino a la presencia viva y dinámica del Ruaj Hakodesh en su más honda realidad personal, que es inmensa totalidad (simbólico número siete) en sus incesantes manifestaciones de fuerza, profecía, inspiración, perdón y múltiples carismas.

Yeshúa Ha Mashiaj es celebrado con tres atributos principales.

Es “testigo fidedigno”, porque con su vida, muerte y resurrección expresa soberanamente todo cuanto YEHOVAH Dios ha querido revelarnos.

Es “primogénito de los muertos” por su resurrección.

Es “Señor de los reyes del mundo” porque como Señor resucitado, con la fuerza de su Espíritu y con nuestra colaboración, empuja la historia hacia una plena realización humana y cristiana.

¿Quién es Yeshúa Ha Mashiaj para la Ekklesia?.

La comunidad rememora tres grandes beneficios que el Señor con tanta abundancia le ha concedido: amor, redención y participación en el sacerdocio regio.

La Ekklesia vive gracias a este amor de Yeshúa Ha Mashiaj, que experimenta gozosamente a lo largo y ancho de su historia.

Versos del 9 al 20

Visión de Yeshúa Ha Mashiaj. Esta visión es una de las más impresionantes que ofrece el Nuevo Testamento.

Juan alude a las circunstancias precisas en las que ocurre. Se encuentra en Patmos, una pequeña isla del mar Egeo, donde está recluido por su valentía en predicar la Palabra de Yehovah Dios y el testimonio de Yeshúa.

Aunque lejos, no se siente abandonado; sabe que es nuestro hermano y compañero; comparte con todos los Ekklesia perseguidos las tribulaciones por el Reino de Yehovah Dios.

Vemos que aparece la palabra “primer día de la semana” o “día del Señor”, también, en ese día señalado, el Espíritu dice el texto muy gráficamente se apodera de Juan.

El vidente contempla un personaje misterioso (vs 13), una figura humana (Daniel 7, 13), tiene el dominio y el derecho para juzgar a la humanidad.

Se describe su porte externo, que se relaciona con la vestidura del sumo sacerdote (Éxodo 28, 2-4; Zacarías 3, 1.3-4; Sabiduría 18, 20-21. 24), aparece en medio de siete candelabros de oro y estos candelabros son las siete Iglesias (1, 20).

Descripción de la cabeza (vs 14). Se inspira y aplica a Yeshúa Ha Mashiaj, cabeza de la Ekklesia.

La visión del anciano de largos días del profeta Daniel (7, 9), se insiste en el color blanco, típico de la resurrección.

Los ojos como llama de fuego (2, 18; 19, 12) destaca el poder de conocimiento de nuestro Yeshúa, su penetrante mirada que todo lo ve y lo sondea.

Los pies y la voz (vs 15). Yeshúa está de pie y no se tambalea, no es como aquella frágil estatua con los pies de barro (Daniel 2, 31-36). Sobre su fuerza se apoya la debilidad de la Ekklesia.

La voz de Yeshúa Ha Mashiaj se compara a la voz de Yehovah Dios, que es también “voz de aguas torrenciales” (Ezequiel 1, 24; 43, 2; Daniel 10, 6). Se subraya la autoridad y la potencia de la Palabra de Yeshúa Ha Mashiaj.

Mano, boca y rostro (vs 16). La espada es, es el símbolo de la Palabra de Yehovah Dios (Isaías 49,2; Sabiduría 18,15-16; Hebreos 4,23).

La imagen es todavía amplificada, es “afilada de doble filo”. Se describe la fuerza y el poder combativo de la Palabra de Yeshúa.

El vidente que no dobló sus rodillas ante el emperador de Roma, se echa en tierra y adora a Yeshúa Ha Mashiaj, como su único Dios y Señor.

Pero Yeshúa ha Mashiaj no atemoriza, sino que pone su mano derecha, sobre la cabeza de Juan y lo conforta.

La Ekklesia es contemplada en lámparas y estrellas, es una lámpara con vocación de estrella, es lámpara, vive en la tierra y en la historia, pero su esperanza está en el cielo.

Yeshúa Ha Mashiaj sujeta con su mano poderosa la vocación de su Ekklesia, quien puede confiar en la providencia de su Señor y Dueño que nunca la abandonará.

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