Mosqueteros de Yehovah

Levítico Capítulo 8

Versos del 1 al 5

Cronológicamente, este capítulo sigue al último capítulo del Éxodo, en el cual se relata la erección del tabernáculo.

Los siete capítulos intermedios contienen instrucciones que Aarón y sus hijos debían recibir antes de comenzar su Ministerio en el Santuario.

El primer requisito para el Sacerdocio era el ser descendiente de Aarón.

Se conservaban con gran cuidado los registros genealógicos (2 Crónicas 31, 16-19).

Quien no pudiese presentar pruebas legales de su ascendencia Aarónica, no podía Ministrar en el cargo Sacerdotal (Esdras 2, 62; Nehemías 7, 64).

El segundo requisito, era no tener ninguna deformidad física. Cualquier defecto o lesión bastaba para impedir que un hijo de Aarón se acercase al Altar o aún para que entrase en el Santuario.

Por ser descendiente de Aarón tenía derecho de recibir su sustento, podía comer de la porción sacerdotal de los sacrificios y recibir parte del diezmo (Levítico 21, 17-23).

Además, el Sacerdote debía estar libre de toda contaminación ceremonial y debía abstenerse de tomar vino y bebidas fuertes (Levítico 10, 8-10).

La función especial de los Sacerdotes era la de acercarse a YEHOVAH DIOS en representación del pueblo.

Debían mediar entre YEHOVAH DIOS Santo y un pueblo pecador.

Por lo tanto, ellos mismos debían ser Santos.

El asunto de la santidad resalta repetidas veces en la descripción de la obra de los Sacerdotes.

El Sumo Sacerdote, en quien el Sacerdocio se centraba, es llamado “el Santo de YEHOVAH DIOS” (Salmo 106, 16).

Sobre la plancha de oro que llevaba en la mitra estaban inscritas las palabras “Santidad a YEHOVAH DIOS” (Éxodo 28, 36).

Y se dice expresamente que él debía llevar “las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas” (Éxodo 28, 38).

Pero antes que el Sumo Sacerdote y sus hijos pudiesen comenzar a ministrar en el Tabernáculo, debían ser solemnemente apartados para esta tarea.

Aarón debía ser ungido con el aceite Santo y sus hijos debían ser rociados con él en la puerta del Tabernáculo de Reunión, donde debía realizarse la investidura.

Ahora Moisés recibe la orden de instalar a los Sacerdotes en su Ministerio. Esta instalación, duraba siete días y terminó en el primer mes del segundo año después de la salida (Éxodo 29, 30, 35-37; Levítico 8, 35).

El Tabernáculo fue definitivamente levantado el primer día del primer mes del año (Éxodo 40, 2. 17).

Versos del 6 al 9

Los lavó con agua para purificarlos como símbolo de regeneración.

No debían lavarse a sí mismos, porque la pureza que YEHOVAH DIOS exigía de ellos, no era algo que ellos mismos pudiesen proporcionar. Otra persona debía lavarlos.

Mientras los dos hermanos se acercaban a la fuente, sus pensamientos deben haber estado ocupados con el significado y la importancia de lo que estaban haciendo.

Esto era más que un baño común, era una limpieza espiritual. Aarón no podía limpiarse a sí mismo del pecado. Alguien debía hacerlo por él.

Luego del lavamiento, se invistió a Aarón con las vestimentas sagradas, insignia de su oficio.

Este también era un acto simbólico, no se le permitió pues vestirse a sí mismo.

Eso lo podría hacer mejor que Moisés. Pero no, Aarón debía someterse a las órdenes de YEHOVAH DIOS.

Debía llegar a sentir su propia insuficiencia. Aprender que nada de lo que él pudiese hacer sería aceptable ante YEHOVAH DIOS.

Debía aprender la lección de una completa dependencia. Era YEHOVAH DIOS quien lo estaba adecuando y preparando para el servicio.

Era YEHOVAH DIOS quien lo estaba vistiendo con la Justicia Divina (Salmo132, 9).

Ahora, Aarón estaba totalmente vestido. Llevaba el largo manto azul, con las campanillas y las granadas, el Efod con los nombres inscritos de las doce tribus de Israel en dos hermosas piedras de ónice.

En el pectoral con las doce piedras, el Urim, el Tumim y en la cabeza la mitra con su corona y la inscripción: “Santidad a YEHOVAH”.

Versos del 10 al 17

Antes de ungir a Aarón, Moisés ungió el Tabernáculo y sus muebles, incluyendo el Arca, según Dios lo había ordenado (Éxodo 30, 22-29).

Luego de haber ungido el Tabernáculo y sus enseres, Moisés ungió a Aarón.

Esa fue su coronación como Sumo Sacerdote (Levítico 21, 12; Zacarías 6, 11-13).

La unción era tan copiosa que el aceite corrió por la barba de Aarón y sobre sus vestimentas (Salmo 133, 2).

Esta ofrenda del becerro por el pecado no era solamente por Aarón y sus hijos sino también por el Altar.

El Altar tenía una función importantísima en el ministerio de la reconciliación y por lo tanto, debía ser ungido y purificado en forma especial.

Durante todo el ritual de la consagración, Moisés actuó como Sacerdote.

Tomó la sangre y la colocó sobre los cuernos del Altar, derramó al pie del Altar el resto de la sangre, quemó la grosura sobre el Altar, quemó el cuerpo del becerro fuera del campamento.

Aarón no había comenzado aún su trabajo, por lo tanto, Moisés actuó no sólo como Sacerdote, sino también como Sumo Sacerdote.

Entró en el Lugar Santísimo para ungir el arca del Testimonio (Éxodo 30, 26; Levítico 8, 10).

Moisés servía como Sacerdote durante los siete días de instalación de los Sacerdotes.

Él hizo todos los sacrificios, enseñó así a Aarón y sus hijos cómo hacer todo el servicio en el Tabernáculo.

Versos del 18 al 24

La ceremonia del carnero de las consagraciones era el último acto de la Consagración de Aarón y de sus hijos.

Con ella, terminaba la dedicación y los Sacerdotes quedaban en condiciones de desempeñarse en los diferentes servicios Sacerdotales de mediación.

La aplicación de la sangre a la oreja implicaba su Consagración al servicio de YEHOVAH DIOS.

Desde ese momento en adelante, Aarón debía atender diligentemente las órdenes de YEHOVAH DIOS y debía cerrar los oídos al mal.

Esta lección es provechosa, tanto para los ministros, como para los laicos. Haríamos bien en prestarle atención, porque “el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15, 22).

La colocación de la sangre sobre el pulgar derecho de Aarón, significaba que en adelante todos sus actos debían ser justos.

La mano representa la obra de la vida, los diversos actos visibles y el obrar en justicia.

De Cristo se escribió: “He aquí que vengo, oh YEHOVAH DIOS, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10, 7).

“Mi comida dijo Yeshúa Ha Mashiaj es que haga la voluntad del que me envió” (Juan 4, 34).

La colocación de la sangre sobre el pulgar del pie tiene un significado similar.

Implica caminar en la Luz, hacer los Mandatos de YEHOVAH DIOS, ponerse de parte de la Verdad y de la Justicia.

Todas las facultades del ser, deben estar dedicadas a YEHOVAH DIOS.

El Altar ya había sido ungido con aceite, ya se le había aplicado la sangre de la ofrenda por el pecado y la sangre del holocausto (Levítico 8, 10.15.19.24).

Ahora, era rociado con la sangre del carnero de las consagraciones.

El Altar, recibía más atención que cualquier otra parte del Santuario.

Sin duda, esto se debía a su importancia dentro del esquema de la expiación.

En casi todos los sacrificios desempeñaba un papel importante.

Versos del 25 al 29

La ofrenda de Consagración tenía que ser quemada sobre o después de la ofrenda de ascensión.

Esto nos enseña que el Ministerio Sacerdotal está basado sobre la entrega total.

Si no hay entrega total en un siervo de YEHOVAH DIOS, su Ministerio no va a ser agradable delante de ÉL.

Versos del 30 al 36

La unción fue rociada tanto sobre Aarón como sobre sus vestiduras.

Esto nos enseña que hay una unción personal y una unción ministerial.

Lo personal viene primero, luego lo ministerial.

La unción personal sirve para funcionar en la vida diaria, en la vida familiar y es más importante que la unción Ministerial.

Es importante, que el que tiene una función ministerial en el pueblo de YEHOVAH DIOS no descuide su familia y su vida personal.

La unción, el Espíritu del Mesías, ha sido dada para influir primeramente en tu vida personal, familiar y luego en tu vida ministerial.

Esta comida ceremonial daba fin a la ceremonia de la consagración.

El comer de la carne del carnero de las consagraciones, era lo opuesto de comer la carne de la ofrenda por el pecado.

Al comer de la carne del carnero, los Sacerdotes eran consagrados para que pudiesen comer de la carne de la ofrenda por el pecado y llevar así el pecado del pueblo (Levítico 10, 17).

Con esto terminó la ceremonia del día, pero a Aarón y a sus hijos no se les permitió dejar el Tabernáculo hasta después de siete (7) días.

Este tiempo era para estudio, para oración, para meditación, para repetir vez tras vez el ritual, para que no se equivocaran, cuando les llegara el momento de oficiar.

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