El Salmo tiene por título, “Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré”.
No sabemos cuándo los Salmos fueron separados en cinco libros, pero la separación data antes de nuestros manuscritos más antiguos, compilados en el Texto Masorético (versión hebraica del Tanaj usada oficialmente entre los judíos).
Este es el primer Salmo del segundo libro y los Salmos del segundo libro comparten algunas diferencias genéricas con los Salmos del primer libro.
La palabra Hebrea en referencia con “YEHOVAH DIOS” es enfatizada de manera diferente en los primeros dos libros de los Salmos.
En el primer libro el nombre de “YEHOVAH” ocurre 272 veces y el de “Elohim” solamente 15.
Pero en el segundo libro “Elohim” ocurre 164 veces y el de “”YEHOVAH” ocurre solamente 30 veces.
En el primer libro de los Salmos, 37 de los 41 son específicamente atribuidos a David y los últimos cuatro son sin atribuir, David es el único Salmista conocido del primer libro.
En el segundo libro de los Salmos, David es autor de 18 de los 31 Salmos, más de la mitad.
Pero en el segundo libro otros Salmistas aparecen, Asaf y Salomón tienen uno cada cual, siete, quizás ocho Salmos le pertenecen a los hijos de Coré y tres no tienen a ningún autor enlistado.
Los hijos de Coré eran Levitas, de la familia de Coat, por los tiempos de David, servían en el aspecto musical de la adoración en el Templo (2 Crónicas 20, 19).
Coré dirigió una rebelión de 250 líderes comunitarios en contra de Moisés durante los días en el desierto del Éxodo.
YEHOVAH DIOS juzgó a Coré y a sus líderes, todos murieron, pero los hijos de Coré permanecieron, estaban tan agradecidos por esta misericordia que se volvieron en Israel por la alabanza al Todopoderoso.
Versos del 2 al 4
Un sentido de gran necesidad, la distancia de la casa de YEHOVAH DIOS y las palabras de desaliento traen un gran sentido de desesperación.
Los Hijos de Coré comienzan este Salmo con una ilustración poderosa, un ciervo afligido por la sed.
La sed vino de una persecución de odio, el ciervo anhelaba y necesitaba agua, de la misma manera, el alma del Salmista anhelaba y necesitaba a YEHOVAH DIOS.
El salmista no tenía sed por agua, sino de YEHOVAH DIOS, el “beber y el tener sed” son ilustraciones comunes de la “necesidad espiritual del hombre y de la provisión de YEHOVAH DIOS”, aquí el énfasis está en la desesperación de la necesidad.
Para los Hijos de Coré, conectados con el Tabernáculo y el Templo y sus rituales, había un lugar designado para presentarse delante de YEHOVAH DIOS.
Este era un anhelo para conectarse de nuevo con el Altísimo y Su pueblo en el Tabernáculo o el Templo.
Estas lágrimas quizás pueden ser entendidas en al menos dos maneras. Primero, estas demuestran el dolor provocado por el anhelo del salmista por alivio en DIOS.
Segundo, mostraban la aflicción del salmista sobre la distancia percibida de DIOS. Uno o ambas de éstas podrían ser el caso, sin embargo, la necesidad era claramente profunda y grande.
Para hacer peor el problema, era acompañado por aquellos que querían desanimar al salmista, querían hacerle sentir en ese momento de necesidad, que YEHOVAH DIOS no podía ser hallado en ningún lugar.
Verso 5
Memorias dolorosas traen más desaliento.
El recuerdo de momentos más felices hizo que el salmista estuviera más triste, pensó en los tiempos de gozosa adoración en la casa de YEHOVAH DIOS y se sintió tan distante de esos buenos días.
Él especialmente recordó los buenos tiempos de las Fiestas marcadas por el calendario Judío.
Pensó en el pueblo y el regocijo “voces de alegría y alabanza”, que marcaron las Fiestas de la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos.
Verso 6
Hablando sabiamente con su propia alma, el salmista hizo una pausa de un doloroso recuerdo para retar a su propia alma, no se rindió hacia sus sentimientos de depresión y desaliento espiritual.
En lugar de eso él los retó y los trajo delante de YEHOVAH DIOS, les dice a los abatidos y a los que tienen sentimientos turbados, “espera en el Justo Juez, pasará de nuevo, ya que lo ha hecho antes”.
En su desaliento el salmista habló consigo mismo y quizás aún predicó consigo mismo, no se sintió lleno con alabanza en ese momento.
Pero tenía la confianza de que él realizó lo que pudo, para dirigir su espera en DIOS y esa bendición podría salir adelante.
“No siento como el bendecirle justo ahora, pero ÉL es digno de mi espera y aún he de alabarle”.
El salmista sabía buscar la salvación de YEHOVAH DIOS en su presencia, esto es, el rostro de agrado del Justo Juez.
Encontró un mejor lugar al retar su sentido de desánimo y buscar tras YEHOVAH DIOS su presencia.
Verso 7
Una oración honesta de un lugar distante, en un sentido de desapego el salmista reportó la situación de su alma abatida hacia YEHOVAH DIOS.
Fue sabio, ya que una tendencia normal en tales tiempos era el mantenerse lejos del Altísimo o el actuar como si pudiéramos esconder el problema de ÉL.
El salmista no hizo nada de los dos anteriores.
Esto explica el porqué estaba tan lejos de la casa de YEHOVAH DIOS y por qué no podía aparecer en el Tabernáculo o el Templo, estaba muy al norte de Jerusalén, en tierra de los hermonitas.
Versos del 8 al 9
Una oración desde las profundidades del desánimo.
Quizás el salmista vio o pensó sobre las cascadas en este país del norte, como el agua caía hacia la alberca en la base de la cascada y pensó, “Me siento de esa manera, enterrado en mi miseria”.
“Es como si todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí y él estuviera debajo”.
El nombre de Pacto de YEHOVAH DIOS, “Yahvéh”, es de alguna forma utilizada en raras ocasiones en este segundo libro de los Salmos.
Aquí es utilizada con una connotación especial, con gran confianza que el Justo Juez mandará su misericordia para ser extendida sobre aquel en desesperación.
El salmista llegó a un lugar de mayor confianza, seguro en la bondad del Señor para él en el día o la noche, en la noche más aterradora tendría el consuelo de gracia de Su cántico.
Esta es otra declaración de confianza, el canto de parte de YEHOVAH DIOS será una oración, pero no para el DIOS de la muerte, sino para DIOS de mi vida.
Versos del 10 al 11
Hablando más cosas honestas de parte del desaliento del salmista, “Roca mía, ¿por qué me has olvidado?”, hay una contradicción placentera en esta línea.
El salmista tenía la confianza de llamar a YEHOVAH DIOS su Roca, su lugar de seguridad, estabilidad y fuerza.
Al mismo tiempo él podía traer con honestidad sus sentimientos hacia el Justo Juez y preguntar, “¿por qué me has olvidado?”.
El salmista sentía que YEHOVAH DIOS le sustentaba, pero su batalla aún no terminaba, está la constante opresión del enemigo.
La burla de, “¿Dónde quedó tu DIOS?” continuaba de parte de ellos.
Verso 12
El regreso hacia un reto de seguridad hacia sí mismo para enfocarse en YEHOVAH DIOS.
“¿Qué te abate, alma mía?”, Continuaba la opresión del enemigo, así que el salmista continuaría a hablarse a sí mismo y retar su sentido de desaliento.
La palabra placentera del Verso 6 se repite tanto de una manera importante como útil.
El salmista y todos los que están enterrados bajo el desaliento, necesitaban mantener la espera en YEHOVAH DIOS y mantener la confianza en que aún han de alabarle.