Versos del 1 al 18
Retraso de la parusía. El tema predominante de toda esta sección es el día de la venida o parusía de Yeshúa.
En los dos primeros versos, el autor resalta el valor evangelizador de las cartas apostólicas, la importancia de los recuerdos para despertar la conciencia cristiana, que él llama “mentes sinceras” (vs 1), y el papel de la memoria, que sirve para unir en un solo proyecto, el de Yeshúa, los dos Testamentos, en clara alusión a profetas y apóstoles.
En los versos 3-4, el autor, como si ya conociera los planes divinos “ante todo deben saber” previene contra los adversarios que con cinismo, falsedad y entregados al libertinaje niegan la venida con el argumento de la inmutabilidad del mundo desde sus orígenes (vs 4).
La verdad es que a quienes tienen el poder no les interesa que las cosas cambien, para poder seguir dominando y enredando las comunidades a su antojo.
En los versos 5-10, el autor refuta los argumentos de quienes niegan la parusía apelando a la fuerza de la Palabra de Yehovah Dios, que crea el cielo y la tierra (Génesis 1), pero que en un momento de la historia lo destruye a través del diluvio (Génesis 7) para sacar un mundo nuevo.
El cielo y la tierra, que siguen siendo fruto de la Palabra creadora de Yehovah Dios (vs 5), están a la espera de una nueva “purificación” en el juicio final a través del fuego, cuando serán condenados los seres humanos perversos.
Cabe anotar que después de cada destrucción surge una realidad nueva.
Cada vez que destruimos situaciones de injusticia, violencia y muerte y permitimos que surjan nuevas realidades de justicia y fraternidad, adelantamos en la tierra pequeños momentos de parusía.
Otro argumento contra los adversarios tiene que ver con el tiempo. Hay que diferenciar entre el tiempo de Yehovah Dios “kairos” (Salmo 90,4) y el tiempo humano “kronos”.
De otra parte, la dilación del tiempo es una opción paciente de Yehovah Dios que tiene como objetivo dar oportunidad para que todos se salven (Juan 3, 16-17; 1 Timoteo 2, 4).
Para describir la venida (vs 10), el autor trae las figuras del ladrón y del fuego, recogidas de la tradición sinóptica (Mateo 13, 40.50; 24, 29. 35. 43; 25, 41) y apocalíptica (Apocalipsis 20, 11; 21, 1).
En los versos 11-12 se dice que vivir en santidad permite apresurar la venida del Señor.
El autor insiste en que la parusía no debe llevar a la pasividad esperando el fin de los tiempos; al contrario: hay que vivir y trabajar para que el mundo camine por senderos de paz, de honestidad y reconciliación (vs 14).
La mención de las cartas de Pablo (vs 15-16), escritas con sabiduría, pone de manifiesto su importancia en las comunidades, pero al mismo tiempo el autor reconoce que el mensaje de Pablo fue manipulado, falsamente interpretado y corrompido por los falsos maestros.
El final no tiene forma epistolar, al carecer de saludos y despedidas.
Los versos 17-18, que forman una inclusión con los vs 1-2, retoman de manera conclusiva algunos temas tratados a lo largo de la carta: estar prevenidos para no ser engañados por los falsos maestros (vs 17) y crecer en gracia y conocimiento de Yeshúa (vs 18).