Mosqueteros de Yehovah

2 Pedro Capítulo 2

Versos del 1 al 22

Contra los falsos profetas y maestros. Este capítulo tiene como objetivo desenmascarar a los “falsos maestros” que arruinan la vida de las comunidades.

Toma como base la carta de Judas, que a veces cita casi literalmente (vs 1 y Judas 4; vs 4 y Judas 6; vs 6 y Judas 7; vs 9 y Judas 6; vs 10 y Judas 7-8; vs 11 y Judas 9; vs 12 y Judas 10; vs 13 y Judas 12; vs 15 y Judas 11; vs 17 y Judas 12-13; vs 2 y Judas 16; vs 3 y Judas 12-13).

La doctrina de los “falsos maestros” se caracteriza por renegar de Yeshúa (vs 1; 1 Juan 2, 22-23) e imponer en las comunidades un estilo de vida que privilegia diversos aspectos.

Este estilo de vida del mundo es el sectarismo, la idolatría, la inmoralidad, el desprestigio del camino de la verdad, la vida cristiana, el amor al dinero con engaño, el libertinaje, el desprecio de la autoridad de Yehovah Dios, las actuaciones animalescas, el insulto, la corrupción, el adulterio y la avaricia.

Para reforzar sus argumentos trae a colación tres ejemplos de castigos tomados del Antiguo Testamento: los ángeles pecadores (vs 4; Génesis 6, 1-4), el diluvio (vs 5; Génesis 7-9) y Sodoma y Gomorra (vs 6; Genesis 19,1-28).

Quien actúa de esta manera se contagia del síndrome de Balaán, que consiste en vivir para la codicia (vs 15), en asumir la vida como un espejismo (vs 16), en una enseñanza vacía y estéril que seduce a los frágiles en la Fe (vs 18) y en ser esclavos de la corrupción con señuelos de libertad (vs 19).

En medio de los castigos, el autor recuerda positivamente a personajes como Noé y Lot (vs 5-8), hombres religiosos (9) que lograron vivir en fidelidad al proyecto de Yehovah Dios, y por eso fueron liberados por el Señor.

Los versos 20-21 son una dura advertencia para los que tienen una Fe ambigua y débil, para quienes conociendo a Yeshúa, camino de justicia, se rinden fácilmente ante las “inmundicias del mundo”.

Las palabras del verso 21 recuerdan la dura sentencia de Yeshúa contra quien habría de entregarlo: “más le valdría a ese hombre no haber nacido” (Mateo 26,24).

La conclusión (vs 22) se hace a partir de dos refranes, uno de origen sapiencial bíblico (Proverbios 26, 11) y otro de origen helenista.

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