Versos del 1 al 15
Insistencia en la colecta. Lo que sigue, si no es el fragmento de otra carta sobre el mismo asunto, recogida aquí por tratar del mismo tema, equivale a una insistencia templada por la discreción.
Pablo quiere impulsar sin forzar; acumula argumentos y los repite.
Aunque la mayoría de los corintios, provenientes del paganismo, no captaran las alusiones bíblicas, lo cierto es que las resonancias de la Biblia estructuran todas las reflexiones del Apóstol.
Aquí tenemos un buen ejemplo de ello.
A través de citas del Antiguo Testamento nos expone algo así como la gran “lección del dar”.
Yehovah Dios es el “dador” por excelencia; da el buen deseo (Éxodo 35, 29; 36, 3-7) y los medios con qué dar.
La tierra es el don primario de Yehovah Dios.
Es menester dar al pobre, huérfano, viuda (Deuteronomio 15,1-11; Salmo 112; Eclesiástico 14,3-6). Unos y otros dan gracias a Dios.
Aunque aparentemente es un asunto económico, el compartir los bienes tiene para el Apóstol una dimensión religiosa fundamental; por eso utiliza los vocablos favoritos que suele usar para describir la auténtica comunidad cristiana.
Habla de servicio, “diakonía”; de solidaridad/comunión, “koinonía”; de gracia o don, “jaris”.
En el pensamiento de Pablo, esta “comunión” se va a realizar de un modo concreto entre sus Iglesias de la diáspora, entre ellas la de Corinto, las que prestarán este servicio de solidaridad y la Iglesia Madre de Jerusalén que dará gloria a Yehovah Dios por los servicios recibidos.
Ambas actitudes, don y gloria a Yehovah Dios constituyen, para el Apóstol, confesión humilde del Evangelio (vs 13). Así se construye la comunidad cristiana.