Versos del 1 al 27
Es justamente la defensa de esta libertad que ejerce lo que hace a Pablo lanzarse a este discurso polémico, apasionado y vehemente.
En él se recogen algunas de las expresiones más memorables que hayan salido de la literatura paulina.
Comienza diciendo que es libre y Apóstol como el que más, pues, “¿no he visto a Yeshúa nuestro?” (vs 1).
Prueba de ello: “el sello de mi apostolado para YEHOVAH, son ustedes” (vs 2).
Enumera después los derechos de los que podría estar disfrutando en su calidad de apóstol y a los que ha renunciado libremente por el bien de la comunidad como comer y beber (vs 4) a expensas de la misma comunidad o ser acompañado en sus correrías apostólicas por “una esposa cristiana como los demás apóstoles” (vs 5), entre otros.
A Pablo le indigna, sobre todo, que le critiquen el derecho y la libertad de trabajar con sus manos para su propio sustento y no ser gravoso a nadie.
Esto del trabajo manual de Pablo, humilde tejedor de tiendas y toldos, no iba muy de acuerdo con la cultura grecorromana que consideraba todo trabajo manual como quehacer de esclavos.
Por tanto, en este caso, indigno de un Apóstol y fundador de comunidades cristianas.
Pablo es reiterativo, repite una y otra vez con toda una serie de comparaciones y referencias bíblicas que el Apóstol como el soldado, el labrador o el pastor tiene derecho a gozar de los frutos de su trabajo, para terminar enfáticamente: “Pero yo no he usado ninguno de esos derechos” (vs 15).
A partir de aquí, el Apóstol se remonta a describir el sentido de su misión de anunciar la Buena Noticia, con una de las expresiones más fascinantes que han salido de su boca: “¡Ay de mí si no anuncio la Buena Noticia!” (vs 16).
Se siente judío con los judíos, sin Ley con los sin Ley, débil con los débiles.
En una palabra: “Me hice todo a todos para salvar por lo menos a algunos” (vs 22). ¿Qué paga espera Pablo? No otra que participar en la misma Buena Noticia que anuncia.
Termina con una imagen deportiva de carrera y pugilato, sugerida por los “juegos ítsmicos” que se celebraban en Corinto, para ilustrar el modo de ser libre que él ha escogido: entrenamiento, disciplina y renuncia para conseguir el premio.
Si en el estadio uno solo consigue la medalla deportiva, en el terreno cristiano todos conseguirán el premio con tal de que corran y se esfuercen con perseverancia y tesón.