Mosqueteros de Yehovah

1 Timoteo Capítulo 1

Introducción

Primera carta a Timoteo. La sinopsis nos hace ver el propósito de Pablo: proporcionar normas y consejos para el recto caminar de la comunidad.

La precaución frente a los falsos maestros, difundida por la carta, se concentra al principio y hacia la mitad; en ambas ocasiones contrasta al destinatario con el Apóstol.

Capítulo 1

Versos del 1 al 2

Saludo. El saludo es el habitual de la correspondencia paulina, en el que a Pablo se presenta como apóstol por disposición de Yehovah Dios y no por la delegación de la comunidad.

Esta afirmación tendrá un relieve especial en las llamadas “cartas pastorales” donde el tema principal será el de la verdadera tradición apostólica frente a otras doctrinas que la estaban poniendo en peligro.

El destinatario es Timoteo, el íntimo colaborador del Apóstol, a quien el autor se refiere como a “hijo suyo engendrado por la fe” (vs 2).

Más que apelativo cariñoso, es título de la autoridad legítima y auténtica que tiene como líder de la comunidad cristiana.

A la combinación acostumbrada de “gracia” del saludo griego y “paz” del saludo hebreo, añade la “misericordia”, de gran origen bíblico.

Versos del 3 al 11

Falsos maestros. Saltándose la acostumbrada “acción de gracias”, Pablo entra de lleno en la polémica.

La primera tarea de Timoteo será la de enfrentarse con los falsos maestros que difunden doctrinas heréticas opuestas a la sana tradición, y que no son sino fábulas, mitos, “genealogías interminables” (vs 4), productos todos de la fantasía de los charlatanes de turno.

No sabemos en concreto a qué desviaciones doctrinales se refiere.

Reuniendo datos de las tres cartas pastorales que forman un conjunto epistolar, es probable que se trate del gnosticismo, la “gnosis” se podría traducir como “sabiduría arcana”, la “Nueva Era” de aquel entonces, con su mezcla vaga y heterogénea de prácticas ascéticas no convencionales y de conocimientos esotéricos que fascinaban a los iniciados con el señuelo de una salvación al alcance de la mano, como si el mensaje salvador de Yeshúa Ha Mashiaj no fuera claro o suficiente.

Todo esto lo único que hace es perturbar la armonía de la comunidad con controversias interminables.

Así pues, el primer gran encargo que encomienda a Timoteo es el de exhortar a los creyentes a ser fieles al “plan de Yehovah Dios, basado en la fe” (vs 4), es decir, a vivir una praxis de concordia y amor mutuo que solo puede brotar de esa fe sincera que limpia el corazón y produce una buena conciencia.

Entre las falsas doctrinas, están las propuestas por los que pretenden pasarse como doctores de la ley.

No sabemos en concreto si lo que enseñaban estos individuos era una versión “gnóstica” de la Ley mosaica o alguna interpretación heterodoxa de la misma, lo cierto es que ni ellos sabían “lo que enseñan con tanta seguridad”.

En la polémica que entabla con esos falsos doctores (vs 9-10), el autor hace eco de la enseñanza de Pablo sobre la bondad de la Ley, su verdadera función, para quiénes fue promulgada y la cesación de la misma ante la “ley de la Fe” (Romanos 7, 12-16; 3, 27).

Ésta fue y es la sana doctrina, la que se ajusta a la tradición evangélica que Pablo enseñó con su autoridad apostólica y que, con la misma autoridad, debe exponerla ahora Timoteo como líder de la comunidad.

La “sana doctrina” es uno de los temas fundamentales de las cartas pastorales (2 Timoteo 4, 3; Tito 1, 9; 2, 1).

Si los líderes de la primera generación de la Iglesia, los apóstoles, los profetas, los predicadores itinerantes, dedicaron todas sus preocupaciones a la difusión del mensaje evangélico más allá de toda frontera.

Los responsables de las siguientes generaciones comienzan progresivamente a dar más prioridad a la vida interna de la comunidad de creyentes.

De la figura del “evangelizador” se va pasando poco a poco a la del “pastor”, cuya responsabilidad está en la fidelidad a la “tradición apostólica” la “memoria de Yeshúa”– que hay que mantener como un sagrado depósito ( 1 Timoteo 1, 11; 2 Timoteo 1, 10-14; Tito 1, 3) contra toda desviación del tipo que sea.

Y así, los ministerios “itinerantes” de la Iglesia primitiva van desapareciendo para dejar paso a ministerios “sedentarios” que comienzan a institucionalizarse alrededor de la figura del obispo (1 Timoteo 3, 1-13; 5, 17; Tito 1, 5-9) y que miran más al gobierno y a la buena marcha interna de las Iglesias locales.

Así mismo, la comunidad cristiana no es ya solamente la que nace del anuncio del mensaje evangélico sino, sobre todo, la que posee y vive la verdad del mismo, o sea la “sana doctrina”.

Versos del 12 al 20

Pablo y Timoteo. La acostumbrada acción de gracias que solía encabezar e introducir el asunto de las cartas, la coloca el autor cuando ya ha comenzado a desarrollar el tema, con el fin de dar más fuerza a sus instrucciones de “pastor” de la comunidad.

¿Cuáles son sus intenciones al presentarnos este autorretrato del antes blasfemo, perseguidor e insolente (vs 12) y que, ahora, da gracias a Yehovah Dios por su conversión?.

Primera, afirmar la sana doctrina, digna de ser aceptada sin reservas, a saber: “Yeshúa Ha Mashiaj vino al mundo para salvar a los pecadores” (vs 15).

Esta salvación la dramatiza en el gran cambio que se produjo en Pablo, gracias a la paciencia, compasión, misericordia y favor de Yehovah Dios: de perseguidor se convirtió en servidor, de pecador en hombre de confianza, “se fio de mí y me tomó a su servicio”.

Y segunda, el gran convertido trasmite la tarea del servicio apostólico a su hijo Timoteo en una especie de sucesión legítima.

La enseñanza es clara: ningún líder puede aducir derechos y méritos propios para asumir la autoridad dentro de la comunidad, ni ésta posee la autoridad apostólica para delegarla a quien desee.

La autoridad viene de Yehovah Dios y elige a quien quiere, por más pecador que haya sido, el caso del mismo Pablo.

Esta convicción es la que inmunizó a la Iglesia primitiva contra el culto a la personalidad de sus apóstoles y pastores. Buena lección para nuestra Iglesia de hoy.

Con estas credenciales el autor invita a Timoteo a ejercer su tarea de pastor.

Difunde la Palabra de Yehovah No Contaminada

2 comentarios en «1 Timoteo Capítulo 1»

  1. Pablo nos muestra que para convertirnos no debemos alimentarnos de dos fuentes; debemos dejar de alimentarnos de la fuente tradicional para comenzar a alimentarnos de la sana doctrina que transforma. Gloria a YEHOVAH

    Responder
  2. Tremendo como Pablo exhorta a Timoteo a mantener el celo como líder sobre la comunidad y esto por velar como pastor a que se mantengan consumiendo el alimento de la sana doctrina que es la Buena Nueva de Yeshua Ha Mashiaj sin ningún tipo de contaminación. Gloria a YEHOVAH

    Responder

Deja un comentario