Versos del 1 al 11
A los responsables. Antes de despedirse les da su testamento espiritual. El discípulo de Pedro se dirige, en primer lugar, a los “ancianos”, término con que se designaba a los responsables y líderes de la comunidad, presbíteros, no necesariamente entrados en años.
Aunque se presenta con el título que le confiere su autoridad apostólica, “testigo de la pasión de Cristo” (vs 1), los considera colegas, situando así su autoridad en el plano de la corresponsabilidad, como era corriente en la Iglesia de los primeros tiempos.
Contempla el ministerio de estos líderes como la labor y el servicio de un buen pastor, en referencia siempre al Pastor Supremo, único pastor del rebaño.
Sus consejos pastorales son válidos para todos los tiempos, especialmente para muchos pastores de nuestra Iglesia de hoy, quienes aún no acaban de asimilar el verdadero sentido de la autoridad apostólica.
Toda la vida de un pastor debe ser entrega generosa al rebaño, guiándolo con el modelo y ejemplo de su vida, sin otros intereses espúreos.
Después se dirige a todos los miembros de la comunidad, tanto jóvenes como viejos, y les pide que sean humildes.
Esta humildad, referida a la relación de los cristianos con Yehovah Dios, lleva a la confianza por la que ponemos en sus manos todos nuestros afanes y sufrimientos.
En una última llamada a la vigilancia, compara al enemigo supremo, el diablo, a un león rugiente dando vueltas alrededor de su presa.
Todas estas recomendaciones del discípulo evocan la realidad de una comunidad cristiana que, soportando la prueba y la persecución, vive de la esperanza de la venida liberadora de Yeshúa, consolada por “el Dios de toda gracia que por Cristo los llamó a su gloria eterna” (vs 10).
Versos del 12 al 14
Saludos finales. Pedro, menciona en su saludo final a dos personas conocidas que han desempeñado un papel importante en la vida de la Iglesia primitiva: Silvano y Marcos.
Finalmente, les comunica los saludos de la comunidad de “Babilonia”, nombre de Roma en clave simbólica, es decir, el lugar del destierro y de la persecución en un mundo hostil a Yehovah Dios.