Mosqueteros de Yehovah

1 Pedro Capítulo 3

Versos del 1 al 7

Conducta en el matrimonio. El más importante testimonio cristiano es el dado en el seno de la familia. Dirige primero una larga exhortación a la esposa, pensando seguramente en las mujeres cristianas casadas con paganos.

Después se dirigirá brevemente a los maridos cristianos. A éstas les exige la castidad conyugal, el “sometimiento” al marido y la modestia y serenidad interiores que pueden mantener el matrimonio unido en convivencia pacífica, e incluso atraer al esposo a la Fe.

En la exhortación a los maridos cristianos afirma la mayor debilidad corporal de la mujer y la igualdad espiritual en compartir la herencia del cielo.

En este sentido hay que tomar también el recelo del discípulo respecto a los adornos de la mujer. Sobre el exagerado ornato de éstas pronuncia Isaías una sátira divertida (Isaías 3, 18-23).

Versos del 8 al 22

Paciencia a ejemplo del Mashiaj. El ideal de concordia familiar se extiende a toda la comunidad cristiana, cuyos miembros, como hermanos de una sola familia, comparten la bendición de una herencia común.

Los versos 10-12 están inspirados en Salmo 34, 12-16; esta amplia cita en una carta breve muestra que los salmos se iban incorporando a la piedad cristiana e inspiraban la conducta.

A continuación, Pedro vuelve a su tema favorito: el sufrimiento en razón de la fe que profesan.

Más que a una persecución concreta, Pedro se refiere de nuevo a la marginación social que les imponía su misma condición de cristianos, la cual les apartaba de las prácticas y costumbres paganas, como las que señalará después en 4, 3, conducta que les hacían parecer gente rara a los ojos de sus conciudadanos paganos.

Es posible que la extrañeza ante el proceder de los cristianos fuera acompañada, a veces, de hostilidad y agresividad, sobre todo por ser los creyentes de clase humilde.

Es comprensible que vivieran atemorizados.

Pedro les anima a no tener miedo y conservar la calma. Es más, la situación puede convertirse en ocasión de dar testimonio de “su esperanza” (vs 15).

Es interesante que fuera la esperanza el aspecto llamativo de los cristianos y lo que causara extrañeza a los paganos, a quienes Pablo se refiere en Efesios 2,12 como gente sin “esperanza y sin Dios en el mundo”.

La recomendación que Pedro les hace es una lección práctica de evangelización misionera en un contexto de pluralismo religioso, como el nuestro de hoy: estén dispuestos a defender, su esperanza “con modestia y respeto, con buena conciencia” (vs 16), pero firmes en la Fe.

Si el testimonio evangélico lleva consigo la persecución y el sufrimiento, sufrir por hacer el bien les asemejará a Yeshúa Ha Mashiaj.

Para darles ánimo y esperanza en la victoria final, el discípulo les propone el ejemplo del sufrimiento inocente de Yeshúa, cuya resurrección por el Espíritu trajo la oferta de salvación universal a todos, incluso a las “almas encarceladas” (vs 19) de los pecadores de antaño, a los que el pensamiento mítico religioso del Antiguo Testamento asignaba un lugar en el mundo subterráneo y tenebroso de los muertos, al que denominaban “infierno”.

También allí Yeshúa resucitado “fue a proclamar” (vs 19) su mensaje de salvación.

Yeshúa Ha Mashiaj, compartiendo la suerte de todos los hombres y mujeres, baja al mundo de los muertos, no para quedarse, sino para proclamar la liberación (Isaías 61, 1).

El verso 19 es uno de los textos más enigmáticos de todo el Nuevo Testamento, el cual ha encontrado eco hasta en nuestro Credo cristiano: “Descendió a los infiernos”.

Este descenso salvador debió ser muy importante para los primeros cristianos, como lo atestiguan las referencias de Efesios 4, 8-10 y Romanos 10, 7; les preocupaba la suerte de los pecadores y, en general, la de todos los que vivieron y murieron antes de Cristo.

¿Entraron también ellos en el plan salvador de Dios?. ¿Se salvaron, aunque no habían conocido a Cristo ni recibido el bautismo?.

Esta preocupación sobre la posible salvación de los antepasados ha estado presente en toda la historia de la evangelización de la Iglesia, especialmente en Asia, cuya cultura dio y sigue dando tanta importancia al mundo de los ancestros.

La respuesta ambigua o negativa de los primeros evangelizadores de aquellas tierras constituyó entonces un grave obstáculo para la propagación del Evangelio.

Con esta imagen enigmática del Mashiaj descendiendo y proclamando, el discípulo nos quiere decir simplemente que, en virtud de su muerte y resurrección, Yeshúa Ha Mashiaj vino a ofrecer su salvación a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.

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