Versos del 1 al 3
Dominarse. La falta de autocontrol trae consecuencias muy negativas.
El autocontrol, según Ben Sirá es necesario especialmente respecto de aquellos apetitos que de seguirlos, arruinan nuestra vida socio económica: los lujos, los apetitos sexuales, la comida y la bebida.
Hoy más que nunca conviene estar muy atentos respecto a estos mismos impulsos y apetitos, porque con el actual desarrollo de la sociedad de consumo y su principal vehículo que son los medios masivos de comunicación, llevan a personas de toda condición social al consumo desmedido.
Y a crearse un tal cúmulo de necesidades que poco a poco los va arruinando, lo cual obliga en la mayoría de los casos a relegar a otros niveles asuntos tan prioritarios como la salud, la educación y la vivienda.
Versos 4 al 19
Callar y hablar. Otra norma o enseñanza práctica para vivir bien:
No creer todo a la ligera y, menos aún, precipitarse a comunicar a otros lo que se ha escuchado de otras personas.
¿Cuántos conflictos no se pueden evitar controlando la ligereza de la lengua?.
Si algo escuchamos de alguien cercano a nosotros o de nuestro prójimo, lo más práctico es confrontarlo a solas, es más constructivo y pedagógico para ambas partes.
En cierto modo concuerda con la corrección fraterna que propone Jesús a sus discípulos (Mateo 18, 15-18).
Versos del 20 al 30
Sabiduría y temor de YEHOVAH DIOS. La síntesis de sabiduría es respetar al YEHOVAH DIOS y el genuinamente sabio es aquel que cumple y pone en práctica la Ley del Señor.
Con esto, Ben Sirá establece una enorme diferencia entre la sabiduría que él practica y enseña y la que comúnmente se llamaría también sabiduría, pero que en el fondo es sagacidad o inteligencia común.
Puede ser que el sagaz o inteligente esté muy lejos entonces de la sabiduría que proviene del respeto a YEHOVAH DIOS y del cumplimiento de sus preceptos.
¿Cómo distinguir al sabio del sagaz o inteligente?.
Ben Sirá da unas pistas que de todos modos no hay que tomar al pie de la letra: por su manera de vestir, de reír, de andar.
Y no hay que tomar esto al pie de la letra porque nadie está autorizado para juzgar a nadie por su apariencia externa.
Es sólo en el trato, en la comunicación y el diálogo como podemos hacernos una idea aproximada, de lo que alguien es, y ni aun así, tenemos derecho a juzgar.
En todo caso, debe primar siempre el amor y la misericordia para con el prójimo.
Gracias a la sabiduría divina gozamos de la bendición de Yehovah Dios en nuestras vidas