Como el Salmo 111 antes, el Salmo 112 es un salmo acróstico, poseen grandes similitudes entre si, son del mismo largo, encajan en las mismas estrofas e incluso tienen frases idénticas o similares en los mismos lugares en cada uno.
Ambos son acrósticos precisos, tienen 22 líneas las cuales empiezan con la letra sucesiva del alfabeto hebreo.
Cargan con el mismo proceder de la luna con respecto a el sol, porque, mientras el primero declara la gloria de YEHOVAH DIOS, el segundo habla del reflejo del brillo divino en los hombres que han nacido de lo alto.
Verso 1
La vida bendecida del hombre que teme a YEHOVAH DIOS.
Como en muchas otras secciones de los Salmos, éste empieza con un “¡Aleluya! Esto era tanto la expresión personal del salmista como una exhortación a otros para que lo alabaran.
El Salmo 111 y el 112 pueden haber sido compuestos juntos, están definitivamente colocados juntos en la colección a propósito.
El Salmo termina con la idea de que “el temor a YEHOVAH DIOS es el principio de la sabiduría”, ahora el salmista explica las bendiciones de aquellos que “temen al Señor”.
El temor del que la Biblia está hablando se describe mejor como una profunda reverencia, esto es, estamos en reverencia ante DIOS o nos paramos en asombro delante de ÉL.
Este hombre bendito no teme a YEHOVAH DIOS en el sentido de miseria, ni de obligaciones forzadas, habla de aquellos que se deleitan en gran manera en Sus mandamientos.
Hay un eco deliberado del Salmo anterior aquí, el verso 2 habla de deleitarse en las obras de DIOS, en el verso 1 se nos dice que el Pueblo de DIOS también se deleita en sus obras, mandamientos.
Para este hombre la Palabra de DIOS es tan fascinante como los son sus obras al naturalista y el término usado para ello, sus mandamientos, implica que sus intereses son prácticos, lo que lo aferra es la voluntad y el llamado de DIOS.
El hombre que debidamente “teme a YEHOVAH DIOS”, es librado de todos los demás temores “el hombre que valora sus mandamientos” es liberado de cualquiera de los deseos mundanos por cosas mundanas.
Piensa en la gran medida de bendiciones que se derramaron sobre Yeshúa Ha Mashiaj, nadie ha temido al Señor como Él lo hizo, nadie se ha deleitado en sus mandamientos como Él.
Versos del 2 al 3
La casa del hombre bendecido, aquel que teme al Señor y se deleita grandemente en sus mandamientos (verso 1) tiene las bendiciones de YEHOVAH DIOS sobre su familia.
El salmista pronuncia bendiciones sobre los descendientes de este hombre, el que es recto, también pronuncia una bendición sobre la economía del que teme al Señor, su vida de obediencia y honor a YEHOVAH DIOS significa que las bendiciones del Señor también vendrán sobre sus asuntos económicos.
“Y su honradez, que durará para siempre”, las buenas obras de este hombre bendecido y el estar bien delante de DIOS son cosas duraderas, estas no se desvanecerán en este mundo ni en el mundo venidero.
Versos del 4 al 8
El justo es establecido, el salmista reconoce las tinieblas que constantemente llenan el mundo, pero este recto que teme al Señor será bendecido con luz en medio de la oscuridad.
La luz recibida de YEHOVAH DIOS brilla a través de los justos y ellos muestran a otros la gracia, misericordia, justicia y generosidad que el Todopoderoso les ha concedido a ellos.
Verso 3 se refiere al bienestar y a las riquezas que constantemente vienen a aquellos que temen al Señor.
El Salmo lidia de forma realista con la tentación que viene con la posesión del dinero, incluye abuso de poder, rehusarse a prestar, temor, rivalidades y la falta de generosidad.
Aquellos que temen al Señor son bendecidos con sabiduría (Salmo 111, 10) que nace de su carácter piadoso.
Debido a su carácter y sabiduría, aquel que teme al Señor será firmemente establecido.
Las malas noticias siempre nos rodean y nos llegan todos los días, pueden llegar de nuestra familia, de nuestra salud, de los negocios, de los infieles, de la cultura que nos rodea o de la política, aun así aquel que teme al Señor no tiene miedo.
Versos del 9 al 10
La pena del impío, el Salmo tiene mucho que decir acerca de la generosidad de aquel que teme al Señor, dado que ellos han sido bendecidos en lo concerniente a las cosas materiales (verso 3), es importante que ellos sean generosos con sus bendiciones.
Ellos también son sabios, “es generoso” implica una “distribución sabia y bien pensada” como parte de la discreción con la que guía todos sus asuntos (verso 5).
Pablo cita el verso 9 en 2 Corintios 9, 9 para motivar a los cristianos a ser generosos, Como está escrito: “repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre”.
El desgraciado codicioso quien se sienta a sus anchas en sus bolsas, se burla del hombre generoso, se convertirá en pordiosero, en lo que tanto temió y estará listo a comerse sus propias uñas en envidia de la prosperidad de otros.
Incitará una envidia que lo apresará, producirá un dolor que no admitirá ningún confort, dará luz a un gusano que nunca morirá y avivará unos fuegos que nada podrá apagar.
El perfil de este hombre o mujer que confía en el Señor es notable, es un reflejo del carácter mismo del Señor, de la misma manera que la luna refleja la luz del sol.
Esto generalmente se cumple en los hombres y mujeres de YEHOVAH DIOS y se cumple de manera perfecta en Cristo Jesús.
· Es un hombre que teme a DIOS, “teme al Señor”.
· Ama la Palabra de DIOS, “valora muchos sus mandamientos”.
· Es un hombre próspero, “bienes y riquezas”.
· Es un hombre bueno y amoroso, “clemente y justo”.
· Es un hombre que edifica su casa, “su familia es pujante en el país”.
· Es un hombre que ayuda, “es compasivo y presta”.
· Es un hombre sabio, “lleva sus negocios con conciencia”.
· Es un hombre fuerte, “no teme a las malas noticias”.
· Es un hombre que ha repartido ampliamente, “generoso en dar a los pobres”.
· Es un hombre que no abusa del poder, “su cuerno aumenta en gloria”.
· Es un hombre odiado, “lo verá el impío y se irrita”.
En contraste con las bendiciones permanentes del hombre justo, los impíos se desvanecerán.
Su miseria será mucho peor mientras su deseo es frustrado y ellos verán las bendiciones que vienen sobre aquellos que temen al Señor.
Puede que los impíos no crujan los dientes en esta vida, pero sin duda lo harán en la vida que está por venir (Lucas 13, 28).