Versos del 1 al 10
Estos refranes giran en torno a la Ley, cuyo cumplimiento se subraya como la mejor alternativa para el ciudadano del postexilio.
El final del dominio babilónico y el inicio de la dominación Persa bajo el mando del rey Ciro son decisivos en la historia del pueblo judío.
Esta época marca el inicio del judaísmo en sentido propio, es decir, cuando en la base de la conciencia judía se sitúa el cumplimiento estricto de la Ley contenida en los cinco primeros libros de la Biblia, la Tora.
Versos del 11 al 18
Hay quienes encuentran en estos versos una especie de resistencia religiosa popular contra un reinado tirano e injusto, como lo fue el de Manasés (687-642 a.C.).
El mal se identifica y personaliza en quienes hacen del poder y la riqueza su punto de apoyo para explotar y oprimir, si el pobre es perspicaz, puede penetrar y desenmascarar las intenciones del malvado, aquí el rico y opresor.
El pobre confía en que su única fuente de vida está en su Dios, respetarlo y seguir sus mandatos es sinónimo de bendición para sí, para los suyos y para quienes comparten su misma suerte.
Versos del 19 al 28
Se continúa percibiendo en el trasfondo de estos versos situaciones de extrema miseria, de hambre y de desórdenes sociales de todo tipo.
Encontramos términos contrapuestos: rico-pobre, avaro-generoso, insensato-prudente, sinceridad-adulación, malvados-justos, son términos antagónicos ante los cuales la persona tiene que elegir por dónde orienta su vida.
El verso 28 nos da la clave para entender que se está hablando del temible rey Manasés y su corte, que trajeron grandes males a la nación israelita.
Aunque está redactado como un refrán, el sentido del proverbio es que este rey y sus secuaces deben desaparecer para que prosperen los justos.
La Sabiduría esta dispuesta a dejarse encontrar por todo aquel que practica el Temor de YEHOVAH DIOS, antagónicamente el malvado es guiado por la soberbia que levanta su propia carnalidad, como si fuese una deidad eterna, oprimiendo al justo convencido que su poder le repara inocencia eterna.
El impío perece para no levantarse nunca más, la Gloria del siglo venidero está dispuesta para el justo que a pesar de las contradicciones, mantuvo su fidelidad a las Promesas del Todopoderoso.
Prevalece para siempre gozando de las dádivas del Eterno Padre, quien le ha instruido con su Palabra de Vida.