Versos del 1 al 4
Inicialmente el proverbista deja al descubierto las intenciones que maquinan el hombre impío y las que gravitan en el espíritu del hombre justo y prudente.
Nos revela que la aspiración máxima del malvado consiste en hacerse rico, a costa de saquear como ave de rapiña el campo labrado del justo diligente.
“Casa” en el verso 4 es tipología de “mujer, propiedad o depósito”, donde se almacenan los tesoros resultantes del trabajo del hombre.
Por este motivo la pretensión del justo es trabajar para el mayor bien de su casa, para el sustento y provisión progresiva de cultivo y cuido de la esposa y su posteridad señalada por los hijos.
El malvado es incapaz de planificar el sacrificio honrado, por ello, su plan de edificación es la rapiña, su alegría consiste en robar el tesoro de otros.
Versos del 5 al 9
El hombre recto medita en sus pensamientos para el empleo de la sabiduría en cada una de sus decisiones, por ello, la perseverancia le aguarda el gozar de ver el éxito y la prosperidad en cada uno de sus emprendimientos.
Con el malvado ocurre lo indeseado, porque su ambición reside en el pecado querrá eludir la cosecha de destrucción, sin poder verse librado de ésta.
Mientras el prudente medita en la optimización para el uso de sus recursos, el insensato procura la deuda para satisfacer sus bajas pasiones, de allí que el sabio es coronado de honores, mientras que al malvado le aguarda el castigo, las prisiones y amargas decisiones.
Versos del 10 al 14
La sabiduría del hombre trabaja para que el fruto de sus esfuerzos sea de bendición para todo el prójimo junto a él, mientras que la terquedad del malvado solo planea el robar, matar y destruir (Juan 10, 10).
YEHOVAH DIOS el “Justo Juez” observa el camino de cada uno y le recompensará de acuerdo a sus obras.
El amplio consejo del autor reside en mostrar la cosecha de cada camino, para que todo lector prefiera instruirse antes que dedicarse a tomar por asalto lo que no le pertenece.
Versos del 15 al 22
En esta sección se hace distinción sobre la misericordia que el Todopoderoso aplica a los justos que accidentalmente caen y al mismo tiempo, queda de manifiesto el juicio implacable para el que obstinadamente medita en hacer el mal.
Tanto YEHOVAH DIOS como los gobernantes impuestos por ÉL, sabrán suavizar la pena del justo que por descuido cometió lo indebido, porque en justicia estudiarán todos los hechos.
Con el malvado es distinto, el juicio es severo porque todas sus obras delatan su ser incorregible, por ello, de su caída no se levantará puesto que no obtendrá misericordia ni de YEHOVAH DIOS, ni del que administra la justicia entre los hombres.
Cuarta colección: “Dichos de los sabios” (24, 23–34)
Versos del 23 al 34
Para concluir el proverbista contempla la devastación absoluta, que le aguarda al malvado por el hecho de despreciar la sabiduría, al tiempo que manifiesta los bienes visibles que atestiguan el empleo de la sabiduría del hombre justo.
El flojo, el negligente, necio y codicioso, son una misma persona, representan al malvado, que, ocupándose de obtener los bienes de otros, desprecia el cultivar lo propio solo para reflexionar amargamente sobre sus pasos.
Esto se debe cuando su locura le propinó la pérdida absoluta de todo aquello que no valoraba, por el hecho de despreciar su propiedad ambicionando la de alguien más.
La sabiduría edifica sobre cimientos sólidos, sobre relaciones de Pacto Legal, la estupidez del malvado en cambio pretende enriquecerse con seducción, en la heredad que no le pertenece.