Versos del 1 al 8
Las dos alusiones al rey en los versos 2 y 8 encierran las dos tendencias sobre las que gira el discurso de la sabiduría.
La primera es la tendencia del insensato, cuyas acciones son negativas.
La segunda es la tendencia o inclinación del sabio, ejemplificada en la actitud del rey que en el tribunal se inclina siempre o se debería inclinar a favor del justo.
Versos del 9 al 19
Nadie puede sentirse absolutamente limpio de faltas, siempre tendremos por algún lado algo que rectificar, ya sea en la vida personal, privada o en las relaciones con los demás, siempre estamos a un paso de equivocarnos.
Lo importante es tener conciencia que en todo momento podemos fallar y eso nos ayuda a mantenernos en guardia para no juzgar a los otros.
Versos del 20 al 30
Una vez más se pone como elemento de sabiduría el respeto debido a los padres (vs 20), ya la legislación mosaica llamaba también a las sanas relaciones con los progenitores (Éxodo 21, 15. 17; Levítico 19, 3; 20, 9).
De esta sana relación con quienes nos han dado la vida se desprende también el recto comportamiento con los demás, no tomarse la justicia con la propia mano (vs 22), el uso correcto de los pesos y medidas en el comercio (vs 23), el discernimiento en las opciones de vida (vs 25).
Quien actúa de forma correcta es comparado con un rey bueno y misericordioso, cuyo trono está asegurado por su opción por la justicia (vs 28).
El proverbista asegura a través de los distintos casos referenciados, que no existe culpable a quien no le llegue su castigo, ni ser diligente que no se tope con la honra.
Nadie puede atribuirse que cosecha para lo que no sembró, da peso a las decisiones del hombre en los frutos que cosecha, concretamente garantiza que no hay víctima inocente en lo que se cosecha.