Versos del 1 al 2
Este pasaje es una referencia de vuelta a Números 27, 1-11, donde las hijas de Selofjad estaban preocupadas porque la herencia de su padre se desvanecería, porque no había hombres en su familia.
YEHOVAH DIOS, por medio de Moisés declaró que, si un padre no tenía hijos, la herencia podía entonces ir a las hijas.
Versos del 3 al 4
Si la tierra era dada a las hijas, entonces cuando las hijas adquiriesen matrimonio, la tierra iba a la tribu de sus esposos y eventualmente, las tierras de la tribu original se agotarían.
Resolver el problema de las hijas de Selofjad había creado otro problema, como mantener la propiedad en una tribu a través de generaciones.
Esto ilustra un principio importante, que raramente hay soluciones perfectas a los problemas; usualmente hay respuestas que son intercambios en otras áreas.
La madurez es capaz de hacer y aceptar las decisiones correctas incluso cuando no son perfectas, soluciones “libres de costo”.
Versos del 5 al 9
La solución es bastante simple, si una hija en una familia recibe una herencia de tierra, ella debe casarse entre la tribu paterna.
Ya que las tribus eran suficientemente grandes, esto realmente no era una carga.
Aparentemente, si una hija se casaba fuera de la tribu, ella tenía que perder la herencia, porque no solo ella tenía derechos de la herencia, sino que la tribu también tenía.
Su derecho individual de la herencia no era el único, ni tampoco el de mayor consideración.
Versos del 10 al 12
En su caso, no solo ellas se casaron dentro de la tribu, sino que ellas se casaron con hijos de sus tíos paternos, sus primos.
Esto obviamente mantuvo la tierra heredándose entre la tribu e incluso dentro de la unidad familiar aún más grande.
Verso 13
El libro de Números comenzó en el desierto (Números 1, 1).
Ahora finaliza tan cerca de la Tierra Prometida, como tú podrías estar sin realmente estar allí.
Mientras los hijos de Israel se paran al otro lado de la ciudad de Jericó, nosotros deberíamos considerar lo que se necesitaba, para tomarlos de Egipto hasta este lugar frente a Jericó.
Desde su campamento en el Monte Sinaí, YEHOVAH DIOS le dio a Israel la oportunidad de crecer, de ser un pueblo esclavo a ser un pueblo de la Tierra Prometida.
YEHOVAH DIOS les enseñó cómo ser ordenados, organizados, limpiados, separados, bendecidos, cómo dar, recordando la liberación de YEHOVAH DIOS.
Se les dio la presencia de YEHOVAH DIOS y recibieron las herramientas para avanzar a la Tierra Prometida.
Mientras la nación actualmente partía fuera del Monte Sinaí a la Tierra Prometida, se encontraron a sí mismos luchando con la carne, asesinaban, se quejaban y se rebelaron.
Sobre todo, fallaron de entrar a lo que YEHOVAH DIOS había establecido antes por Fe y una generación de incredulidad fue condenada a perecer en el desierto.
YEHOVAH DIOS guio a la nación por unos treinta y ocho (38) años en el desierto, con mucho movimiento, pero no progreso.
Continuando con más rebelión y murmuraciones, pero esencialmente esperando hasta que la generación de incredulidad muriese y una generación dispuesta a confiar en YEHOVAH DIOS para las cosas grandes hubiera llegado a la madurez.
Por analogía espiritual, muchos cristianos mueren en el desierto, porque ellos no confían en YEHOVAH DIOS y no entran en lo que ÉL ha establecido para ellos.
También ven la evidencia de la falta de Fe presentarse a sí misma, en una debilidad hacía las cosas de la carne.
Tristemente, muchos cristianos viven más en el desierto que en el umbral de la Tierra Prometida.
Finalmente, considera lo que tomaría mover a los hijos de Israel del frente a Jericó a la Tierra Prometida.
Quedarse en las orillas del Rio Jordán es mejor que estar en el medio del desierto, pero no es la Tierra Prometida todavía.
Ellos llegaron a este punto por Fe y van a necesitar Fe para llevarlos el resto del camino.