Versos del 1 al 7
Ciudad sanguinaria. El anuncio del castigo anunciado en Nahúm 2, 14 tiene aquí su cumplimiento (vs 2-3).
No sin antes enunciar los motivos de la condena, fraude, violencia, rapiña (vs 1).
Complementados con las artimañas del engaño y la falta de respeto a la dignidad humana, que el profeta denomina “artificios de hechicera” y “arranques de prostituta” (vs 4).
El castigo previsto es equivalente a las culpas enunciadas en el verso 4, con el agravante que la ruina será total, no habrá quien lamente o consuele a la que ha caído.
No hay que perder de vista, nuestra lectura necesariamente cristiana de todo el libro de Nahúm y en general de todo el material bíblico donde se presentan estas escenas de derrota y aniquilación de los enemigos de Israel, considerados por los israelitas adversarios directos de YEHOVAH.
Siempre debemos tratar de extraer el mensaje esencial, quien pretende ocupar el lugar de YEHOVAH termina autodestruyéndose, una constante a lo largo de toda la historia.
El resto es la manera cómo el autor ve las cosas, cómo las percibe y cómo las transmite, pero nunca debemos intentar aplicarlo en sentido literal a nuestro contexto actual.
Versos del 8 al 13
Tú como ella. El profeta hace una comparación cargada de ironía entre Tebas, por dos veces capital del imperio egipcio y Nínive, capital de Asiria.
Tebas, aparentemente inexpugnable tanto por su ubicación estratégica como por sus recursos, había caído en manos de los asirios (663 a.C.), siendo destruida la ciudad y sus habitantes pasados a espada o deportados (vs 10).
Este hecho debió ser motivo para colmar de orgullo y prepotencia a un imperio al que no le quedaba más nada por conquistar, Asiria.
Pues bien, ahora el turno es para la propia Nínive, la que se sentía invencible caerá como caen los frutos maduros cuando el árbol es sacudido (vs 12).
El sarcasmo del profeta llega al colmo con la descripción que hace del ejército asirio, sus soldados se han vuelto mujeres (vs 13).
El profeta no quiere desmeritar con ello la valentía de las mujeres, que la tienen y mucha, ni afirmar que los soldados asirios se hayan afeminado.
Pero en su época, la mujer no tenía nada que hacer en los asuntos bélicos, que eran competencia exclusiva de los varones.
Versos del 14 al 19
No hay remedio. Continúa la descripción de la ruina de Asiria y sus vanos intentos de recuperarse. Asiria está perdida.
El verso 18, dirigido al rey de Asiria, es como un pésame o una condolencia, cargado de sarcasmo.
Nótese la antítesis de esta lamentación: los aplausos y vivas de todos los pueblos que celebran jubilosos la caída del invencible (vs 19).
El libro termina con la inocultable satisfacción de ver por el suelo a quien se creía la torre del cielo (Isaías 14, 12-21).