Versos del 1 al 2
El pueblo de YEHOVAH DIOS debía proveer el aceite de oliva, ya que las siete (7) lámparas ardían continuamente, tanto de día como de noche, éste era un asunto importante.
Esta, fue una ocupación que se dio a cada israelita, así como a la tribu de Leví, un interés especial en el servicio de la Tienda de las Citas.
El aceite de oliva debía ser puro, libre de hojas e impurezas. El fruto no debía ser exprimido sino golpeado, para obtener aceite de la máxima pureza.
Lo importante de utilizar el mejor método, es porque el aceite en las escrituras, nos habla del Espíritu Santo.
Versos del 3 al 4
Mientras la Tienda de las Citas estuviese instalada, las lámparas tendrían que mantenerse encendidas continuamente, lo que evidentemente no podrían hacer cuando viajasen por el desierto.
Como ya hemos observado, solo Aarón controlaba el uso y servicio del candelabro.
Dice Éxodo 30, 7 y 8
“Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; lo quemará cada mañana al preparar las lámparas. Y cuando Aarón prepare las lámparas al atardecer, quemará incienso. Habrá incienso perpetuo delante del Señor por todas vuestras generaciones.”
Versos de 5 al 7
Ya vimos que la harina y el aceite fueron provistos por el pueblo de YEHOVAH DIOS.
Así como el aceite nos habla del Ruaj Hakodesh, el Pan señala a Yeshúa Ha Mashiaj.
La harina de calidad estaba obtenida del trigo. El incienso era una sustancia natural, considerada un presente del pueblo.
El Pan nos habla de Cristo y el incienso de la maravillosa fragancia de Su Sacrificio de Vida.
Versos del 8 al 9
El pan quedaría sobre la mesa por una semana. Sería cambiado el Shabbat, el pan viejo sería comido por Aarón y sus hijos y siempre en el Lugar Santo.
Cuando muchos años después el rey David y sus soldados se encontraron en una situación de necesidad desesperada, el sacerdote Ajimelec les daría parte del pan sagrado para comer, este incidente está relatado en 1 Samuel 21, 4-6.
Yeshúa mencionó este incidente cuando sus discípulos fueron criticados por arrancar espigas y comer granos en el día Sábado (Mateo 12, 3-4).
El pan y la luz nos hablan de Yeshúa Ha Mashiaj.
Yeshúa dijo en Juan 6, 51 “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi propio cuerpo.”
Confirmando además en Juan 8, 12 “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Necesitamos alimentarnos de Él para vivir y servirle. Y todo lo que hagamos para Él debe ser hecho bajo su luz, guiados por el Espíritu Santo.
Versos del 10 al 12
El joven que blasfemó era el hijo mestizo de una israelita y un egipcio.
Ya hemos leído que junto con los israelitas salió de Egipto una gran multitud de personas de muy diversa procedencia (Éxodo 12,28).
Y veremos que ese numeroso grupo, provocaría problemas en el campamento, murmurarían, se quejarían y causarían divisiones.
Dice Números 11, 4
“Entre los israelitas se había mezclado gente de toda clase, que solo pensaba en comer. Y los israelitas, dejándose llevar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: ¡Ojalá tuviéramos carne para comer!.”
Al ver los problemas que se produjeron, comprendemos las razones por las que YEHOVAH DIOS le dijo a su pueblo, que no debían tener lugar matrimonios mixtos entre creyentes y no creyentes.
Esto no tiene nada que ver con aspectos físicos o raciales.
Es una distinción de carácter espiritual, entre aquellos que son hijos de YEHOVAH DIOS y aquellos que no lo son.
Este joven mestizo se vio ante un gran problema. Tenía que tomar una decisión sobre si adoptaba el modo de vida de su padre o el de su madre.
Quizás el problema consistía en que nunca había adoptado una decisión definitiva al respecto.
Posiblemente, en un principio se inclinó por una opción, pero en su mente siempre reaparecería el mismo dilema.
Ese habrá sido el problema de muchos, en aquella multitud mixta.
Para ellos, había sido una decisión difícil dejar Egipto y ante las situaciones críticas, sus pensamientos volverían a aquel país y serían los primeros en protestar.
Así fue que aquel joven se implicó en una pelea. Podemos entender la situación que dio origen al conflicto.
Él no tenía una posición en la tribu de Gad, a la cual pertenecía su madre, pero tenía acceso al campamento de Israel.
Una vez iniciada la pelea, pronunció un insulto que afectaba gravemente al honor y respecto debidos a YEHOVAH DIOS.
Maldiciendo el Nombre de YEHOVAH DIOS, un Nombre tan Sagrado para el pueblo, que ni siquiera se atrevían a pronunciarlo.
Y que se trataba sin duda del tetragrama o del nombre del DIOS de Israel, YEHOVAH.
Sin embargo, aquel joven no solo se atrevió a pronunciarlo, sino también a deshonrarlo en público.
Como muchas personas en la actualidad, utilizan el Nombre de YEHOVAH, para reforzar un insulto, que exterioriza muy elocuentemente, lo que hay en su mente y corazón.
Esta fue una de los cuatros (4) instancias, en que Moisés tuvo que esperar para recibir más Revelación Divina, antes de manejar correctamente una situación dada.
Las otras tres (3) situaciones, se encuentran registradas en Números capítulos 9, 15 y 27.
Versos del 13 al 16
En estos versos se observa que YEHOVAH DIOS anunció su veredicto de culpabilidad y el castigo fue la muerte por apedreamiento (lapidación).
La gravedad de aquel pecado, estaba en proporción con el castigo infligido por YEHOVAH DIOS.
Todos los que habían escuchado la blasfemia, tuvieron que colocar sus manos sobre la cabeza del joven, significando con ese gesto que la culpa era asignada únicamente a aquel hombre.
El castigo establecido por YEHOVAH DIOS para estos casos, debía aplicarse tanto a los israelitas, como a los habitantes pertenecientes a otros pueblos.
Porque los extranjeros que vivían en Israel y disfrutaban de ciertas Bendiciones del Pacto que YEHOVAH DIOS había establecido con Su pueblo, no podían repudiar al Autor del Pacto.
Versos del 17 al 22
Aquí se estableció la que es conocida como la “Ley del Talión”, “ojo por ojo, diente por diente” que indicaba que el castigo debía ser medido o establecido en base a la ofensa hecha.
En este pasaje, también podemos ver que YEHOVAH DIOS proveyó Protección para la propiedad privada de las personas.
Excepto en el caso de homicidio, la restitución impuesta debía entenderse, en términos de una compensación equivalente.
El castigo se efectuaba literalmente y la citada ley se aplicaba indistintamente a los israelitas y a los extranjeros.
Verso 23
La lección moral o espiritual que se desprende de este incidente, es que el Carácter Sagrado del Nombre de YEHOVAH DIOS, debía ser protegido.
Porque la blasfemia, era un delito de gran envergadura. De la misma manera, la vida humana debía ser protegida.
YEHOVAH DIOS, actuó con justicia en todas Sus relaciones con los seres humanos. Uno de los profetas declaró lo siguiente: “El alma que peque, morirá”.